Aunque pudiera sonar a una percepción teórica, el gran derrotado en las elecciones del pasado 5 de junio fue el sistema político priísta. El triángulo del poder piramidal fundado por Benito Juárez de presidente de la república-PRI-Estado fue desensamblado por los priístas de López Portillo a Peña Nieto a base de ir soltando lastre para mantener el poder aunque al final perdiéndolo.
En este sentido, la responsabilidad de la derrota sí fue de Manlio Fabio Beltrones pero por la sencilla razón de que llegó al PRI con autoridad y fuerza políticas suficientes pero al final quedó en un intendente de poderes menores o superiores. Y también hubo corresponsabilidad de Los Pinos porque las decisiones se tomaron en función de información de inteligencia y seguridad política centralizada o por intereses locales y no sistémicos.
El esquema no es nuevo. La configuración autoritaria, absolutista y centralizadora del sistema político basado en el modelo Jano de presidencia de la república-PRI funcionó en un sistema de partidos dominado por el tricolor; pero resulta que el PRI perdió el dominio legislativo y por tanto el poder absolutista desde 1997 al no lograr desde entonces la mayoría absoluta y perder el centro neurálgico del poder en la capital de la república.
Nuevos jugadores con veto –modelo de George Tserbelis– disminuyeron la capacidad de maniobra del presidente de la república. Inclusive, el propio Peña Nieto lo registró y presentó diez puntos de un nuevo modelo de presidencia democrática el 21 de mayo del 2012, un mes antes de las elecciones, en el que reconoció los nuevos jugadores en el escenario político.
La nueva correlación de fuerzas sociales que afectaba a la correlación de fuerzas políticas representó un desafío a la interpretación política priísta de la realidad. Con nuevos equilibrios de poder en el sistema político priísta, el modelo presidencialista piramidal y verticalista era ineficaz; la salida estaba en el esquema Panebianco de coalición dominante o acuerdo entre las nuevas esferas del poder dentro de un grupo político.
La llegada de Beltrones al PRI pareció enviar ese mensaje por la capacidad de autonomía e ineficacia del político sonorense. Sin embargo, su papel en el PRI fue pasivo y justificador de decisiones con las que no estaba de acuerdo pero que las asumió con docilidad. La humillación de Beltrones ante la arrogancia del gobernador veracruzano Javier Duarte exhibió el regreso al presidencialismo centralizador.
La gran crisis que provocó el saldo del 5-J no fue para el PRI sino para la estructura de poder del sistema priísta sostenido por el presidente de la república como jefe máximo del PRI, un dato que el presidente Peña podría revisar a partir de su tesis de licenciatura sobre el presidencialismo de Obregón. El sistema de información para la toma de decisiones del viejo PRI ya no puede descansar en la centralización presidencial, sobre todo con un PRI con 25% de los votos –sin sus alianzas con el verde y Panal–, con una oposición tomando el control regional y con poderes facticos priístas decidiendo en función de sus propios intereses.
Si el PRI no entiende el mensaje sistémico de las elecciones desde 1997, entonces el 2018 pudo haber sido escrito el pasado 5-J. Lo malo para el sistema priísta fue que el discurso de la presidencia democrática era una base política para el nuevo sistema, pero la carencia de nuevos cuadros políticos lo regresó al pasado inviable.
Política para dummies: La política es una droga: cuando los políticos dejan de consumirla… se avejentan.
Sólo para sus ojos:
• EL PRI necesita una asamblea nacional para replantear su proyecto como partido político a partir de la derrota del 5-J. Y, dicen por lo bajo los priístas, definir nuevas reglas para las candidaturas.
• Molestia en el calderonismo por las críticas a Margarita Calderón por exigir por adelantado la candidatura presidencial del 2018. Por ello la aspirante podría regresar a su modelo original de competir como independiente.
• La noche del 5 de junio comenzó la lucha de las elecciones de gobernador en el Estado de México, considerada ya como la madre de todas las batallas. Se prevé alianza PAN-PRD y el PRI casi sin cartas fuertes.
• Más sobre Edomex: el gobernador saliente podría hacer un pacto político con el presidente Peña Nieto para dejarle la nominación local a cambio de darle un buen espacio en la lucha por la candidatura presidencial.
• Siguen vivas las versiones de cambios en el gabinete.