Mario Arturo Mendoza Flores
Con mi solidaridad y afecto para Aurora López Acevedo; mujer valiente que está enfrentando con dignidad la “guerra sucia” de la que es víctima.
A tan sólo dos semanas de la jornada electoral oaxaqueña y en base ha lo que he venido escuchando de la ciudadanía, puedo aseverar que el próximo 4 de julio el elector le dará un sentido plebiscitario a su voto, aun cuando muchos de ellos conscientemente no tengan muy bien definido el término “plebiscito”. Sostengo lo anterior, ya que en mis últimos recorridos por diversos puntos del interior del estado, he constatado con recurrencia el pensar de la sociedad que se ubica básicamente en un solo dilema: votar para que las cosas sigan como hasta ahora o permitir con su sufragio el que las cosas cambien. Dicho en otras palabras, el voto ciudadano será utilizado para aprobar o para desaprobar el actual gobierno de Ulises Ruiz.
Tal sentido del voto, se ubica principalmente en el electorado indeciso, o sea en aquél ciudadano que no tiene una filiación partidista definida o en los jóvenes que por vez primera utilizarán su credencial del elector para decidir el rumbo por el que quieren transitar los próximos seis años. Por esa misma razón es ahí donde los Institutos Políticos enfocan y fortalecen sus estrategias. Es ese sector el que habrá de definir con su voto plebiscitario el destino de Oaxaca previo a un razonamiento de las opciones que tiene, así como del análisis entre uno y otro candidato, en donde sin duda valorarán experiencia, preparación académica, antecedentes de su quehacer público, si tienen “cola que les pisen”, sus hechos recientes y pasados, su imagen y hasta su comportamiento familiar. Incluso he llegado a escuchar en algunas de éstas voces, que saben que el próximo 4 de julio tendrán que decidir entre la reelección de Ulises Ruiz o el cambio con Gabino Cué. A ese extremo o con esa claridad se observa el raciocinio del elector.
Hay quienes ubican perfectamente lo realizado por Ruiz Ortiz; quien ha pesar de ordenar una intensa campaña mediática de desprestigio en contra del candidato de la Coalición “Unidos por la paz y el progreso”, Gabino Cué; no logra cambiar la percepción de que éste –Ulises Ruiz—es el responsable de los hechos acontecidos durante el año 2006 y que tanto perjudicó a los oaxaqueños.
Hay quienes lo miran como un gobernante distante, que “sólo viaja por helicóptero” y que no escucha al pueblo. Otros sostienen que durante su administración han habido muchos actos de corrupción que se traducen en enriquecimientos fácilmente explicables y dan por hecho el que la construcción de un lujoso hospital en la ciudad de México, es producto de la falta de transparencia en el manejo de los recursos públicos estatales. Los jóvenes lo perciben como un gobernante autoritario, insensible, alejado de su pueblo y represor. En contraparte, hay quienes lo sitúan como un gobernador generoso, que regala despensas, tinacos, cemento, colchones y hasta dinero en efectivo; son lo que consideran que las cosas deben seguir igual ya que de otra forma perderían sus puestos ambulantes, sus concesiones de transporte público y hasta sus empleos en el gobierno del estado. Y sin embargo la duda les pasa por su mente: “pero igual un cambio vale la pena, para ver si así nos tratan decorosamente; para ya no seguir tan jodidos como hasta ahora”. Su voto plebiscitario está en reflexión.
El candidato opositor Gabino Cué, también es parte del análisis popular. Los jóvenes y particularmente las mujeres, lo ven como una persona honesta, honorable, con capacidad para llevar a Oaxaca a mejores niveles de bienestar. Saben que representa el cambio o la forma de ejercer un gobierno en forma distinta a lo que se ha venido haciendo durante los últimos 82 años. Algunos se refieren a su persona con familiaridad pues lo ven como alguien cercano al pueblo, como parte de ellos. Sin embargo les han dicho que el cambio implica perder sus empleos, aunque de inmediato surge quien cuestione ¿pero cuál, si ni tenemos trabajo?, y eso que Ulises Ruiz nos lo prometió. Hay también quienes ante tanta propaganda negra que ha llegado a sus hogares, lo ubican como parte de los acontecimientos del 2006; a pesar de que desconocen que Gabino Cué pasó la prueba del detector de mentiras en donde se corroboró que nunca participó en tales eventos. Son más las dudas que surgen a partir de la “guerra sucia” a la que hice referencia en mi artículo anterior, a los hechos reales.
También la forma de hacer campaña pasa por eso: la difamación de siempre o la propuesta viable. Esta elección plebiscitaria deberá servirnos para ratificar o rectificar el rumbo. Para manifestar con nuestro voto si nos agrada o no el ver tantas calles cerradas en el centro histórico, mientras en las colonias y en la mayoría de los municipios del estado de carece de lo más básico en infraestructura. Servirá para saber si estamos de acuerdo en que las oficinas gubernamentales sean llevadas a otro lado o si aprobamos que se vuelva a gobernar en el palacio de gobierno. Con nuestro voto manifestaremos si aprobamos o no el manejo de los recursos públicos; si consideramos que con el gobierno del PRI no hay corrupción o si con el cambio habrá transparencia y rendición de cuentas.
Con nuestro sufragio podremos sancionar a quien consideremos nos ha agraviado, dañado, engañado y todo eso que tanto nos irrita de un mal gobernante. Sin duda que será nuestro voto y nada más, quien nos permita organizar una fiesta democrática el próximo 4 de julio.
Es por eso que algunos que sienten que ese voto plebiscitario no les favorecerá, hoy andan más que desesperados ofertando la compra de credenciales y recurriendo a lo más selecto de esas prácticas mapacheriles, como la entrega de mobiliario escolar, de despensas y de dinero, sin dejar las amenazas a sus empleados de que deben de votar obligadamente por su candidato. Combaten lo que tanto rechaza el pueblo, haciendo más de lo mismo.
De ahí que hablemos de una elección plebiscitaria.