La insólita alianza de facto del Partido Verde Ecologista de México (PVEM) con Morena, exhibido públicamente en el Senado, escandalizó a todo el país pero en Chiapas no fue novedad.
Desde antes de las elecciones federales el PVEM y Morena ya iban de la mano.
Fernando Coello Pedrero, abuelo del gobernador chiapaneco Manuel Velasco, apoyó a López Obrador en sus tres campañas presidenciales. Sobre todo le facilitó camionetas para sus recorridos por el estado.
El acaudalado empresario de bienes raíces siempre esperó al tabasqueño en primera fila en el aeropuerto, en sus conferencias de prensa o en los mítines.
En la campaña de 2006 Coello Pedrero pasó inadvertido, pero en 2012, cuando su nieto fue candidato a gobernador por el PRI y el PVEM y por lo tanto hacía campaña con el priista Enrique Peña Nieto, el abuelo de Velasco Coello mantuvo su apoyo a López Obrador.
Es que su relación no surgió en el ámbito político. Fernando Coello confirma en entrevista con este semanario que los padres de López Obrador eran cercanos a él y por eso les prestó durante muchos años una casa en Tuxtla. Su amistad fue tal, que le encargaron velar por Andrés Manuel, al que desde entonces el empresario considera un hijo más.
En un acto de precampaña en San Juan Chamula, el 27 de enero pasado, López Obrador y Coello Pedrero estuvieron juntos en el templete. Ahí el tabasqueño recordó que en 2000, cuando empezó su campaña para gobernar la capital del país, don Fernando le dio un auto: “Era un Tsuru”. Por eso, dijo el político, siempre estaría agradecido con él y se mostró orgulloso de su amistad.
Pero en el último año del sexenio de Velasco Coello, la multitud que acudía a los mítines del tabasqueño abucheaba las muestras de amistad de López Obrador hacia el “abuelo incómodo”, como lo ha calificado la prensa local.
Además, la madre de Velasco Coello, Leticia Coello, fue funcionaria en el Gobierno del Distrito Federal encabezado por López Obrador.
En la reciente campaña, si bien Velasco Coello manifestaba públicamente su simpatía por el candidato del PRI-PVEM, José Antonio Meade, también fue visible su respaldo a Morena y su abanderado.
Funcionarios estatales se movilizaban en todos los mítines del principal candidato opositor para que todo saliera bien. Las enormes carpas que le servían de escenario a López Obrador son las mismas que el gobernador Velasco Coello usaba en sus actos públicos.
El colaborador más cercano del mandatario chiapaneco y amigo de la infancia, Eduardo Ramírez Aguilar, quiso postularse a la gubernatura por el PRI y el PVEM cuando esta alianza formal todavía gobernaba el estado. Pese a su trayectoria como secretario de Gobierno, presidente del Congreso local y líder estatal del PVEM, Ramírez Aguilar perdió la candidatura ante Roberto Albores Gleason.
Terminó en las filas de Morena como senador y salió en defensa de Velasco Coello en el áspero debate legislativo del martes 4, cuando el Senado escandalizó con su doble votación para que el exgobernador y ahora legislador obtuviera licencia para sustituirse a sí mismo al volver a la gubernatura de Chiapas.
Como Ramírez Aguilar, otros cuadros del PVEM se fueron a Morena. Unos, como Sasil de León Villard, aterrizaron en el Senado, y otros como Miguel Prado de los Santos, en la Cámara de Diputados. Algunos más le tiraron a diputaciones locales, alcaldías y regidurías.
Conforme se acercaba el 1 de julio, la alianza de facto PVEM-Morena ya era conocida en Chiapas. Candidatos a alcaldes del Verde, así como los partidos locales satélites de éste, como Podemos Mover a Chiapas y Chiapas Unido, llamaban a votar por los ecologistas en las elecciones locales y por Morena en la presidencial.
Al sacar al PVEM de la alianza con el PRI a escasas semanas de los comicios, el gobierno de Velasco Coello le allanó el camino al candidato de la coalición Juntos Haremos Historia a gobernador, Rutilio Escandón Cadenas.
Durante los primeros cinco años del sexenio que termina, Escandón Cadenas presidió el Poder Judicial del Estado a propuesta de Velasco Coello.
Cadena de escándalos
Desde entonces se han sucedido los escándalos políticos. El PVEM inscribió a dos cercanos colaboradores de Velasco Coello: Humberto Pedrero Moreno (su exsecretario de Hacienda) y Roberto Rubio Montejo, como candidatos en dos distritos federales indígenas, donde el aspirante debía pertenecer a uno de los grupos étnicos de la región.
La Red Nacional Indígena y la Red Estatal Indígena en Chiapas denunciaron el engaño, la falsificación de documentos y usurpación de identidad de ambos políticos. Sin embargo, el Tribunal Electoral Estatal y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación avalaron ambas candidaturas “con argucias legaloides”, a decir de los que impugnaron su elección.
El martes 4, Pedrero Moreno fue una de las fichas que el PVEM le cedió a Morena para que tuviera la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados. Con la maniobra de Velasco y su partido para incrustar esas dos piezas en la Cámara baja empezó su propia búsqueda de la senaduría de representación proporcional.
El mandatario chiapaneco se propuso pedir licencia como gobernador, irse al Senado a tomar protesta y luego regresar para terminar su gestión hasta diciembre. La Constitución del estado se lo impedía, pero en agosto propuso al Congreso local reformas que fueron aprobadas el 25 y el 26 de agosto por más de la mitad de los ayuntamientos.
El día 29 Velasco ya estaba rindiendo protesta como senador. En Chiapas fue electo gobernador provisional, por 10 días, Williams Oswaldo Ochoa Gallegos, quien como presidente de la mesa directiva del Congreso operó esa reforma constitucional a la medida.
Ante la intención de Velasco de reasumir la gubernatura, activistas, defensores de derechos humanos, estudiantes normalistas, indígenas desplazados, empresarios y sindicalistas rodearon el recinto legislativo de Chiapas como protesta por las reformas a modo.
Los manifestantes convocados por la Red para la Promoción y Defensa de los Derechos Humanos pidieron juicio político contra Velasco y exigieron que regresara, pero a rendir cuentas sobre el manejo del erario en su sexenio.
Este texto se publicó el 9 de septiembre de 2018 en la edición 2184 de la revista Proceso.
Fuente: proceso.com