Si bien se planea que el pacto comercial sea firmado el próximo 30 de noviembre en Buenos Aires, el camino para su aprobación en EU aún es largo.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, fue rápido al declarar como una victoria la conclusión de las renegociaciones para obtener un pacto comercial que reemplace al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
El mandatario afirmó que el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) era la prueba de que su postura agresiva hacia los aranceles y el comercio podía dar resultados.
Si todo sale como está planeado, representantes de Estados Unidos se unirán a sus contrapartes canadienses y mexicanas el próximo 30 de noviembre en Buenos Aires, Argentina, para la ceremonia de la firma del tratado. Sin embargo, ese momento sería apenas el primer paso en el impredecible camino del nuevo TLCAN para convertirse en una realidad.
El nuevo reto para Trump es que el Congreso de su país apruebe el pacto. Este mes, la Cámara de Representantes regresó a manos de los Demócratas quienes se han dicho listos para negar a Trump la victoria que tanto desea.
Richard Neal, representante de Massachusetts y quien ocupará la dirección del Comité de Formas y Medios, dijo que él y la bancada demócrata tienen dudas sobre un nuevo acuerdo comercial que considera “no del todo concluido”.
Bill Pascrell, el demócrata de Nueva Jersey y escéptico del TLCAN y quien podría unirse a Neal en el mencionado comité, fue claro en su postura sobre el T-MEC: “el acuerdo no fue un acuerdo, (así que) ustedes observarán muchos cambios”.
En Estados Unidos, los acuerdos comerciales tienen que someterse a un procedimiento conocido como la Autoridad de Promoción Comercial, que para evitar correcciones sin fin permite que el Congreso vote con un sí o un no la aprobación de estos pactos. Sin embargo, para que la votación llegue a las Cámaras, por lo general siempre existe una larga negociación entre el Poder Ejecutivo y Legislativo.
Se prevé que la votación sobre la implementación del T-MEC se dé hasta el otoño del año que viene.
Trump aseguró que el nuevo TLCAN, que se parece bastante al viejo, soluciona muchos de los problemas del pacto firmado en 1994, que llegó a calificar como “el peor acuerdo de la historia”.
El cambio principal en el T-MEC son las reglas de origen en la manufactura de autopartes en Norteamérica, que ahora son más estrictas y que requieren que el 40 por ciento del valor de un vehículo provenga de fábricas con salarios altos (16 dólares por hora) de Estados Unidos o Canadá.
Sin embargo, críticos argumentan que las regulaciones sólo contribuirán a aumentar los costos de los vehículos, lo que afectará la competitividad del sector automotor de Norteamérica.
Por otra parte, la preocupación de los demócratas se centra en las nuevas modificaciones hechas en el sector laboral, que establecen que México debe promover la creación de sindicatos y cómo fortalecerlos.
La Federación Estadounidense del Trabajo y Congreso de Organizaciones Industriales (AFL-CIO, por sus siglas en inglés), y otros grupos reclaman que México en realidad no enfrentaría ningún costo económico importante si viola ese punto.
Sin embargo, Neal y otros representantes demócratas no han ido tan lejos como para decir que quieren reabrir las negociaciones entre los tres países para solucionar esos temas dado que, como Pascrell aclara, muchos de los cambios requeridos podrían hacerse mediante la implementación de medidas legislativas.
Robert Lighthizer, representante comercial de EU y quien fue el jefe negociador de Trump en las pláticas para modernizar el TLCAN, prevé reunirse con los demócratas de la Cámara de Representantes antes de que finalice este mes para analizar sus dudas y proponer una posible fecha para el voto, afirmó Neal.
Muchos de quienes critican el T-MEC parecen buscar obtener algo del ‘territorio político’ de los republicanos, quienes se adueñaron de temas laborales que eran de los demócratas, explicó Edward Alden, observador del Consejo sobre Relaciones Exteriores.
El mismo Lighthizer, un ‘alumno’ de la administración Reagan, pero que se ha opuesto a la postura republicana a favor del libre comercio, solicitó muchas veces durante la renegociación del TLCAN el consejo y apoyo de demócratas escépticos sobre el pacto comercial, tales como el senador por Ohio, Sherrod Brown. Por ello, los demócratas sienten que deben ser más duros en el tema comercial que Trump, apuntó Alden. “Hay muchos demócratas que odian el hecho de que él les quitó ese tema de sus manos”, agregó.
Aunque tanto México y Canadá aún reclaman por los aranceles que la administración estadounidense impuso al acero y aluminio de esos países, la ratificación del acuerdo podría ser aún más fácil en esos países.
El nuevo pacto comercial cuenta con el apoyo de Andrés Manuel López Obrador, presidente electo de México, y quien empezará su Gobierno el día después a la firma del acuerdo, el próximo 1 de diciembre, y quien tendrá que conseguir la aprobación al T-MEC en el Senado, una cámara que su partido Morena controla.
William Reinsch, del Centro de Estudios Internacionales y Estratégicos, señaló que los demócratas podrían ‘jugar demasiado su mano’ si utilizan la aprobación del T-MEC como una moneda de cambio para asegurarse concesiones en inmigración y otros temas.
Un movimiento de ese estilo podría provocar que Trump cumpla con la amenaza de retirar a EU del TLCAN, lo que en consecuencia podría causar antipatía y reclamos de comerciantes y agricultores que esperan que el pacto sea aprobado.
Fuente: elfinanciero.com