Por décadas ya, esta columna ha insistido en que se debe recaudar mejor en México. Aunque no me guste pagar impuestos, como es normal, es indispensable que los ciudadanos aportemos recursos para actividades que sólo el Estado puede llevar a cabo, como seguridad nacional e impartición de justicia, o proveer servicios que todos deberíamos tener (educación, salud, seguridad pública). Nada de eso existiría sin los impuestos, y cuando no se financian bien, resultan en una pérdida de bienestar muy importante. México es un claro ejemplo de ello.
Por esa razón, desde esta columna se han defendido todos los intentos de reforma fiscal, a veces criticando algunas partes. Aquí se celebró la reforma fiscal de 2013, que ha sido muy atacada porque ha sido la más eficiente en lo primero que debemos resolver: recaudar más. Con esa reforma dejamos de estar en el peor lugar del mundo en recaudación, y hemos pasado del 10 al 15 por ciento del PIB en recolección de impuestos. Y eso ocurrió prácticamente sin subirlos, sino sólo cerrando los huecos por los que se evade, que es el principal problema en este renglón.
En esto, la factura electrónica ha sido muy útil. México es uno de los países más avanzados del mundo en este tipo de sistemas, y eso se ha reflejado en el rápido avance de Fintech, por ejemplo, que en otros países no tiene una plataforma de la cual partir. Sin embargo, la factura electrónica 3.0 tenía un pequeño defecto que se convirtió en un problema, para el que se ha implementado una solución que es una tragedia. Gracias a la tradición de irresponsabilidad, holganza, y corrupción de este país, se dejó abierta la puerta, desde la factura 3.0, a un renglón “por definir”. Esto servía para que, si uno no conocía la cuenta desde la que se pagaría la factura, pudiera continuar su trámite. Eso se convirtió en un hueco por el que todo mundo empezó a pasar.
La solución actual es que cuando una factura se paga, se debe notificar a Hacienda del pago, con todos sus detalles. Esto entró en vigor en septiembre, de forma que en estos días es el límite para reportar todos los pagos recibidos en ese mes. Infinidad de usuarios no tienen idea de esto, no saben cómo hacerlo, y si usted lo intenta, perderá un buen rato en cada uno de los comprobantes, porque a diferencia de la factura 3.0, desde la 3.3 estamos en un retroceso informático.
Ignoro si el origen del problema está en las leyes (Código Fiscal), si es cuestión del SAT, o si es la sempiterna interpretación de los contadores al oráculo divino, pero todo recae en los usuarios, que ahora tenemos que dedicar más tiempo a pagar, en lugar de dedicarlo a producir. Estamos desperdiciando energía, de la poca que hay, en cumplir trámites. E insisto, cientos de miles, tal vez millones, ni saben ni entienden qué debe hacerse.
Si usted quiere evitarse buena parte del problema, y cobra por honorarios o facturas, lo que debe hacer es emitir su factura bajo el sistema de “Pago en una sola exhibición” y definiendo claramente la forma de pago (cheque, efectivo, tarjeta, transferencia). Con eso, si el pago de la factura ocurre antes del día 17 del mes siguiente a su emisión, ya no se requiere el complemento. Pero eso no lo sabe la mayoría de los contadores, que piden complementos como si fueran caramelos. Ya no tengo espacio para darle ejemplos de lo que he visto y escuchado, pero es un desorden monumental, producto de una mala regla, una pésima solución informática, y una inexistente comunicación del SAT.
Urge que resuelvan esto: salgan a explicar, y construyan sistemas útiles.
Fuente: elfinanciero.com