Se acerca el momento de que los oaxaqueños votemos por los candidatos de nuestra preferencia para presidentes municipales, diputados y gobernador de nuestro Estado. Decidir sobre quien o quienes deben representarnos no es solo cuestión de simpatías o preferencias físicas, puesto que no se trata de un concurso de belleza ni ejemplo que lo parezca, aunque, a decir verdad, la imagen en los procesos electorales cuenta y mucho, y en ese sentido la actividad de los medios es fundamental.
La etapa de pensar, de reflexionar, acerca de quién o quienes deben representarnos es precisamente la que Oaxaca, al igual que otros 12 estados de la República, están transitando en estos momentos de negociaciones, de rumores, de ataques sin ton ni son, de uso de documentos truqueados, de amenazas, de equivocaciones, de compra de votos, de conformar marrullerías para usarlas el día de la elección para en caso de perder arrebatar.
Es, en consecuencia, el momento de pensar, de estudiar los perfiles, las cualidades y virtudes, como la experiencia y honradez de quienes pretenden representar al pueblo.
“Cuando se hace una estatua, no se puede estar siempre sentado en el mismo lugar; hay que verla por todas partes: de lejos, de cerca, desde arriba desde abajo, en todos los sentidos”, recomendaba Montesquieu en sus Cuadernos y Cartas Persas (1721) que tanto éxito tuvieron en la época de La Regencia.
Y, efectivamente, el autor del Espíritu de las Leyes comentaba en su texto que el pueblo es formidable cuando de decidir sobre quien los debe representar y confiar la autoridad, no para robar y saquear al pueblo, sino para beneficiar a quienes han confiado en ellos otorgándoles su voto y su confianza. El pueblo, no tiene porque ignorar u olvidar hechos que lo han ofendido y que por sí mismos caen bajo la razón y el uso del sentido común.
Los pueblos saben muy bien quien o quienes los han abusado, quienes les han quitado sus tierras y el dinero del Estado para sus propios beneficios, quienes han convertido las arcas del Estado en botín de pandillas a cambio de continuar en la silla del poder. Los pueblos se han quedado sorprendidos al descubrirse las riquezas de aquellos que les han mentido y prometido a cambio de sus votos.
Todos estos han sido abusos que son hechos que deben ser suficientes para que el pueblo decida con certeza por quienes votar el día de la elección desde un edil hasta el gobernador.
De ser así, de actuar con plena conciencia, el pueblo oaxaqueño enfrentará un reto electoral que, probablemente, será el más competido en los últimos tiempos y la diferencia de votos entre las principales fuerzas políticas del estado serán mínimas por lo que deben ser cuidadosamente vigiladas por la autoridad electoral.
Hay amenazas por parte de otras fuerzas en el sentido de boicotear las elecciones como las anunciadas por la Sección 22 de la CNTE o las de Morena que ya adelantó el fraude, o bien la que presume que las elecciones se resolverán por la vía judicial al haberse encontrado varias anomalías documentales en algunos candidatos.
Sea como fuere, las elecciones serán reñidas y competidas, a pesar de los peligros serios que las amenazan como son; la manipulación de la información de varios medios a favor de tal o cual candidato; la actitud de enfrentamiento entre los equipos de campaña de los candidatos; la desconfianza de la ciudadanía; las impugnaciones partidistas; las declaraciones anticipadas de la autoridad electoral (IEEPCO) pisoteando las constituciones federal y estatal; el fantasma del fraude y el péndulo de la corrupción e inseguridad son, todos ellos, signos que obligan a reflexionar y a estudiar y observar cuidadosamente la Estatua de Montesquieu.
El resto, son fuegos fatuos.
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