“No consiste todo en redactar leyes buenas en si mismas; es menester también examinar si el pueblo al que se destinan tiene condiciones para soportarlas. Al legislador le corresponde captar ese momento fugitivo.” J.J. Rousseau
La inseguridad en México es grave problema que crece día a día con velocidad inusitada. Los feminicidios y agresiones a las mujeres, por ejemplo, se multiplican como plaga contagiosa en lugares de transporte público, en las calles, en restaurantes, en plazas públicas, en todo lugar donde la vigilancia policiaca es ineficaz; a pesar de la gastada frase: “estamos trabajando en ello”, como repetidamente lo comentan las autoridades gubernamentales.
La realidad es otra, la inseguridad crece y no hay autoridad ni institución que la detenga. Pareciera, como si la ciudadanía no contribuyera con sus impuestos para recibir a cambio servicios públicos eficaces como son el agua, la luz, el gas, seguridad policiaca, bomberos con equipos modernos, escuelas seguras, guarderías, estancias infantiles, actividades culturales y el resto de programas y servicios sociales que un país como el nuestro necesita.
Recibir los servicios federales, estatales y municipales no son, de ninguna forma, caridad, limosna, concesión o gesto bondadoso de las autoridades en turno; por el contrario; implementar, crear, construir y cumplir con las responsabilidades es parte del trabajo al que se comprometieron los funcionarios al momento de tomar posesión del cargo público para el que fueron nombrados.
De manera, que la creciente inseguridad que se padece en el país, es a causa de que algo está fallando en la maquina del Estado; de que varias acciones de gobierno no están funcionando. Tal es el tema de la Guardia Nacional, que hoy, precisamente, se está legislando el perfil civil o militar que guardará la Guardia Nacional.
Perfil que llegó, a San Lázaro, desgastado a causa de explicaciones que han confundido más y más a la nación y hasta a los que se enredan explicando que la sobada Guardia es “militar, pero que no es militar, pero que será civil, pero formada por militares que se volverán civiles, que será civil y militar, pero más civil que militar, de todas formas, aun siendo de origen militar será también civil aunque con mandos militares” (Durazo).
¿Usted entiende esto? Lo dudo, pero si esto es apenas el prólogo de la truculenta novela de poder; no es difícil imaginar lo que será el Frankenstein que, con cachitos del Ejercito, de la Marina, de la Policía Militar, de la Gendarmería y de la Policía Federal, dicha Guardia Nacional será civil.
Ofende dirigirse a la nación como si se tratara de explicar a menores de edad lo que no tiene lógica, aunque sí, antecedentes oscuros que se dieron en Chile, Argentina, Uruguay, Brasil, Venezuela, Cuba, Haiti, y varios más…
Por ello, el legislativo mexicano tiene hoy un reto delicado: La Guardia Nacional.
Dependerá del voto legislativo el acierto y funcionamiento de una ley que autorizará a la Guardia Nacional a proporcionar seguridad y protección. Esta será su misión. Cualquier otra actividad estaría fuera de la ley y en contra de la nación.
Los legisladores de oposición han estado de acuerdo en la formación de este cuerpo de seguridad nacional, pero a condición de 3 factores: Que la G.N., sea civil; que los militares que la conformen regresen a los cuarteles a los 4 años, y que los estados formen dichos cuerpos de seguridad.
El tema es delicado y riesgoso, por ello, la ONU ha expresado recomendaciones, a través de la Oficina del Alto Comisionado en México en voz de Jan Jarab, quien en 3 ocasiones ante las cámaras legislativas ha explicando lo siguiente:
“Para la ONU—DH, la intervención de las fuerzas armadas en tareas de seguridad debe estar sujeta a un régimen estricto de temporalidad (como también lo han planteado otros organismos internacionales, como la Corte Interamericana de Derechos Humanos en una sentencia contra México), pues ésta es de carácter excepcional por corresponder a autoridades civiles la responsabilidad en materia de seguridad pública”.
Jan Jarab advierte de los riesgos que se pudieran dar al detener a presuntos sospechosos en instalaciones militares, toda vez que instancias nacionales e internacionales tienen documentado que las sedes militares se han convertido en espacios para prácticas de tortura y tormento, advertencia de capital observancia, sea civil o militar la Guardia Nacional.
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