Terminado el engendro del INE llamado precampañas del que cualquier alumno de Administración Pública y Ciencias Políticas dudaría presentar a sus profesores como ante proyecto de tesis, le sigue ahora la etapa de veda en la que los precandidatos como que pueden, pero no pueden promover votos a su favor.
Veamos: en entrevista para un diario nacional, Andrés López aseguró que él terminará con la corrupción cuando sea presidente de la República.
Suena difícil de creer pues los milagros están en el dominio de Dios, del cielo, de los ángeles y querubines, de los santos, de aquello a lo que no tenemos acceso en lo terrenal; por eso es celestial, es verdad o mito de las religiones; del ojalá (que viene del árabe law sha’a Allah, que significa “si Dios quiere”).
Los milagros no están en el marco de nuestro poder que nos permite hacer cosas, cambiarlas, transformarlas, modificarlas, para bien o para mal, y solo los charlatanes presumen hacerlos. Por tal motivo Andrés López optó por curarse en salud y aclarando: ”yo no hago milagros, pero yo solo acabaré con la corrupción”.
En que quedamos, ¿Andrés López hace o no milagros? Aunque probado está que ni el Presidente Juárez pudo terminar con la corrupción.
Hay países como el nuestro que dejaron crecer la hidra de la corrupción que hace ya tiempo estrangula a gobiernos y a la nación hasta devorarlos.
Nadie escapa al sistema construido y renovado cada sexenio, por lo que en tanto el país crece a la hidra le nacen más tentáculos para continuar alimentándose con los gusanillos que conforman el conjunto que practica y fomenta la corrupción gubernamental en todo un país. Es ya un sistema nacional.
De tal suerte, que cuando Andrés López dijo que él solo terminaría con la corrupción, debió haber tenido en cuenta que la nación ya no está para tales ocurrencias como para creer que “Un solo hombre” tenga el poder para acabar con una metástasis que alcanzó a casi todo el cuerpo del Estado.
No, esa tarea de gigantes es de todos no solo de uno solo, es del Estado y de las leyes que el legislativo emita, no a modo, como hasta ahora, que son legislaciones que toleran casi todo, incluso hasta ex gobernadores que todavía están sueltos alimentando la hidra.
En ese sentido me parece que hay un sector que es pieza clave en los problemas y retos que enfrentan a diario las naciones; me refiero a los intelectuales que recientemente fueron descalificados por Andrés López, aunque ya los perdonó e inclusive les ofreció disculpas.
En su ensayo, “The Commitment of Intellectual” (Monthly Review, Mayo, 1961), Paul A. Baran señala que la característica principal de los intelectuales es la búsqueda de la verdad, de la realidad y del valor para aceptar los significados en la teoría y en la práctica; lo que nos conduce a pavimentar el rumbo hacia la toma de desiciones pragmáticas y positivas, lo cual equivale a tener un pensamiento crítico sin tener limites, trátese de quien se trate, no importa que sea el presidente de la nación.
El deber del intelectual es decir la verdad y criticar lo que no avanza, lo que está equivocado, lo que favorece sin haber méritos honestos; lo que está fuera de la ley. Es ahora, precisamente, cuando el intelectual tiene que actuar haciendo lo que sabe hacer: criticar, escribir, enseñar, pensar, solo eso, pensar para resolver el problema que tornó corrupto al poder en México y que, por ahora, ha sido imposible detenerlo pues la corrupción y la violencia nos ahogan y nos mantienen con temor, inseguridad e incertidumbre porque tolera que las arcas de la nación hayan sido asaltadas en varios Estados del país por las rapiñas de los gobiernos en turno.
No solo Andrés López, ni José Antonio Meade, ni Ricardo Anaya, ni cualquiera que llegue a ser presidente de México podría solo terminar con la corrupción, y menos con la violencia de los cárteles como el Jalisco Nueva Generación que recién manifestó su presencia en Ciudad de México, aunque lo niegue el todavía jefe de gobierno, Miguel Angel Mancera; las narco-mantas aparecidas en Periférico Sur ponen en tela de duda las declaraciones del gobernante.
En consecuencia, esta última ocurrencia de Andrés López, como parte de su precampaña, nos da idea de como se manejaron los rounds de sombra que los aspirantes practicaron y que les dio idea de lo que será la batalla final de la que ya no hay regreso ni forma de corregir los errores cometidos y menos para emitir ocurrencias como si fueran un Trump cualquiera que no piensa antes de hablar.
En adelante, hay que leer el guión, haber limpiado el buró de asesores que son verdaderas rémoras que solo para ellos aportan, el caso de José Antonio Meade está clara la deficiencia del equipo de campaña y del doble juego que algunos personajes de su equipo están jugando con otro candidato.
En consecuencia, algo dejó, para algunos aspirantes, el engendro electoral llamado precampañas y hay que aprovecharlo.
@luis_murat
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