La incertidumbre que reina a escala internacional, con su epicentro en la crisis de la banca española y los problemas de solvencia de Grecia, se han manifestado a través de la volatilidad de la cotización del peso frente al dólar.
La depreciación del peso frente a la divisa estadunidense ha generado llamados a que se revise el régimen de libre flotación, cuyo mecanismo establece la cotización del peso de manera natural por la oferta y la demanda.
“La moneda mexicana se deprecia porque todos quieren dólares para sacar sus activos del país (…). Es muy probable que muchas empresas norteamericanas o europeas quieran concentrar sus recursos en sus casas matrices o tener inversiones más seguras en bonos del Tesoro de Estados Unidos”, explicó Mario Cancino, director de Inteligencia Pública, empresa de consultoría para finanzas públicas.
Sin embargo, el mecanismo de subastas que aplicó el Banco de México el pasado 31 de mayo comenzó a revertir la tendencia, al evitar que la falta de liquidez en el mercado de dólares contribuyera a la apreciación de la moneda mexicana.
En la jornada de ayer el dólar en ventanilla cambiaria se vendió en 14.10 pesos por unidad en promedio en los bancos del país. El tipo de cambio spot (al mayoreo), de acuerdo a datos del Banco de México, finalizó en 13.9650 unidades a la venta, lo que implicó para la divisa un avance de 1.13 por ciento o 15.97 centavos.
La moneda mexicana ya acumula cuatro jornadas de apreciación frente al dólar, por lo que tiene una recuperación de 2.70 por ciento y se ubicó por primera vez por debajo de los 14 pesos por divisa estadunidense.
Libre flotación y subastas
El esquema mediante el cual el banco central busca evitar una excesiva volatilidad, o que la moneda mexicana sea presa de la especulación de corto plazo, son las subastas.
“Para mí es una señal de que los bancos, los inversionistas, no están tan confiados de que el tipo de cambio siga subiendo constantemente”, dijo Gordillo.
Por ello el Banxico ha logrado transmitir que la volatilidad es temporal y que “no se requieren tantos dólares”, agregó Oscar Jiménez, gerente de la Dirección de Análisis Económico de Casa de Bolsa Multiva.
Modelo extendido
La mayoría de los países utilizan el régimen cambiario de libre flotación, sujeto a la oferta y demanda de dólares, para determinar el valor de las monedas nacionales.
El intercambio de la divisa está determinado por los movimientos de la balanza de pagos, principalmente a través del intercambio comercial internacional, la transferencia de remesas, la inversión extranjera directa y la compra de activos financieros.
“El tipo de cambio flexible cuadra a la balanza de pagos”, dijo Raúl Feliz, especialista del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE).
Sin embargo, una de sus desventajas es la inestabilidad que genera “por el cambio de sentimientos en la inversión global”.
Regimen de cambio fijo
Otros países como China, que es la segunda potencia económica del mundo, conservan un régimen de tipo de cambio fijo, a través del cual las autoridades de este país intervienen de manera directa en el valor de su moneda respecto al dólar. El tipo de cambio fijo provoca que el valor del yuan alcance un precio por debajo del punto de equilibrio entre la oferta y la demanda.
“Sólo en China, por decreto, el yuan está subvaluado para exportar más barato”, señaló Gabriel Pérez del Peral, director de la División de Economía de la Universidad Panamericana.
Así, un tipo de cambio fijo “da la impresión de estabilidad”, aunque está implícita la renuncia de la política monetaria para intervenir en la paridad cambiaria, agregó Raúl Feliz.
La política de subvaluación le ha valido al partido comunista demandas del gobierno estadunidense para modificar su régimen de tipo de cambio en favor de un intercambio comercial igualitario.
El académico de la Universidad Panamericana refirió que EU le solicita al gobierno chino que su moneda esté sujeta al mercado de futuros del yuan, donde se elimina la subvaluación. Este régimen de tipo de cambio también provoca que se acumulen desequilibrios como fue el caso de Argentina cuando su moneda tenía una paridad fija uno a uno con el dólar lo que resultó en una súbita devaluación de más de ciento por ciento el 4 de enero de 2002, lo que llevó al país a la crisis económica más severa en tiempos recientes.
La experiencia mexicana
México ha experimentado con una amplia variedad de regímenes cambiarios. En la primera etapa que considera el Banco de México el cambio fue de paridad fija de 1954 a 1976.
A partir del 19 de abril de 1954 el tipo de cambio se ubicó en una paridad fija de 12 pesos con 65 centavos por dólar, en el contexto de una economía cerrada con una fuerte rectoría del estado.
Esa época coincidió con la expansión económica global de la posguerra y que en México se llamó el desarrollo estabilizador.
Ante una evolución de la economía desfavorable en el último año de la administración de Luis Echeverría, en 1976, el Banco de México determinó cambiar de régimen.
Bajo este esquema había dos tipos de cambio: el de billetes y documentos. El objetivo fue que el Banxico “no necesariamente intervendría en el mercado de cambios para sostener el nivel del tipo de cambio, sólo lo haría para evitar fluctuaciones bruscas”, detalla la institución.
Durante la presidencia de José López Portillo, caracterizada por el auge petrolero que llevó al mandatario a afirmar que el reto económico del país sería la administración de la abundancia, por lo que se disparó el gasto del gobierno y se financió al asumir compromisos de deuda externos que, sumados a una caída en los precios del crudo y un aumento de las tasas de interés, generó una fuga de capitales y una posterior devaluación del peso de 400% en febrero de 1982.
En agosto de ese año, meses antes de que Miguel De la Madrid tomara la presidencia, se aplicó un sistema de tipo de cambio dual, esto es, uno preferencial y otro general. El tipo de cambio preferencial se utilizó para la importación de alimentos y el pago de intereses de la deuda externa pública y privada. Mientras, el tipo de cambio general se fijó por la oferta y demanda de dólares.
Un mes después, entre septiembre y el 20 de diciembre de 1982, el régimen de tipo de cambio se estableció como un control generalizado de cambios, cuyo principal objetivo fue la protección de las reservas internacionales.
Para el 20 de diciembre de 1982 ya con el presidente Miguel de la Madrid, tratando de controlar la crisis se estableció un régimen de control de cambios, caracterizado por un control de mercado y uno libre que se ejecutaron simultáneamente.
La flotación regulada aplicó entre 1985 y 1991 “para adecuar con flexibilidad el nivel de tipo de cambio controlado a las circunstancias internas y externas”.
En el sexenio de Carlos Salinas de Gortari se introdujo el régimen de bandas cambiarias con desliz controlado, que tuvo vigencia hasta diciembre de 1994. Consistió en fijar un piso de banda en tres mil 51.20 pesos por dólar, mientras que el techo se ajustaba 20 centavos al alza todos los días, a partir de tres mil 086.40 pesos por dólar.
El 21 de diciembre de 1994, a unos días de que asumió la presidencia Ernesto Zedillo, los desequilibrios se manifestaron en una súbita devaluación del peso mexicano y un profunda crisis.
Aunque el origen y dinámica de la devaluación de 1994 todavía se debate entre los que culpan a la administración saliente y otros al presidente entrante, la conclusión resultó en un régimen de libre flotación que comenzó aplicarse el 22 de diciembre de 1994 y que rige hasta hoy, en que no ha habido devaluaciones bruscas a pesar de agudas crisis.
Excelsior