Cuando gobernaba el país Carlos Salinas de Gortari, se le ocurrió crear las inútiles comisiones oficiales de derechos humanos.
La intención era arrebatarle la defensa de las garantías individuales a los organismos no gubernamentales, y proteger de toda crítica a los altos funcionarios de su gobierno.
Desde ese entonces a la fecha, las comisiones gubernamentales de derechos humanos han sido un verdadero fracaso y un verdadero atascadero para el país. Con eso de los derechos humanos México anda de rodillas.
Además, parece que todos los comisionados de derechos humanos fueron elegidos bajo las mismas características: son incondicionales de los poderosos o cuando no, de los mismos delincuentes.
Si hacemos un recuento de estos funcionarios, nos vamos a encontrar que la mayoría de ellos tienen vínculos con los dirigentes de la más baja ralea, o complicidad con los grupos subversivos.
Desde siempre han sido absurdas y hasta ridículas las designaciones de los ombudsman locales. Se han entregado los cargos a exprocuradores de justicia, quienes regularmente son los que cometen más atropellos a los derechos humanos. Otros han sido alcaldes, o presidentes del poderoso PRI. Otros más han sido reconocidos extrabajadores de gobernadores. Algunos más tienen demandas laborales por despido injustificado. No faltan, dentro de esta bola de representantes por los derechos ciudadanos, los que han sido acusados de golpear a mujeres. Y otros más han sido denunciados por formar parte de grupos que promueven la pornografía infantil.
Oaxaca no podía ser la excepción. Oaxaca está dentro de la misma categoría. Desde que llegó a la Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca (DDHPO), Arturo Peimbert Calvo, fue muy cuestionado por su falta de perfil académico y su nula defensa por los derechos humanos de los oaxaqueños.
Cuando este señor llegó al cargo, despidió injustificadamente a más de una docena de personas. De ésta manera violentó las garantías de los propios trabajadores de la defensoría. Su historial es largo. Nada más les paso las tres para que sientan su poder: fue denunciado por violencia intrafamiliar y maltrato físico en contra de su exesposa. Nunca se hizo cargo de la pensión alimenticia de su hijo. Además, se le acusó de adulterio comprobado.
En la pericial psicológica que se le hizo, se acreditó que Arturo Peimbert Calvo, hoy defensor del pueblo de Oaxaca, “tiene una personalidad conflictiva, trastornos neuróticos y de tendencias psicóticas: autoritario, manipulador, tendiente a la agresividad, pudiendo agredir física, emocional y verbalmente, falta de control de sus impulsos y hostilidad dirigida hacia el exterior…”
¿Saben para qué ha servido Peimbert en la Defensoría de los Derechos Humanos?, para cubrir los intereses del gobierno del Estado y para desviar recursos económicos. Asimismo, está al servicio de personajes como el exdiputado locales Flavio Sosa Villavicencio, y de los integrantes de la sección 22.
Es por eso que el defensor no ha querido dar la cara para facilitar una declaración al respecto. Es más, su esposa, dijo que su marido había entrado en coma por eso no podía responder. Y cuando se le preguntó a uno de sus achichincles si Arturo Peimbert podía responder a unas preguntas, dijo que se encontraba malito de la rodilla y eso le imposibilitaba hablar.
Después del cierre de los comercios establecidos en Oaxaca, Peimbert, el defensor de los derechos de los Oaxaqueños, tampoco ha dicho ni ha hecho nada por la sociedad, pero cuando se trata para defender a los violentos, ¡qué tal!
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