Parece que, en lo que llega 2018, el gobierno federal y el de Oaxaca impulsan un perverso doble juego del bueno y el malo, para la implementación gradual de la reforma educativa. Lo que más llama la atención, es que la propia Sección 22 del SNTE ha permitido y alentado ese juego. Por eso, mientras llegan los tiempos electorales, todos simulan hasta donde sea necesario para mantenerse políticamente vivos.
En efecto, varias son las coordenadas que deben considerarse respecto a la relación actual de la Sección 22 con los gobiernos federal y de Oaxaca. Por un lado, el magisterio democrático oaxaqueño ha mantenido su política de hacerse presentes entre los oaxaqueños, pero sin incrementar la intensidad de sus acciones. Ello quedó claro durante todo el mes de agosto, en el que integrantes de la Sección 22, y de las organizaciones de normalistas, se movilizaron casi de manera permanente en la capital oaxaqueña pero sin intensificar sus acciones.
¿Qué buscaban? Evidentemente, lo único que querían conseguir —y vaya que lo lograron— fue que el gobierno y la ciudadanía oaxaqueña tuvieran bien presente que ellos estaban ahí, y que había pendiente de resolver —como desde hace 37 años— un enorme pliego de demandas del que son responsables, según su lógica, los gobiernos federal y oaxaqueño.
Por esa razón, la Sección 22 se movilizó durante todos los días en que ocurrieron las fiestas de los Lunes del Cerro, y continuó haciéndolo cotidianamente a lo largo de todo el mes de agosto en la capital y en el interior del estado. En el fondo, la Sección 22 nunca quiso movilizarse de manera masiva y contundente, como sí lo hacen cuando tienen en la mira objetivos importantes. Más bien, lo que trataban de hacer era incrustar su presencia en los momentos importantes de la vida cotidiana de los oaxaqueños, incluyendo incluso el tema del no regreso a clases, que pusieron en entredicho aunque luego lo desecharon. Así, todas sus movilizaciones fueron más bien testimoniales y para hacer “presencia de marca” aunque sin ninguna intención concreta, a pesar de que sí había temas importantes en su agenda política.
De hecho, uno de sus temas más relevantes, por el que sí pudieron haber emprendido una manifestación masiva, fue el de la realización de un nuevo examen de evaluación y selección de personal por parte del Servicio Profesional Docente. Durante los meses previos hubo un nuevo proceso de selección y en este mes que termina se entregaron poco más de 360 nuevas plazas de maestro en la entidad.
Por eso, frente a eso que sí podría ser considerado como una afrenta para los intereses del sindicato magisterial, la 22 decidió hacer también movilizaciones testimoniales pero ninguna acción contundente. Queda claro, pues, que ellos también están jugando con sus tiempos, y que buscarán presionar al gobierno cuando sea estrictamente necesario. Pero no ahora.
Pues en realidad, con esas movilizaciones pareciera que la Sección 22 está evadiendo la evaluación de fondo de su propio desempeño, y de sus logros. No olvidemos que las bases magisteriales están compuestas por sectores moderados y radicales. Los primeros son los que impulsan estas movilizaciones representativas, para que los segundos no tengan razones para acusarlos de entreguistas, gobiernistas, revisionistas.
Al final, con eso, todos juntos evaden la posibilidad de pasar por una revisión de fondo a sus métodos de lucha y resultados contra la reforma educativa. En esa evaluación, evidentemente, saldrían reprobados tanto la dirigencia actual, como la previa, ante el lento pero inminente avance de la reforma educativa.
EL BUENO Y EL MALO
En todo esto, parece que el gobierno federal, y el de Oaxaca, siguen jugando al bueno y al malo. ¿La razón? Porque mientras uno parece ceder, el otro aprieta irremediablemente. Pues por un lado, el gobierno de Oaxaca ha seguido avanzando en el diálogo que mantiene con la Coordinadora y la Sección 22, el cual tiene como telón de fondo la promesa de impulsar un proceso de gobierno “bilateral” con el magisterio en materia educativa. Esa promesa se ha visto cristalizada en ciertas canonjías que el gobierno estatal le ha permitido a la 22, pero que no alcanzan —y no ojalá no lo hagan— en lo que corresponde a la administración de la educación básica, media básica y media superior que está bajo la influencia de la Sección 22.
Así, mientras el gobierno de Oaxaca parece decidido a cogobernar con la 22, cuando menos en el papel, el gobierno federal ha ido avanzando en una lógica distinta. Ellos se han dedicado a implementar silenciosamente algunos aspectos de la reforma educativa que la Sección 22 se resiste a reconocer.
En noviembre de 2015 realizaron su primer proceso de evaluación docente, y éste ocurrió en medio de un enfrentamiento en las inmediaciones de Ciudad Administrativa. Las posteriores se han realizado en otras entidades y a través de operaciones más discretas. La realidad apunta a que aún con la resistencia aparente del magisterio, de todos modos se han ido realizando los procesos de selección y que cada vez se aceptan más las condiciones de la reforma educativa por parte de los mismos trabajadores de la educación.
A estas alturas, el riesgo que existe es que, por un lado, la federación “suelte” el proceso lento pero constante que lleva con la reforma educativa gracias a una eventual candidatura presidencial de Aurelio Nuño por el PRI —cuestión que como apuntamos en este espacio el lunes 14 de agosto, pavimentaría la cuenca del descontento que sería la región sureste del país por la influencia de la Coordinadora, y su resistencia a la reforma educativa de la que el propio Nuño es insignia—; y que, por el otro lado, las propias circunstancias políticas llevaran al gobierno estatal a ceder en su promesa —demagógica— de la “bilateralidad” en el cogobierno con la Sección 22, no sólo en materia educativa sino también en lo que se refiere a la gobernabilidad, ya que en Oaxaca la 22 es un factor indispensable también en ese aspecto.
Al final, mientras no termine el doble juego y se administre correctamente, parece ser benéfico para todos —incluso para la 22, en el corto y mediano plazo. Ese equilibrio se romperá a finales del año, cuando México se inunde por la elección presidencial. Para comprobarlo, es sólo cuestión de esperar.
EGOÍSMO
El que tiene mucha gente con su ciudad: Oaxaca está hecha un enorme muladar, y la gente saca su basura a la calle para que se pudra ahí, y no en su casa. Bien: que afecte a otros, mientras no sean ellos. Qué gran acto de “solidaridad”.
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@ortizromeroc