“La Bestia” conspiró en contra de ellos, se retrasó, no llegó. Sus fríos y tenebrosos vagones no los quisieron trasladar en esa ruta del “terror”, prefirieron que el calor humano de los oaxaqueños y sus manos solidarias les brindaran la ayuda necesaria para hacer menos doloroso el camino que tienen que recorrer en busca del “Sueño Americano”.
Así, el trayecto Chauites, Juchitán e Ixtepec se convirtió en “un paraíso” por más de cinco horas. El tren carguero que debió iniciar su recorrido del Estado de Chiapas pasar por Oaxaca y con destino final Veracruz no salió, pero fue sustituido por dos autobuses cómodos y sin el temor de que los más de 70 centroamericanos que participaron en la caravana “Paso, paso hacia la paz” fueran detenidos, violentados y vejados por los grupos del crimen organizado y las propias autoridades de los tres niveles de gobierno.
La necesidad de cambiar una vida miserable por una llena de futuro impulsaba minuto a minuto el objetivo de los migrantes adultos y niños, quienes no llevaban más que en sus bolsillos percudidos la “esperanza” de dejar atrás el dolor y la humillación.
Los rostros reflejaban la alegría, la tristeza el dolor pero sobre todo la fe en Dios de que pronto estarían en un lugar “no menos difícil” pero con mejores oportunidades de trabajo de solvencia económica y muchas otras cosas más.
Las fuerzas y voluntad de “los hermanos” no cesaron a pesar de que muchos de ellos sólo saben por historias de vida a lo que tendrán que enfrentarse en su camino; ante este panorama a más de un oaxaqueño se le erizo la piel, la emoción y la impotencia de no poder hacer más que brindarles comida y agua, salió a flote.
Luis, la cara del optimismo
La caravana “Paso, paso hacia la paz”, no sólo dejó en territorio oaxaqueño historias difíciles también mostró la cara del optimismo, de las fuerzas y la voluntad de continuar en esta ruta para alcanzar el famoso “Sueño Americano” a pesar de cinco deportaciones.
“¡Anda mira hacia arriba disfruta las cosas buenas que tiene la vida!”, era una de las estrofas de una melodía que sonaba en el casino de Cahuites en Oaxaca, mientras Luis era concreto al sostener: “No le puedes pedir a Dios un carro de lujo porque no te lo va a dar, él sólo te va a dar lo necesario. Yo tengo la esperanza de llegar otra vez a los Estados Unidos”.
Después de un largo recorrido de Arriga Chiapas para arribar a territorio Oaxaqueño, el hombre de tez morena, ojos saltones y con la esperanza puesta en el corazón y en sus hijos relató que el ya había saboreado las ventajas de estar en la Unión Americana.
Con su peculiar acento que los distingue, el hombre que horas antes había charlado con el gobernador del estado Gabino Cué Monteagudo a quien repitió en constantes ocasiones que los oaxaqueños eran solidarios y lo que tenía que cambiar era la forma de ejercer el poder desde sus autoridades, reía y soñaba con estar pronto con su familia que lo espera allá en donde las barras y las estrellas ondean en lo alto.
“Gracias a Dios a mí nunca me ha pasado nada malo; desde que escuche del secuestro que se dio en contra de los migrantes decidí viajar por las combis y autobuses. Al imaginar las cosas que tienen que pasar mis compañeros que viajan por el tren si me da temor”, dijo.
Y es que el tren carguero “La Bestia”, confluyen muchas historias algunas de terror de temor pero también de esperanzas, de bondad y amor.
Luis también admiraba la deposición y la solidaridad que cada uno de sus paisanos le brindaron en territorio oaxaqueño: “Mi hermano me buscó para decirme que pasaba por mí en una hora: él medio zapatos y ropa no lo podía creer poco después lo busque porque había intentado pasar pero lo detuvieron”.
“La migra me dijo que era como un pescador que tenía que pescar para poder dar de comer a sus hijos, que ese era su trabajo”, expuso al relatar cada uno de los episodios de sus cinco deportaciones, las cuales no han sido ningún obstáculo para frenar sus sueños.
Hoy, Luis tiene que enfrentarse a uno de sus peores temores: La Bestia que pronto pasará cerca del albergue “Hermanos del Camino”, en donde ahora duerme para poder llegar a Veracruz y emprender otro viaje quizá más largo y doloroso con la única convicción de abrazar a sus dos hijos.
Labor titánica
Su nobleza, su espíritu luchador que no se doblega ante una serie de amenazas de muerte que ha sufrido por defender a los migrantes centroamericanos han convertido al párroco Alejandro Solalinde Guerra “en un hombre de admiración y ejemplo”.
El padre quien ha luchado incansablemente defendiendo los derechos de los “hermanos”, exigió garantizar el respeto, la no vejación y la violación de los hombres, mujeres y niños quienes pasan por territorio Oaxaqueño.
Luego de haber concluido con la caravana “Paso a paso hacia la paz”, el párroco reconoció que después de Oaxaca a los migrantes les espera “violaciones, vejaciones y muchas cosas más en el estado de Veracruz, es triste decirlo pero así es”.