Hace unos días el INEGI publicó las cifras más recientes acerca de las variaciones de la producción nacional, a partir de lo cual se sabe que el crecimiento fue de 3.92% en el 2012, mientras que en el 2011 se creció al 3.8%, 5.5% en el 2010 y se sufrió una caída severa en 2009 del 6%; para no hacer la historia larga, en lo que va del 2008 al 2012 la economía creció en promedio anual 1.7%, cifra que se sitúa bastante lejos del nivel potencial (se estima que es en promedio del 5%). Atendiendo a lo anterior, la pregunta que muchos economistas se han hecho por varios años es: ¿Cuál es la naturaleza y causa de este pobre desempeño? La respuesta lejos de ser un misterio ya tiene respuesta, el problema se encuentra sobre-diagnosticado, se sabe la causa, pero las autoridades y en general todos los agentes seguimos actuando de forma que es contraria al fomento del crecimiento económico, piedra angular de la generación del empleo e ingreso.
El misterio no es qué causa el pobre crecimiento en México, el misterio es porque no somos capaces de actuar en la dirección requerida, de implementar las acciones que conducen a una ruta de acumulación sostenida y dinámica de la producción. Hoy en día, gracias a años de estudio, de rigurosidad científica, los especialistas en crecimiento reconocen que lo que se requiere es, entre otras cosas, de un decidido impulso a la inversión en capital físico; inversión pública; capital humano y calidad educativa; desarrollo tecnológico e innovación; un ambiente competitivo; el impulso a sectores industriales capaces de generar encadenamientos productivos hacia adelante y hacia atrás; un entorno sano para los negocios; respeto a los derechos de propiedad; cumplimiento de contratos; eficiencia del sistema judicial y calidad gubernamental, así como una política macroeconómica contra-cíclica.
Este conocimiento se encuentra consignado en diferentes revistas de investigación científica publicadas en México y en el extranjero, es resultado de investigaciones que incluso han contado con el financiamiento de las autoridades. Se ha presentado infinidad de ocasiones en eventos académicos, reuniones con actores políticos y empresarios, en foros organizados por la sociedad civil, es objeto permanente de debate en los medios de comunicación. No obstante, los actores, particularmente políticos parecen hacer caso omiso a las recomendaciones, continúan actuando bajo un enfoque de permanente simulación que nos condena al atraso y la miseria permanente (véase el caso del “niño” verde).
El misterio del crecimiento radica en la escasa transformación de las ideas que la comunidad científica mexicana genera en líneas de acciones específicas y concretas que hagan realidad las estimaciones y proyecciones de los modelos planteados. Ahora mismo, junto con diversos estudiantes de pregrado y posgrado me encuentro desarrollando modestas investigaciones para determinar el rol jugado por distintos factores en el crecimiento económico regional mexicano. Estoy seguro que encontraremos resultados interesantes, que serán consistentes con la mayor parte de la literatura científica, lo que me preocupa es que va a pasar después, la aplicación de este trabajo de construcción del conocimiento.
Si en repetidas ocasiones los estudiantes observan que el conocimiento generado en los centros de investigación y las universidades no encuentra aplicación, terminan por considerarlo inútil y de poco valor, dejándolo a un lado. De hecho creo que esto ya está ocurriendo desde hace algunos años y en ello radica parte de nuestro problema. Nuestro sistema educativo ha sido incapaz de modernizarse y estar acorde con las exigencias que plantea el capitalismo global.
En esencia, la pobreza de nuestro sistema educativo es la explicación determinante del bajo crecimiento en México. Apenas ahora estamos enfrentados a cambios en el nivel básico, que aunque se presentan como reforma, son apenas arreglos que terminarán maquillando el problema de no someternos todos a una auténtica reforma que impacte en la infraestructura, docencia, administración, gestión y vinculación del sistema educativo.
En aras de fortalecer mi línea de argumentación en relación al crecimiento económico, le comentaré las cuatro conclusiones que la OCDE presenta para México en un documento que llegó a mis manos gracias a mis amigos de la Fundación Friedrich Naumann en México (Economic policy reforms. Going for growth 2013, disponible a través de mi portal web). En primer lugar se señala que la brecha existente del PIB per cápita mexicano con relación a los países más ricos de la OCDE es resultado de una baja productividad laboral, los mexicanos somos trabajadores pero poco productivos.
En segundo lugar se establece que la reforma en favor de la competencia establecida en 2011 ha sido insuficiente; ya todos sabemos la razón, los cambios en la ley no necesariamente se traducen en acciones concretas, ya que las instituciones formales son sumamente inflexibles –la fuerza de la costumbre. También se asegura que siguen existiendo obstáculos a la inversión extranjera directa. En tercer lugar, se apunta que es necesario elevar el rendimiento escolar y reducir la informalidad laboral para elevar la productividad. Adicional, se menciona la importancia que tiene la mejora de las instituciones jurídicas para hacer que los negocios operen bajo un escenario de certeza y confianza. Finalmente, se concluye que es necesario reducir la desigualdad, ya que ello promoverá un mercado interno mucho más robusto que puede contener los embates externos.
Para terminar mi opinión de esta ocasión, quiero decir que el crecimiento económico es una meta que debería de ser prioridad tanto en el discurso como en los hechos. El actual presidente de México está generando discursos optimistas, en los que toma en cuenta el conocimiento generado, pero existen serias dudas acerca del valor de lo que dice ya que antes de ocupar el cargo de máxima responsabilidad en el gobierno mexicano fue gobernador y la entidad que administró terminó tremendamente endeudada y aunque no con más problemas si con los mismos. Algún defensor dirá que no tenía las herramientas a su disposición y vaya que las tenía, tanto así que ocupo los recursos públicos para promover su imagen. Esperemos que el tiempo no me dé la razón y este presidente deje atrás el misterio del crecimiento y podamos hablar del milagro mexicano y la forma en la que se presentó.
Había dicho que era el fin, pero me arrepentí, ya que el párrafo con el que pensaba cerrar deja toda la responsabilidad a las autoridades, lo cual es totalmente inapropiado, ya que como tanto se ha dicho, el cambio somos todos y en nosotros radica la posibilidad de crear instituciones que impulsen las políticas pro-crecimiento y empleo que tanto necesitamos. Dedico esta participación a mis estudiantes de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez que motivan mi labor y me permiten dialogar y disfrutar de la ciencia económica. También a mis cuatro lectores, como dice el maestro Catón.
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* Profesor en economía de la UACJ, Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI)