La llegada del sargazo significó un duro golpe para los integrantes de la Asociación de Hoteleros de Cancún y Puerto Morelos, cuyos niveles de ocupación cayeron hasta 75% a principios del mes de julio de este año, en comparación con el 90% que registraron en 2015. Pero, para el medioambiente, el saldo podría ser todavía más negativo, pues comienza a resentir los daños colaterales del arribo de estas algas.
En 2018, llegaron a las costas del Caribe cerca de 500,000 toneladas de esta flora marina, y la Red de Monitoreo de Sargazo en Cancún pronostica que, para finales del 2019, podrían haberse acumulado cerca de 800,000 o incluso 1 millón de toneladas, lo que podría generar múltiples problemas al entorno.
Uno de los efectos colaterales más dañinos es que entre 30 y 40% del Sistema Arrecifal Mesoamericano quedó infectado con una enfermedad denominada Síndrome Blanco, la cual mata a los organismos que lo integran. Ésta es la segunda barrera de coral más grande del mundo y tiene una extensión de aproximadamente 1,000 kilómetros, la cual abarca cuatro países: México, Belice, Guatemala y Honduras.
Este problema surge porque el sargazo muerto desprende ácido sulfhídrico y azufre, que acidifica el agua del mar y perjudica el carbonato de calcio que compone el esqueleto de los arrecifes, además de que resulta nocivo para la fauna marina, como peces y tortugas.
A esto hay que agregar que los arrecifes son un factor que se debe considerar cuando se implementa una estrategia para retirar las algas del mar, pues pueden resultar dañados. “Por la fragilidad de los arrecifes, el trabajo de los barcos en las zonas con mayor arribo de sargazo puede ser similar al de un montacargas en una cristalería”, dice Esteban Amaro, director de la Red de Monitoreo de Sargazo en Cancún.
Además, el también experto en hidrobiología enfatiza que, si las algas se retiran al llegar a la playa y se depositan en rellenos sanitarios o tiraderos, el azufre que desprenden en el proceso de descomposición produce lixiviados (líquidos que se generan en la putrefacción), con un alto componente de metales pesados, los cuales se filtran al manto freático y contaminan el agua.
Sin estrategia clara
En junio, el presidente Andrés Manuel López Obrador declaró, en conferencia de prensa, que el sargazo no era un problema “gravísimo” y que se tenía un presupuesto de 52 millones de pesos (mdp) para combatirlo, el cual sería administrado por la Secretaría de Marina.
Sin embargo, los esfuerzos están desperdigados y no hay una visión conjunta que considere el daño ambiental, denuncia Amaro. Y ejemplifica que, a nivel federal, se percibe como un reto de contención del alga en el océano, que los hoteleros lo que buscan es limpiar las playas, y emprendedores y activistas analizan los usos que puede dársele.
“No hay una estrategia conjunta de corto o largo plazo. El impacto en el medioambiente es un problema desbordado y pareciera que nadie quiere ‘tomar al toro por los cuernos’”, insiste. Agrega: “El gobierno local señala que no hay recursos, mientras que la iniciativa privada trabaja en labores de limpia; cada cual hace esfuerzos por separado… y los hoteleros son prudentes en las cifras para no ahuyentar al turismo”.
El aprovechamiento
En este mar revuelto, algunas compañías fueron a Quintana Roo en 2018 a hacer estudios para determinar si el sargazo podía tener alguna utilidad. Cemex lo analizó como posible material para generar algún tipo de concreto. Otras firmas exploran la posibilidad de producir fertilizantes o suelas de zapato. En todos los casos, el reto es similar: los proyectos están en fases experimentales o tempranas y aún no garantizan nada.
Uno de estos proyectos es el de Dianco, una startup que se encuentra en la etapa de diseño final para fabricar maquinaria y establecer una planta que convierta el sargazo en celulosa para producción de papel a partir de una patente mexicana.
El proyecto buscaba, inicialmente, que el alga se tratara para generar plástico biodegradable, pero el proceso arrojó que se puede crear celulosa para la producción de papel, una materia prima que, en México, se importa en su totalidad. “Existe potencial para ser un proveedor completamente sustentable”, afirma Héctor Romero, creador de esta iniciativa.
Los planes de Dianco consisten en establecer una planta con capacidad de procesar 600 toneladas de sargazo al día, con lo que se producirían 60 toneladas de papel. Esta celulosa no sólo serviría a la industria papelera, sino a las industrias de la construcción, petrolífera, textil, farmacéutica y de pirotecnia.
El paso final es completar la inversión faltante (alrededor de 2 millones de dólares) para la planta, que tendría 5,000 metros cuadrados y estaría establecida en el municipio de Benito Juárez, en Quintana Roo.
Además de esta empresa, hay otras iniciativas, como la de la Fundación Renovare, que procesa el sargazo (y otros desechos, como botellas de plástico) para producir suelas de zapatos, o la de los científicos del Centro Interdisciplinario de Investigaciones y Estudios sobre Medio Ambiente y Desarrollo (CIIEMAD) del Instituto Politécnico Nacional (IPN), que comunicaron, en julio, que el sargazo podría procesarse en biodigestores ya existentes para generar biogás.
“De entre las opciones, la utilización de sargazo para biogás representa una de las más viables, pues el resto de los proyectos se encuentra en etapas tempranas, y es importante poner manos a la obra pronto porque el reto crece a contrarreloj”, dice Amaro.
Los estudios académicos coinciden en que el sargazo seguirá arribando en cantidades cada vez mayores, debido a tres factores: 1) la temperatura del agua, que aumenta como resultado del cambio climático; 2) la contaminación de los mares, que funge como nutriente para el crecimiento del alga; y, 3) el aumento de CO₂, que también estimula su crecimiento.
“Antes hablábamos de una temporada de sargazo, pero, en 2019, empezó a llegar desde enero; y en 2018 también llegó (en menores cantidades) incluso en noviembre. Muy pronto no habrá temporada sin sargazo”, añade Amaro.
Los perjudicados por el sargazo
Las empresas que pueden resultar más afectadas en ingresos (según Moody’s y Monex) son:
- Grupo aeroportuario del Pacífico
- Grupo aeroportuario del Sureste
- Volaris
- Aeroméxico
- Playa resorts
- Aeropuerto internacional de Cancún
- Autovía del Mayab (autopista)
Forbes