La verdad, yo no quería contarles la calamitosa experiencia de mi amigo el periodista Oscar Vergara, porque es algo que enoja.
Todo empezó el miércoles 19 de este mes de febrero, cuando él solo fue a internarse a urgencia del hospital del ISSSTE. A partir de ese momento, comenzó a conocer el sadismo de los médicos y enfermeras de esa institución.
Recordar esa desgracia es como remolinear la daga que él y la mayoría del gremio periodístico de Oaxaca, tenemos clavada aún.
Oscar estuvo tres días en ese hospital, poniendo en grave riesgo de su vida. ¿Pero cómo?, se preguntarán ustedes, si estaba en un hospital. Pues eso es lo sorprendente. Todos los hospitales o nosocomios o casas de salud del mundo, son establecimientos sanitarios donde se atiende a los enfermos a quienes se les proporciona un diagnóstico y un tratamiento médico o quirúrgico de acuerdo a lo que cada paciente necesita.
Lo atractivo del Hospital del Issste de Oaxaca, es que no te atienden, no te pelan, y si bien te va, te alojan en un rincón del edificio para que a los ojos de la ciudadanía, este nosocomio, sea calificado como “buena onda”.
La calamitosa experiencia de Oscar en el Issste, se le agudizó mucho más cuando lo tuvieron durante horas en una banca. Ya por la noche, lo echaron en calidad de bulto en una camita de proporciones similares a un burro de planchar. Incluso, una de las enfermeras le decía: “no se mueva porque la camita se va”. O “quédese como está. No trate de acomodarse porque la camita se puede voltear.” Acostumbrado Oscar a nunca estar quieto, ahí tuvo que aprender que a falta de castidad, tuvo que hacer voto de obediencia.
Y como todo el que entra a ese siniestro lugar, a mi cuate Oscar, también le dieron su litro y medio de bienvenida suministrado en una de sus venas del brazo.
Al día siguiente, por la insistencia de mis compañeros periodistas sobre la salud de Oscar, el Director del Issste, Luciano Tenorio Vasconcelos, (quien por cierto es hermano del secretario de Salud del estado de Oaxaca, Germán Tenorio Vasconcelos); el subsecretario de los Servicios de Salud de Oaxaca (SSO), Maurilio Mayoral García; y hasta el jefe de prensa Jadiel López, le aseguraban a mis compañeros que ya se le estaban dando los medicamentos necesarios a Oscar Vergara, para su pronto restablecimiento.
El periodista Said Hernández, quien más cerca ha estado de Oscar, les decía a los médicos que eso de los medicamentos no era cierto, ya que no había ninguna mejoría en el paciente.
Las mentiras de estos médicos del Issste, supongo que las ponían en práctica porque veían en mis compañeros un nopal en la frente de cada uno de ellos, a quienes fácilmente se les podía engañar. En una de esas llamadas que Said le hizo a Maurilio Mayoral, quien por cierto tiene ideas descabelladas, le dijo que dejara de preocuparse, ya que Oscar no tenía nada, que sólo eran sus nervios.
Por los pésimos servicios del hospital, un grupo de periodistas decidieron sacar a Oscar para llevarlo a otro lugar donde verdaderamente lo atendieran. Lo sacaron a empujones porque nunca les quisieron hacer los trámites para que saliera.
Uno de los policías, con tal de que Oscar no se fuera, le apretó el brazo donde exactamente llevaba clavada la aguja del suero.
Ya en el otro hospital, donde mis compañeros internaron a Oscar, después de hacerle varios estudios, el neurocirujano Hugo Sánchez, le dictaminó: infarto lacunar. También le dijo que si se hubiera tardado un poco más en atenderse, seguramente ya estaría trabajando en Sabritas, pelando papitas.
Entonces, aquí viene una pregunta: ¿cuánta gente se muere en el Issste de Oaxaca cada fin de semana? Pues supongo que varios. Primero, porque no hay médicos; y luego, porque tampoco hay medicamentos.
Un día voy a entrevistar a los familiares de los pacientes del Issste para que me cuenten sus penas. Estoy seguro que sobrarán historias y lágrimas por los insensibles servicios de salud que ahí se imparten.
El ISSSTE, no apto para periodistas: Horacio Corro Espinosa
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