El futuro de la izquierda en México: Mario Arturo Mendoza Flores

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La izquierda mexicana se encuentra en estos momentos ante la gran disyuntiva de qué papel asumir ante el reciente reconocimiento que hiciera el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación de la validez de las elecciones que dan como triunfador a Enrique Peña Nieto. Por un lado está el evidente rechazo del candidato de este importante bloque, Andrés Manuel López Obrador a cualquier acción o declaración que abone al reconocimiento del ya señalado Presidente electo. Pero por otro está un grupo importante de Gobernadores en funciones y electos, como Gabino Cué, Miguel Mancera, Graco Ramírez, Marcelo Ebrard, entre otros que aspiran a una izquierda moderna, ideológicamente moderada y con el reconocimiento  hacia las instituciones que reiteradamente el tabasqueño se aferra en descalificar.

 

De ahí que sea todo un reto construir una izquierda, que sin romper con el liderazgo innegable que López Obrador tiene sobre un amplio sector de la ciudadanía, sea capaz de presentar propuestas de avanzada que rompan con esa imagen de beligerancia y de violencia que como estrategia se han encargado de crear en torno a la imagen de uno de los líderes que más se identifica con el progreso de la nación. Sin embargo, esto no es tarea fácil; no cuando un proyecto gira en torno a las personas y no de los ideales, que recurre con frecuencia a lo mismo que la ciudadanía tanto rechaza y que sus adversarios políticos tratan de maximizar precisamente para generar rechazo y animadversión sobre el proyecto de nación que busca entre otras cosas la necesaria igualdad de oportunidades y de desarrollo de todos los mexicanos.

Mucho daño le ha hecho a la izquierda mexicana la utilización de una retórica que pareciera haberse quedado estacionada en el pasado: revolución armada, lucha de clases, repartición de la riqueza son conceptos que si bien son válidos, han servido para confundir y para generar miedo entre quienes aun pudiendo ser sus principales beneficiarios, lo miran con recelo y con temor pues otros se han encargado de decirles que perderían lo más valioso que como individuos tenemos que es nuestra libertad. De ahí que insista que el futuro de la izquierda en México debe considerar la visión y la aportación de todo individuo que vea en la consolidación de los alcances sociales una vía para pasar de la generación de la riqueza a la distribución de la misma. Es momento de terminar con fundamentalismos mal intencionados. Ya México tiene al hombre más rico del mundo, tiene las reservas internacionales más altas de su historia, pero en contraparte sigue teniendo a millones de mexicanos en pobreza y en pobreza extrema, tiene a millones de empleados con un salario que ya no alcanza ni para lo que la propia Constitución establece y tiene grandes rezagos en materia de justicia social, lo que día tras día pone en riesgo la estabilidad de nuestro país. De ahí que se necesite una izquierda actualizada, moderna y de avanzada.

Quizá mientras usted lea éstas líneas estimado lector, el ex candidato de la izquierda Andrés Manuel López Obrador esté anunciando el inicio de lo que él llama “resistencia civil pacífica”, lo que indudablemente será bien recibido por aquéllos que creemos que la política permite establecer los medios para ir encontrando o construyendo las coincidencias que permitan alcanzar los grandes acuerdos que la nación nos demanda y que nosotros necesitamos con urgencia. Ya la izquierda mexicana requiere de la suma de ideas y de propuestas que le impulsen a dar ese gran paso que la hace ver en ocasiones como caduca y obsoleta, a una izquierda renovada y vigorizada.  Hoy los jóvenes, las mujeres nos han dado muestras de organización y de compromiso con sus ideales, por lo que deberemos estar a su altura para encauzarlos por las vías institucionales que les permitan con su participación, fortalecer el esfuerzo y aportación de miles de sobresalientes ideólogos que con su vida y libertad fueron dándole fuerza y vida a lo que hoy se conoce como la izquierda mexicana. Hoy la historia nos presenta una página en blanco para ser escrita con responsabilidad y claridad, no se trata de adivinar el futuro, pero sí de escribir en ella un porvenir que permita el fortalecimiento y la participación de las diferentes corrientes de la izquierda, así como de los Organismos No Gubernamentales y Asociaciones Civiles que muestran identidad con sus principios. Se trata pues, de reforzar lo que hasta ahora se ha hecho, pero con inteligencia y con un compromiso claro hacia quienes más lo necesitan.

Visto así, son pocas las opciones que en lo próximo tiene la izquierda mexicana, continuar por el camino que ha sido minado a costas de sus propios errores y que muchos lo ubican como una izquierda violenta y radical, o abrirse a nuevos métodos de organización y desarrollo que implican necesariamente la inclusión de todo aquél que reconozca que será a través del acceso al poder como se podrán ir dando las soluciones a las demandas de millones de mexicanos que con desesperación miran un futuro hostil para ellos y para sus hijos. No se puede repartir lo que no se tiene, por lo que lo básico es definir cómo y para qué se requiere acceder al poder. Mientras sea la pelea, la descalificación y el encono lo que caracterice a la izquierda, nos estaremos alejando de la oportunidad de servir a quienes creen en un proyecto donde se privilegia la igualdad y el respeto de las causas sociales.

México y sus ciudadanos demandan una izquierda seria, responsable, congruente y sólida en sus principios, que sepa distinguirse de las demás opciones precisamente por su coherencia entre lo que se piensa, se dice y se hace. Apostarle a liderazgos personales o al surgimiento de diversos grupos o corrientes políticas, sólo contribuirá a la fragmentación y disolución de lo que pudiera convertirse en una verdadera opción para los mexicanos. No se trata sólo de aglutinar siglas o institutos políticos en un solo membrete, se trata de establecer nuevas rutas, nuevas opciones que permitan a la izquierda mexicana cubrir con la expectativa de millones de mexicanos que hoy se sienten en el desamparo total.

¿Será mucho pedir acaso?

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