Luego de haber recibido la presidencia del INE como producto de un acuerdo político PRI-PAN en el contexto del Pacto por México del presidente Peña Nieto y como segunda fase del proyecto neoliberal de Carlos Salinas de Gortari, Lorenzo Córdova Vianello fracasó en su objetivo de una sucesión en el organismo al estilo PRI. El Instituto Electoral comenzará su verdadera función: organizar elecciones.
El único objetivo que le fijaron a Córdova al momento de nombrarlo era el de coordinarse con la triada PRI-PAN-Partido de los Chuchos para operar la sucesión en el cargo de consejero presidente y evitar que el presidente López Obrador pudiera influir en esa designación.
Si iba a ser difícil la gestión de un coordinador del Consejo General del INE impuesto por Morena, el modelo de tómbola se ajustó a los objetivos presidenciales: evitar que el bloque político-ideológico opositor neoconservador de Woldenberg-Coparmex-Claudio X. González-PRIANREDE-Instituto de Estudios para la Transición Democrática se quedará con el cargo de consejera presidenta del Instituto durante los próximos nueve años, sobre todo para operar las elecciones presidenciales del 2024 en contra de Morena.
A Córdova le sobró neurosis del micrófono y padeció la exposición mediática, pero en realidad su principal error fue su incapacidad para operar con los partidos opositores una figura salida del espacio intelectual colaboracionista con el proyecto neoliberal del presidente-expresidente Salinas de Gortari. El peor paso en falso de Córdova no fue oponerse a la reforma electoral del presidente de la República y su mayoría legislativa, sino convertirse en el peón de batalla del bloque político Coparmex-Claudio X. e involucrar de manera ostentosa al exconsejero presidente y cacique del INE José Woldenberg como orador oficial de la marcha contra la reforma electoral.
Ante el vacío político derivado de la incapacidad de la Secretaría de Gobernación para cumplir con funciones de promoción a la democracia y la ineficacia del poder legislativo para potenciar su papel como símbolo y eje del sistema de representación política que define la democracia mexicana, el IFE-INE utilizó recursos públicos para asumir las tareas y funciones no de promoción a la democracia, sino de definición ideológica del tipo de democracia liberal que ha potenciado los valores del mercado político como mecanismo de funcionamiento de las relaciones de poder.
En este escenario, el INE de Córdova, Woldenberg y Ciro Murayama Rendón se convirtió en la punta de lanza de una ofensiva político-ideológica del organismo electoral en contra del modelo presuntamente populista del presidente López Obrador, pero a cambio de manipular las reglas de libertad electoral que debieran permitirles a los electores optar por las propuestas de corrientes partidistas, incluyendo al populismo si cumple con las reglas de las leyes electorales.
El INE de Córdova se echó a cuestas la tarea de caracterizar al presidente López Obrador del líder populista tipo Hugo Chávez, a pesar de que el lopezobradorismo se ajustó a las reglas y exigencias del INE, incluyendo la aceptación de la anulación de las candidaturas a gobernador de Guerrero y Michoacán.
El modelo político-ideológico del IFE-INE fue definido por los presidentes Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo y Peña Nieto para utilizar los procesos electorales como mecanismos de legitimación de las corrientes funcionales a la ideología económica del neoliberalismo que definió Salinas, potenció Zedillo y consolidó Peña Nieto con reformas estructurales que trataban de enterrar los resabios del viejo populismo priista.
La reforma electoral del 2014, hija del Pacto por México definido por el PRIANREDE, profundizaba el control del Instituto Electoral por el grupo de Woldenberg-Córdova, aunque reforzado por la Coparmex y los intereses del empresario Claudio X. La continuidad del INE como instrumento de contención de la oposición populista fue la tarea incumplida de Córdova y por lo tanto definió su fracaso como consejero presidente.
Sin el control del INE, el bloque conservador Coparmex-Woldenberg y aliados perdieron su pivote fundamental para las elecciones presidenciales de 2024.
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