José Murat
En la entidad oaxaqueña, todo mundo conoce al exgobernador de Oaxaca José Nelson Murat Casab. Es uno de esos personajes que se le identifica como agresivo, vanidoso, malhablado, irrespetuoso, marrullero, traicionero y práctico. Muchos de los políticos actuales aplican aquella frase de él cuando decía: “vayan, pártanse la madre, y quien quede vivo, viene a negociar conmigo”.
El anterior gobernador a José Murat, fue Diódoro Carrasco Altamirano, quien quería que su sucesor fuera José Antonio Estefan Garfias. A éste lo preparó durante sus seis años de gobierno en diferentes cargos de la administración gubernamental, y en el PRI estatal.
Murat, quiso ser gobernador cuando Diódoro Carrasco, lanzó su candidatura. Frustrado, aseguró que seis años más tarde, él sería el gobernador de Oaxaca, sin importar desde qué partido político lanzara su candidatura. Ante esta amenaza, el presidente de la República Ernesto Zedillo, tuvo que ofrecerle la Secretaría de gobernación a Diódoro Carrasco, a cambio de que José Murat, llegará a la gubernatura y no Estefan Garfias.
A Murat, le encantaba presumir del control que tenía en la entidad. Aseguraba haber puesto los candidatos del PRD para las alcaldías de algunos municipios de Oaxaca.
Él mismo controlaba la prensa. Hablaba personalmente con los directores de los diarios locales, para reclamar su figura en la primera plana.
Al segundo día de su mandato presidencial, Vicente Fox, visitó la ciudad de Oaxaca. Vino a dar posesión a una oaxaqueña que estuvo dentro de su equipo de trabajo. Nunca se imaginó Murat, que el presidente viniera a darle posesión a una persona que no era de su equipo y que era completamente desconocida para él. Hábilmente quiso sorprender a Fox, al decirle que se llevaba, pero prestada, a la mejor mujer de su equipo. Ese fue un golpe al orgullo de Murat. En esa ocasión, demostró frente a su equipo, que no tenía el poder ni el control político como presumía.
Meses después, trató de conseguir una audiencia con el Presidente Fox, pero como no la logró, se plantó por más de ocho horas en el Zócalo del D.F. para que fuera recibido junto con un grupo de empresarios del estado.
Murat Casab, tiene un compadre en Juchitán, se llama Héctor Matus, quien se postuló para presidente municipal y para diputado plurinominal. Dos candidaturas a la vez. El tribunal Federal, lo declaró inelegible, pero el Congreso del estado, encabezado por su amigo Juan Díaz Pimentel, declaró la desaparición de poderes en ese lugar y nombró una administración. El responsable de ese cargo, fue su compadre Héctor Matus.
Gabino Cué, fue el secretario técnico del gobierno de Diódoro Carrasco. Cuando Murat llegó a la gubernatura, en diciembre de 1998, invitó a Gabino a quedarse en el mismo cargo. Gabino, prefirió seguir a Carrasco Altamirano a la Secretaría de Gobernación. Esa fue una ofensa para Murat, y nunca le perdonó el desprecio.
Cué, se desempeñó como subsecretario de comunicación social de la Secretaría de Gobernación. Desde ahí se comenzó a acercar al “grupo Oaxaca”, que encabezaba el exgobernador Jesús Martínez Álvarez.
Cuando Gabino Cué, llegó como presidente municipal de la ciudad de Oaxaca, el gobernador José Nelson Murat, nunca lo invitó a los actos de gobierno ni lo recibió como presidente ni al cabildo en pleno.
La presidencia municipal de Oaxaca, estuvo en poder del PAN durante nueve años, y Murat, a toda costa, quiso recuperar la plaza más importante de la entidad. El candidato de Murat, fue derrotado en la elección interna por Javier Villacaña, hoy presidente municipal de la ciudad.
Esa humillación tampoco nunca la perdonó Murat. Cuando se dio cuenta del potencial y control que Javier Villacaña tenía en las colonias, quiso jalarlo con él, pero ya era demasiado tarde.
Tan tensa estuvo la situación en esa campaña política, que la misma abuela de Gabino Cué, publicó una plana en varios medios de comunicación. Era un desplegado donde le pedía a José Nelson Murat, lo siguiente: “en nombre de la amistad que nos unía”, que dejara en paz a su nieto, y le contabilizó algunos favores que la familia Cué, le hizo a José Nelson Murat, como el darle de comer.
El sexenio de Murat estuvo marcado por muchos escándalos. En una ocasión, a Roberto Hernández Torres, director general del Piñero de la Cuenca, lo comenzaron a seguir para matarlo, por lo que anduvo a salto de mata durante un tiempo hasta que llegó el gobernador a Loma Bonta. Ahí, le dijo frente a toda la gente: Usted le dio la orden a Gustavo Sanatta Gasperín, presidente municipal de este lugar, para matarme. En ese momento, el gobernador zarandeó al presidente municipal de Loma, y le dio un supuesto regaño. A partir de entonces se acabaron las persecuciones y las amenazas de muerte contra el periodista.
En marzo de 2004, Murat se convirtió en el hombre más deshonrado del país por el famoso autoatentado de “la parabrisas” de su vehículo. Así lo dijo: “se me vino la parabrisas encima…”, en el programa de televisión de Brozo. Ese día, aparte de ridiculizado, fue el payasito del programa y la vergüenza para Oaxaca.
En ese ridículo, un elemento policiaco de nombre Rufino Zárate Ambrosio, perdió la vida al caer de cabeza sobre el pavimento de la carretera del cerro del Fortín, donde se había llevado a cabo el atentado contra Murat. La familia, aparte de vivir la pena, jamás fue indemnizada ni recibió algún apoyo económico ni moral por parte de las autoridades gubernamentales.
Nelson Murat, dijo que el parabrisas estaba hecho trisas, pero según imágenes, sólo tenía tres impactos de bala. Cuando llegaron los peritos de la PGR, se encontraron con que el parabrisas tenía dos balazos más y ahora sí, completamente estrellado. Después de supo que el mismo procurador del estado, Sergio Santibáñez Franco, y Erick Heras, a batazos estrellaron el parabrisas con tal de hacer reales las palabras del gobernador.
Murat, acusó a la PGR de politizar las investigaciones sobre el supuesto atentado. “Ahora de víctimas, pasamos a ser perseguidos”, dijo. El PRI, emitió un comunicado donde señalaba que el líder tricolor nacional Roberto Madrazo Pintado, le manifestaba su apoyo.
En julio del 2000, se aventó otra jalada. Dijo haber localizado bajo la mesa del teléfono unos instrumentos sofisticados de comunicación de largo alcance. En esa ocasión dijo que había una conspiración en su contra a través del teléfono, y aseguró que se utilizaba un sistema moderno y de largo alcance. En los medios de comunicación mostraron los aparatos encontrados: un par de caimanes atados a un cable. Seguramente sus asesores aún no sabían que en ese año ya existían las computadoras, los faxes, las llamadas por celular, y que ya había otros sistemas para meterse a los teléfonos. Es más, hasta el Presidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado, Raúl Bolaños Cacho, declaró los hechos de espionaje contra el gobernador, como primitivos y arcaicos. Y la verdad, tenía razón.
Hace 10 años, en la madrugada del 18 octubre del 2004, varias personas salieron desde el edificio de la Cámara de diputados, ubicado en ese entonces frente al parque Llano, con unos bidones de gasolina en la mano. Se dirigieron hacia la caseta de revistas, propiedad del señor Héctor Espinosa, ubicada en la esquina norte del parque, frente a la Iglesia de Guadalupe. Sobre la quiosco, vaciaron los bidones y le prendieron fuego.
Pero no fue la única caseta de revistas incendiada, hubo otras tres más. El incendio intencional a estos expendios, se debió a que el periódico Tiempo, propiedad del gobernador José Murat, y del líder del Congreso Juan Díaz Pimentel, a través de estos hechos de intimidación, querían que su diario se vendiera en todos los estanquillos del estado.
El diputado Díaz Pimentel, visito dos de los lugares incendiados, pero en vez de apoyarlos moral o económicamente ante la pérdida total, sólo les dijo: “¿Por qué no venden el periódico Tiempo?” Yo se los mando.
Oaxaca se indignó por esos hechos y la ciudadanía se solidarizó con el gremio y comenzó a recibir algunos apoyos económicos. El pintor Francisco Toledo se comprometió a donar una de sus pinturas para reparar las casetas incendiadas.
El senador Gabino Cué, se comprometió a apoyar económicamente. Lo hizo pero dos meses después.
Murat, cada año le hace una misa a su esposa fallecida en Iglesia de Guadalupe. En esa ocasión, uno de los voceros se le acercó para decirle de la situación en que se encontraba después del incendio. El gobernador, le dijo que él sabía que entre ellos se estaban quemando las casetas, que arreglarán su asunto y que quien quedara, fuera verlo.
Vía: Viral Noticias