Por supuesto el futuro es impredecible. No hay esa bola de cristal que nos diga que en tal fecha y lugar ocurrirá esto u lo otro. Los prestidigitadores, magos, lectoras de cartas, de otros signos o indicios, casi siempre entran en el terreno de la suposición y del imaginario: pero nada.
Michel de Notre-Dame (“Nostradamus”) anunció en “Las profecías” (1,555) que tal o cual evento futuro ocurriría; y se le atribuyen aciertos, aunque sus afirmaciones son vagas y obscuras, y algunas de ellas se cumplen en razón del devenir histórico de los hombres, de las naciones y sus hechos. Muchos otros así.
Sin embargo hay elementos actuales que configurarían escenarios de lo que podría ocurrir ‘el día siguiente’ y que sería útil tomar en cuenta “en caso de que…”
Para empezar, el Instituto Nacional Electoral (INE) dio a conocer que este año se elegirán 500 cargos federales y más de 19 mil puestos de carácter local. Que en la lista nominal hay 92 millones 684 mil 134 personas que pueden acudir a votar ese día (unos cinco millones más que en 2018).
Para ello se requiere la instalación de casillas electorales en todos los distritos del país, es decir 162 mil 248 casillas de votación, 4 mil más que en la elección presidencial pasada.
Y de vuelta a probables escenarios:
El primero de ellos es que todo transcurra dentro de la normalidad. Que la noche del 6 de junio se conozca la tendencia de votación en la mayoría de las casillas instaladas y que algunos candidatos y sus partidos políticos salgan corriendo a cantar su victoria a las calles y plazas del lugar. Así el día siguiente se conocerán resultados cada vez más firmes y más firmes serán las victorias o los fracasos. Todo normal. Habrá triunfado la democracia.
Otro escenario es el de que en algunos casos podrían ocurrir hechos de violencia, toda vez que este proceso electoral ha sido, por mucho, uno de los más violentos y sangrientos en la historia reciente de México.
[Según Etellekt Consultores, al 13 de mayo pasado suman 32 candidatos a un puesto de representación popular asesinados y se han registrado 83 políticos muertos vinculados al proceso electoral en el país. De los 32 candidatos asesinados, 21 buscaban una alcaldía y seis una regiduría. En total, desde septiembre de 2020 hasta ese 13 de mayo, se han registrado 563 actos violentos en contra de políticos.]
Es el resultado del encono entre partes; de intereses criminales o por el engendro del divisionismo y la confrontación entre buenos y malos que se ha estimulado durante los dos años recientes. También es cierto que han ocurrido hechos violentos en otras elecciones.
Las de 2018 tuvieron lo suyo. Y mucho antes se recuerda el grado de violencia político electoral en los comicios de 1940 cuando interesados de parte baleaban a la gente que estaba en las filas para votar en las casillas que suponían que ganaría tal o cual candidato, aquel año querían ser presidente de México Manuel Ávila Camacho, Juan Andreu Almazán y Efraín Sánchez Tapia, como relata muy bien don Luis González y González.
Por tanto, es de temer que esta vez pudieran ocurrir hechos violentos el mismo día de las elecciones de este 6 de junio, por lo que es indispensable que se despliegue un enorme aparato de seguridad para garantizar que no ocurra nada que ensombrezca la voluntad democrática nacional y que “al día siguiente” no tengamos que lamentar hechos que pueden ser evitados.
Por otro lado también puede ocurrir que militantes o simpatizantes de uno u otro partido intenten bloquear el proceso electoral en casillas que pudieran considerar adversas, procuren que no se instalen o tomen casillas y no dejen el libre flujo de votantes. Ahí también habrá que pedir que la seguridad pública esté dispuesta para evitar atropellos de esta naturaleza.
Muchos de los partidos y candidatos intentarán desconocer los resultados cuando les son adversos. Acusarán malos manejos, fraude, manipulación de los votos, incapacidad de los funcionarios de casillas, errores en contra o más y exigirán el recuento de votos: “voto por voto”.
Algunos más irán a tribunales para exigir el reconocimiento de su triunfo, a pesar de que las cifras indican que no ocurrió tal, pero intentarán forzar la situación porque “a río revuelto, ganancia de pescadores” se dice, y con esto intentarán negociar posiciones con otros partidos políticos y sus candidatos ganadores…
Y lo más grave, como lo ha advertido el mismo presidente del Instituto Nacional Electoral, que por mandato supremo se intente anular todo el proceso electoral, acusando fraude, incapacidad, mala voluntad, operaciones adversas o infiltración extranjera y tanto más, de tal forma que en caso de que el resultado final no sea el que espera Palacio Nacional, las elecciones quieran ser anuladas.
Por supuesto este escenario es el más peligroso y el que pone en mayor riesgo la estabilidad del país y será un fracaso para la incipiente democracia nacional. Las confrontaciones operarían al día siguiente, si se intenta anular el proceso, pero ahí estará la fuerza pública para hacer que quienes se opongan a la anulación den marcha atrás y guarden silencio.
Por supuesto, estos son algunos escenarios y nada más que eso, de lo que podría ocurrir el día siguiente. Y son eso: suposiciones y temores. Ojalá no. Y ojalá sí que todo transcurra en paz y que ganen los que las mayorías decidan mediante su voto. Y que esta decisión sea respetada y enaltecida el día siguiente. Habrá ganado la democracia.