“Ninguna sabiduría, por grande que sea, puede hacer que un gobierno funcione bien a menos que el poder político y el económico coincidan. Pero es igualmente cierto que el gobierno no fluye de modo espontáneo de un sistema económico determinado”. James Harrington. Oceania, Ed. John Toland. London, 1700.
En dos ocasiones compitió para ser gobernador de su estado, Tabasco, en ambas contiendas fue derrotado. Sin embargo, más adelante, ganó la elección para ser jefe del gobierno del Distrito Federal. Tiempo después, compitió, en dos ocasiones, por la presidencia de la República, pero también fue derrotado, pero no lo aceptó, y se auto proclamó presidente “legítimo”.
Después de las derrotas frente a Felipe Calderon y Enrique Peña Nieto, de nueva cuenta, a recorrer el país palmo a palmo, “haciendo camino al andar”, municipio por municipio, terco, insistente, esperanzado, sin rendirse; lamió sus heridas hasta sanarlas y cuando cicatrizaron, vuelta al “grueso aserrar de maderos” para enfrentar la adversidad y reparar los errores mediante nuevas estrategias.
Y sí, poco a poco tácticas nuevas se aplicaron, moldeando el carácter, escuchando más que la terquedad, diluyendo el insulto, la provocación, la descalificación en contra de los adversarios. Aprendió a que se necesitan tres años para saber hablar y sesenta y cinco para aprender a guardar silencio, a fin de saber escuchar.
Largo, duro y difícil el peregrinar político, a lo largo de 18 años, de este hombre que resistió todo, presiones y adversidades, derrotas y caídas. Pero, su tenacidad lo fortaleció para no caer, de nueva cuenta, en la tentación de la rudeza y del agresivo y violento debate. Supo aguantar la embestida para obtener el apoyo de 30 millones de ciudadanos que lo eligieron presidente de México.
Su estilo de hombre de pueblo, de masa disgusta a la otra mitad de los electores que no votaron por él al ser, en ocasiones, exagerado, teatralmente humilde para conquistar a las masas, o cínico y marrullero de indiscutible habilidad para zafarse de situaciones comprometidas y pasar las cargas y culpas a otros siempre dispuestos a complacerlo. ¿Alguien lo ha culpado de los resbalones legislativos? Por supuesto que no, para eso están Ricardo Monreal y Mario Delgado que saben cargar culpas y lanzar arrebatos que, cuando reciben señales y los cometen, hacen temblar la Bolsa Mexicana de Valores, propiciaron devaluaciones del peso frente al dólar y disminuyen las reservas internacionales. Eso es lo que se desea, a fin de mostrar la habilidad y el poder del gobernante quien al día siguiente al día sale al frente para detener el desastre declaratorio ocasionado en la Camara de Senadores. Dos mensajes tranquilizaron a los grupos económicos y financieros, tan fue así, que el FMI renovó la linea de crédito a nuestro país por 74 mil millones de dólares. El poder de “un solo hombre” queda demostrado a plenitud tan solo con sus palabras.
Prueba de ello fue que el FMI confirmó que “las políticas sólidas” en materia macroeconómica le permitirán al gobierno mexicano tener acceso al financiamiento, cuando se requiera, los próximos 12 meses, sin condición alguna.
Christine Lagarde, presidenta del Directorio del FMI, aseveró que la renovación es posible “gracias a políticas y marcos de políticas sumamente sólidos” de México, y afirmó que el gobierno del presidente Lopez Obrador ha ratificado el compromiso de mantenerlas y “promover un programa de reformas para apuntalar el estado de derecho y estimular la inversión privada.
Estas consideraciones tranquilizan, sobre todo, porque el nuevo gobierno inicia con una economía en marcha y bien calificada, la cual, brinda confianza y seguridad, como lo confirman las apreciaciones del FMI.
De manera, que las tribulaciones y el tronar de los dedos por falta de dinero, pertenecen al pasado. Hoy es diferente, aun con el peso que significa la corrupción desorbitada que prevalece.
De tal forma, confiamos en que las palabras de los discursos pronunciados el 1 de diciembre, que reiteraron todo lo prometido durante su campaña electoral, se conviertan en hechos y logros para alcanzar los planes y programas de su gobierno.
En consecuencia, se hace necesario lograr la unidad de la nación. No más de “ustedes y nosotros”, como acostumbran decir los morenos cuando acuden a los debates, el “modito” divide, lo que obliga a entender, que deben referirse a la nación porque ahora, el presidente pertenece a la nación y no al instrumento político que ganó la elección presidencial.
De manera que teniéndolo todo, el presidente no debe ni puede fallar, como le dijo el hombre de la bicicleta.
@luis_murat
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