Los políticos en Oaxaca están operando cómo si no fueran a gobernar cuando motivan los excesos del poder: Un gobernador como Gabino Cué aparece sin interés por frenar las acciones ilícitas del magisterio disidente -su otrora aliado político-electoral-, en el cierre de su sexenio.
Pero tampoco tiene la más mínima inclinación -ni la de uno de los dedos de su mano- por frenar los excesos de la Presidencia de la República en su afán por aplicar la Reforma Educativa.
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Desde su origen hasta su actual confirmación, los bloques políticos y las alianzas partidarias en Oaxaca exhiben un estado donde prevalece el analfabetismo ideológico, la miseria política, la pobreza de principios básicos, la impunidad para ejercer el poder público, y el constante conflicto de los grupos de poder, sin mayor respeto a ley o a sus ciudadanos.
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Desde la revuelta política-sindical-magisterial del 2006 -que tuvo como origen el conflicto de los grupos priista con otro grupo de priistas, expriistas, organizaciones opositoras, sociales y de presión-, la sociedad se dividió en tres bloques, quienes están a favor o en contra de uno o del otro; y el tercero, que están en contra de los otros dos.
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Esos excesos del poder en Oaxaca y sus protagonistas no han cambiado mucho en los últimos 30 años, acaso de acreedores: priistas y expriistas; izquierdistas y exizquierdistas; derechistas y exderechistas, empresarios y exmpresarios; líderes sindicales y exlíderes sindicales, políticos y expolíticos; profesionistas y exprofesionistas son los mismos de siempre.
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En Oaxaca, la rotación del poder es coyuntural; la perpetuidad, objetivo.
La “rebelión de las bases” políticas y partidistas también incluyó a los grupos de poder local. Unos intentaron regresar por sus fueros excluidos por los exgobernadores José Murat Casab o Diódoro Carrasco Altamirano y otros, intentaron mantenerse con el gobernador priísta, Ulises Ruiz Ortiz.
Lo cierto es que esta línea política, la disputa del poder, desde la caída del entonces gobernador priísta, Manuel Zárate Aquino dejó de ser investigada porque los académicos y especialistas se fueron a disputar el poder desde el gobierno.
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Lo cierto es que la clase política, la clase social y la clase empresarial de Oaxaca de los últimos 20 años, registró cambios y recambios que desdibujaron el quehacer político y abrieron las puertas a la oposición, que se ha renovado con los mismos cuadros que uno y otro grupo han desechado por diferencias políticas irreconciliables a la hora de compartir el poder.
El saldo ha sido la ausencia de un modelo de gobierno propio en Oaxaca a la altura de sus potencialidades y mucho menos un proyecto de Estado, el que solo ha llegado a “acuerdos para lo privado”.
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Primero la frase, después el nombre: El chiste no es orinar sino hacer espuma. Leonardo Rodríguez Alcaine, líder de la CTM, fallecido en agosto de 2005