La política exterior es el apéndice de la política interna, coinciden Morgenthau, Kissinger, Robert Keohane, Hillary Clinton, Condoleezza Rice y Modesto Seara Vázquez.
No les falta razón a los internacionalistas de ayer y de hoy; pues lo que se opere en el exterior será el espejo de la conducción de la política interna del gobierno nacional.
Menciono lo anterior, porque lo sucedido la semana pasada en los pinos (así, con minúscula) fue un retrato de lo que ocurre con la política interna del gobierno federal. Un ejercicio político que va desde el desatino a pifias inaceptables.
Desconozco quién o quienes están asesorando al Presidente Peña Nieto, pero son notables los yerros continuos, desde la tesis de licenciatura obtenida en la Universidad Panamericana a la ratificación de Alfredo Castillo al frente de CONADE, incluyendo, por supuesto, el último absurdo.
Continuando con los adláteres presidenciales, tercos en que están acertados, como lo demostraron durante el nuevo programa de López Doriga, fueron por más y sugirieron al Presidente la idea de invitar a los candidatos presidenciales de los Estados Unidos.
Es en este punto cuando me viene a la memoria lo afirmado por los expertos: “La política exterior es un apéndice de la política interna”.
En efecto, los tres dislates cometidos en tan poco tiempo y la baja popularidad del Presidente que se acerca a la línea fatal de un dígito; aconsejaban prudencia, tacto, calculo de riesgos y consultas con los expertos, pero irse solo con la sugerencia del paje preferido resultó un desatino. Fue como lanzarse al vacío, confirmando con ello lo dicho por los expertos.
Torpezas cometidas con tanta frecuencia, despiertan mi curiosidad por saber quién es el paje que le habla al oído al Presidente proponiéndole tantas barbaridades en tan corto tiempo.
El que se vio hábil fue el Bocaza y su cuerpo depurado de asesores que aprovecharon el patinazo del gobierno mexicano al responder de inmediato a la invitación presidencial, inclusive, madrugando a la propia Hillary Clinton que reaccionó tarde y Trump le “comió el mandado” en un acto de campaña que pareció un espaldarazo.
Es cierto, un presidente debe hablar con candidatos o presidentes, con los que hagan política, es parte de su trabajo, pero la experiencia, la prudencia y la astucia, deben ser instrumentos obligados para el manejo positivo de la política y para que las operaciones funcionen; las prisas son pésimas consejeras.
A propósito de candidatos recuerdo un suceso semejante durante el gobierno de José López Portillo pero operado con el colmillo que se requiere en ciertos casos.
Sucedió que el presidente envió a sus agentes al hangar presidencial a recibir a un personaje. Les ordeno discreción absoluta. Momentos después, Don Pepe, recibió en Los Pinos (así, con mayúscula) al misterioso personaje con la discreción exigida y se encerró a platicar largamente con su huésped.
Pasaron las horas hasta que se abrieron las puertas del despacho presidencial apareciendo el Presidente seguido de su invitado quien reflejaba una imagen plena de satisfacción.
“Diviértanse mucho, mañana temprano aquí nos vemos”, advirtió el Presidente, despidiendo con un abrazo a su visitante.
Garibaldi, mariachis, canciones, todo eso ocurrió después de la visita a Los Pinos. Se hizo de madrugada y casi amaneciendo el invitado regresó a su hotel.
La cita con Don Pepe ya estaba retrasada. El enigmático personaje se presento con el Presidente.
– “Se les pegaron las sabanas”, acuso el jefe del país con esa risa socarrona que lo caracterizaba.
– Disculpe Usted, pero si, estuvo muy divertido.
-“Bueno, ya todo está arreglado. Es hora de irse al aeropuerto, ahí te espera una persona que cumplirá lo que hablamos. Buena suerte y estamos hablando”.
El candidato, Felipe González, arribó al hangar presidencial y fue despedido por el asistente del Jefe de Estado, quien le hizo entrega de dos maletas cargadas de… “buenos deseos”.
Felipe, el candidato del PSOE regreso a su país para iniciar su campaña electoral a la presidencia de España.
¿Por qué la anécdota? Sencillamente porque la praxis política exige actuar crudamente con el realismo político que las condiciones presentes exigen, pero a condición de que se hagan las cosas bien. José López Portillo, en este caso, actuó como Presidente que era, pero no dio trato de par al que aspiraba a la presidencia de España. Cada quien en su sitio. Jefe de Estado y un candidato presidencial, punto.
Todo en su momento, ni antes ni después sino a las 12 en punto. El momento vivido por el Jefe de Estado y el precandidato no fue de pares. Por eso la discreción del Presidente.
Off the record.
Que fue un equívoco invitar a Trump, por supuesto que lo fue; el acelere les ganó y no esperaron a que el candidato republicano fuera el que solicitara la reunión.
Otro yerro fue el que Videgaray operara y declarara como Secretario de Exteriores en tanto Claudia Ruiz Massieu Salinas, era marginada de sus funciones y enviada a inaugurar un consulado en Estados Unidos. El acelere en pleno y el Bocaza marcando la agenda.
Se que la canciller presentó su renuncia, pero que no fue aceptada por el Presidente.
Otro disparate fue el sentar a la prensa extranjera al frente y a la nacional atrás sin concederle la palabra en la sesión de preguntas y respuestas, no fue el caso con la prensa extranjera.
El ganador de la circunstancia porque la supo aprovechar, fue, sin duda, el Bocaza, confirmándolo en Phoenix, donde señalo que “el muro va” y “México lo va a pagar”. Por algo es el Bocaza, pero lo peor es que hay quienes le creen y lo toman muy en serio, incluso, le brindan trato de estadista como ocurrió en los pinos. Olvidando que se trata de un candidato presidencial en campaña que promete, miente, ofende, halaga y después no se cumple (aquí se ve eso todos los años).
Lo que exige seriedad y reflexión es lo escrito por Hillary Clinton en su cuenta de twitter cuando escribió: “Dime con quién andas y te diré quien eres”; palabras que reflejan molestia por el suceso.
Eso hay que arreglarlo ya pero con tino, con sensibilidad, con sabiduría, con el consejo de expertos en política internacional de la Cancillería.
Lo que resta es pensar, a fin de no cometer más dislates, zaragatas o bataholas debido a que cuerpo presidencial se infectó a causa de una vacuna mal aplicada por andar con las prisas y el protagonismo del paje que despacha en Palacio Nacional.
Por lo demás, no hay que desgarrarse tanto las vestiduras pues faltan todavía dos años para que la pesadilla llegue a su fin y corremos el riesgo de quedarnos desnudos.
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