El amor en los tiempos de la tecnología

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Ni los grandes personajes del cine y la literatura se hubieran imaginado que el modo de expresar su amor al otro sería tan diferente algunas décadas después. El amor se rinde a las nuevas tecnologías y cede ante los nuevos cánones afectivos. Sin embargo, el lenguaje 2.0 en el terreno del corazón, más desinhibido y menos creativo, está aún por descubrir.

 

Cuando comenzó a comercializarse el teléfono móvil, aparato hoy indispensable para la gran mayoría, nadie imaginaba que se crearía un lenguaje en torno a él. “Te doy un toque cuando salga de mi casa” o “Mándame un mensaje cuando sepas algo”, son expresiones comunes hoy en día. Algo parecido ocurrió cuando Tim Berners-Lee y Robet Cailliau inventaron la World Wide Web (www): aunque se aventuraba como “un gran fenómeno”, pocos suponían que su difusión iba a llegar a ser la que es.

Lo que algunos conocen como Internet, otros el mundo 2.0 y otros la web, se traduce en una misma acción: encender el ordenador, abrir un buscador y adentrarse en el ciberespacio.

Uno de sus usos principales es el de las redes sociales, que además de facilitar la comunicación entre amigos y permitir saber más sobre un mayor grupo de ellos, puede suponer un cambio en el modo de llevar una relación sentimental como por ejemplo un cambio de actitud personal si esta está asociada a una red de amigos sociales, aunque sea simplemente, porque la comunicación puede centrarse en mensajes privados por la web.

El filólogo Eduardo Soriano señaló a Efe que “poder relacionarte con personas muy alejadas en el tiempo facilita las relaciones pero, a su vez, estas se están trivializando y se está perdiendo ese concepto de intimidad en la relación”. ¡Si San Valentín levantara la cabeza!

La tecnología cambia el amor

El avance de la tecnología no ha quedado solamente en herramientas que facilitan el trabajo, permiten un acceso más fácil y exhaustivo de la información y logran mejor comunicación entre personas. Este avance ha supuesto desde llevar la comunicación a un nivel más complejo -y cercano, para otros- hasta el nacimiento de nuevos códigos sensitivos.

Sin embargo, no todo puede adaptarse a esta nueva realidad sino que ha de inventarse. El poeta y director honorífico de la Escuela de Letras, Juan Carlos Suñén, matiza: “Una historia de amor lineal, sin grandes dudas u oposiciones, es posible en cualquier lenguaje, pero, por ejemplo, una versión 2.0 de Romeo y Julieta tendría grandes problemas de adaptación al medio. Cuando el mundo 2.0 cuenta la suya, no se parecerá a ninguna”.

Incluso en la película “La vida es bella”, donde Guido, encarnado por Roberto Beningni, no puede evitar, aún en el campo de concentración nazi durante la II Guerra Mundial, gritarle los buenos días a su esposa Dora. Si hubiese tenido un móvil, quizá simplemente se lo hubiese escrito aunque, seguramente, no sería un acto tan mágico.

Pasado y presente

“El lenguaje del amor tradicional ha inventado el amor, sus códigos, sus contradicciones y sus satisfacciones. El lenguaje afectivo 2.0 aún no ha inventado nada”, afirma Suñén.

Y es que la historia ha dado un giro de 180º. La correspondencia, el no tener porqué saber las 24 horas del otro y esa frase al oído que termina de encandilar a tu pareja, propios de las últimas décadas, es en muchas ocasiones actuales un mensaje de texto o un privado de Facebook, visitas diarias a cualquiera de los perfiles donde el/la otro/a está registrado o una declaración amor sellada en un SMS (Short Message Service).

Futuro del amor 2.0

San Valentín es el Patrón de los Enamorados que cada 14 de febrero celebran su amor. Son diferentes los actos con los que cada pareja demuestra al otro su compromiso, sin embargo esta tradición tiene en la actualidad diferentes lecturas: hay quienes realmente creen en ella, quienes la detestan y quienes aprovechan esta fecha para hacer un regalo a su compañero/a sentimental.

“San Valentín era una fecha significativa para las parejas con un vínculo amoroso de compromiso real, y no para todas, pero ahora las redes sociales lo hacen extensivo a amigos e incluso a conocidos o personajes hacia los que, por lo que sea, sentimos cierto aprecio. Se convierte en una fecha más para recordarle a otro que seguimos ahí y creer que nuestra opinión le sirve”, subraya Suñén.

No muy alejado de la realidad, ya son algunas las parejas que han colgado su amor en la red e incluso han comentado detalles de boda a amigos lejanos vía red social. Sea como sea, por mucho que se muten las tradiciones y se adapten a la nueva realidad, hay cosas que difícilmente la tecnología puede cambiar porque, probablemente, nadie quiere perderse, en presencia física, el “Sí, quiero” o el beso nupcial.

“El amor es tan rico y tiene tantas posibilidades que sabe adaptarse por sí mismo, ya decían los hombres del Renacimiento, Garcilaso entre otros, que el amor vence a la fortuna”, concluye Soriano.

EFE