El 26 de septiembre, José Luis Abarca y María de los Ángeles Pineda Villa bailaban al ritmo de la Luz Roja de San Marcos, en Iguala, mientras sus policías municipales cumplían su orden de parar a los normalistas que llegaron esa noche.
Ambos no querían que se repitiera lo ocurrido en julio de 2013 en la alcaldía de Iguala, cuando normalistas protestaron por los asesinatos de integrantes de la organización Unidad Popular.
Ni él ni ella querían que les arruinaran la fiesta, disfrazada de informe de labores de la entonces presidenta del DIF, quien tenía todo planeado para convertirse en la sucesora de su esposo, con el apoyo del PRD.
La orden de enfrentar a los normalistas llegó por radio, de parte del A-5, clave que se usaba para identificar al alcalde de Iguala.
Los policías de Iguala entraron en acción. Bloquearon la carretera y evitaron el desplazamiento de los autobuses en que se movían los estudiantes.
Los policías atacaron a balazos a los autobuses y fueron tras el camión que intentó huir. Pidieron el apoyo de la policía de Cocula para detenerlos a todos. Reinó la confusión y las balas. Mataron a 6 en ese momento -entre ellos un menor de edad que no es normalista sino futbolista de Los Avispones de Chilpancingo y una señora que iba en un taxi.Desaparecieron 43 normalistas. Y cayó la noche.
Hasta la 1 de la mañana del sábado 27, el alcalde tomó la llamada de autoridades estatales, quienes escucharon reportes de violencia en la zona, pero querían que se los confirmara el alcalde. Abarca dijo que no sabía nada. El mismo discurso lo repitió en los días siguientes, en entrevistas para diferentes estaciones de radio, en la que subrayó que él estaba bailando y comiendo tacos.
El 30 de septiembre pasado, aproximadamente a las 3:30 de la tarde, el alcalde de Iguala pidió licencia y se fue. Por última vez se le vio a él y a su esposa en el Ayuntamiento. Incluso, al momento de solicitar licencia, los dos se rodearon de familiares, quienes los escoltaron en todo momento.
“Deben investigarse y sancionarse, en aras de la justicia y no dejar impunes a los autores, sean materiales o intelectuales, de los atroces acontecimientos… No puedo tolerar que lo acontecido en nuestro municipio quede en la impunidad y sin castigar a los culpables… Mi convicción y compromiso social jamás permitiría cometer semejante atrocidad”, aseguró Abarca en aquel momento.
Hoy la pareja ha sido capturada en Iztapalapa.
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