Abrumados por el descubrimiento de su potencialidad revolucionaria, los estudiantes del movimiento del 68 ganaron las calles con gritos por la libertad, contra el autoritarismo y por la revolución. Sólo una voz no atendida fijó la realidad: las revoluciones las hacen los proletarios, no los estudiantes.
José Revueltas es la figura ausente en los recordatorios del cincuentenario del 68, a pesar de que fue acusado de ser el autor intelectual de la protesta. Marxista, expulsado dos veces del Partido Comunista y escritor de novelas sobre la crisis existencial de los comunistas, Revueltas se encontró de frente con el movimiento: en julio renunció a su empleo de redactor cultural del Comité Olímpico Mexicano y se fue a vivir de manera literal a Ciudad Universitaria.
Otro personaje también protegido por la comunidad político-priísta de Derecho de la UNAM, el entonces juez de consigna Eduardo Ferrer MacGregor (Jacinto Rodríguez Mungía) juzgó a Revueltas y le finco tres delitos: daños a propiedad privada, ofensas al presidente de la república –le dijo Tlacatecatl, jefe guerrero– y llamado a los estudiantes a la autosugestión universitaria –era, en realidad, autogestión–. El juez lo refundió en la cárcel y salió libre con la amnistía limitada del presidente Echeverría.
Frente al entusiasmo revolucionario del Consejo Nacional de Huelga, Revueltas se cansóde afirmar que la función política de los estudiantes no estaba en la tarea imposible de estallar una revolución por si mismos. Los trabajadores debían de apropiarse de los medios de producción, en tanto que los estudiantes, vía la autogestión universitaria, debían de convertir la educación para que dejara de ser un medio de opresión.
La UNAM en 1968 era la proveedora de los cuadros letrados del Estado priísta. Un dato: la Escuela de Ciencias Políticas y Sociales capacitaba estudiantes para la administración pública. El marxismo alentado por el efecto en México de la revolución cubana trastocó el pensamiento educativo en la UNAM porque introdujo doctrinas contrarias al capitalismo mexicano de Estado. A eso se referían los funcionarios diazordacistas cuando hablaban de doctrinas exóticas.
Ahí se localiza alguna interpretación que se hace del liderazgo del rector Javier Barros Sierra del movimiento: evitar su radicalización socialista, impedir reformas a los programas de estudio y frenar el arribo de radicales a los órganos de dirección de rectoría y escuelas y facultades.
La propuesta de Revueltas era, en sí misma, revolucionaria: transformar la educación en un factor de liberación de conciencias y sacar a los jóvenes del pensamiento histórico del sistema político priísta. El concepto usado fue de enorme significación: desenajenar a la juventud de la educación institucional oficial como aparato ideológico del Estado priísta.
El sistema ideológico priísta ha sido un factor de enajenación del ciudadano. De nuevo la cita de Luis Javier Garrido: “en México todos somos priístas hasta demostrar lo contrario”. La educación –pensamiento histórico, libros de texto gratuito y programas de estudio en todos los niveles– cincelan la conciencia y el inconsciente del mexicano.
Para Revueltas –como lo explicó en 1958 en México; una democracia bárbara”– la ideología oficial era un mecanismo de mistificación del poder y de construcción de una falsaconciencia. Por eso los estudiantes privilegiaron el Grito de Independencia que ha sido falsificado por el pensamiento histórico priísta. La modificación de la conciencia oficial no estaba en una revolución imposible sin ideología revolucionaria, sino en la modificación de los supuestos educativos del pensamiento oficial. Por ello, la revolución de los estudiantes estaba en la revolución de la educación vía programas de estudio para vincularla a la realidad social y no a la consolidación de la República priísta.
Revueltas está a la espera de un reconocimiento, no un homenaje. Y sus propuestas de autogestión educativa siguen siendo el eje de una verdadera revolución de conciencias para el cambio.
Política para dummies: La política es la lucha por la conciencia.
Puebla. Como se dijo desde el principio, el recuento de las boletas de la elección de gobernador de Puebla va a ratificar la victoria de la candidata Martha Erika Alonso y confirmará el conteo original de una diferencia de 4 puntos. El morenista Miguel Barbosa habrá de sufrir una segunda derrota, aunque le queda erigirse en “gobernador legítimo” siguiendo los pasos de “ya saben quién”. Barbosa habrá metido a Morena en un grave problema de credibilidad electoral.