El Ejército egipcio se desplegó por primera vez de forma masiva en la Plaza Tahrir para evitar que se repitan los violentos incidentes de ayer, mientras el vicepresidente Omar Suleiman intenta activar el diálogo con la oposición.
Cuantiosas fuerzas militares amanecieron en todos los accesos a la emblemática plaza para bloquear el paso a los simpatizantes del régimen del presidente Hosni Mubarak, que ayer protagonizaron violentos enfrentamientos cuando se entremezclaron con los manifestantes que exigen reformas.
En la décima jornada de protestas para exigir que Mubarak dimita inmediatamente se ven más tanques, y sobre todo más soldados, concentrados en los alrededores y dentro de la plaza, escenario de los enfrentamientos más sangrientos desde que comenzaron las protestas.
Al menos cinco personas murieron de madrugada en la jornada más violenta, y políticamente más explosiva, de la ola de protestas.
La pasada madrugada el Ejército debió intervenir con fuego real para separar a simpatizantes y oponentes al régimen, y haciendo notar su presencia de forma masiva en los alrededores.
La capital se levantó en relativa calma aunque a primera hora se vieron jóvenes con barras de hierro y palos tratando de encontrar una fisura en el hermético bloqueo impuesto por los soldados.
“No se pueden acercar. Es muy peligroso”, advirtió Salim, paradójicamente mientras sostenía en su mano una barra de hierro.
Él y los suyos parecen los dueños en muchas partes cercanas a la plaza Tahrir y este tipo de bandas han agredido a más de un periodista porque no les gusta que les filmen o saquen fotos, en particular después de que las de ayer dieran la vuelta al mundo y desacreditaran al régimen.
Los simpatizantes de Mubarak acusan a los medios extranjeros de “promover y alentar la revuelta”, por lo que en hoteles frecuentados por periodistas extranjeros se han impuesto medidas de seguridad excepcionales.
En el Hotel Ramses, a los pies del Nilo y cerca de la Plaza de la Liberación (Tahrir), los empleados cachean en la entrada a cualquiera que entre para impedir que se cuele algún indeseable.
En los disturbios de ayer miércoles por la mañana, que estallaron al tomar las calles los simpatizantes del régimen, -algunos analistas han señalado que con conocimiento de éste-, murieron siete personas y más de cien resultaron heridas de gravedad.
Se suman un centenar de muertos en todo el país desde el comienzo de las protestas.
“No queremos que Mubarak se vaya. Somos muchos más que el millón que se manifestó (el martes) para que se fuera. Somos 79 millones”, afirmó Mohamed Abu Ali mientras observa el avance de un tanque que intenta situarse entre los dos bandos.
Milenio