Muchos nombres, frases, historias inacabadas y anécdotas se han mencionado o referido en torno a la educación, sus matices, sus impulsores, sus ideólogos buscando encontrar en cada una de estas menciones el significado de un momento en la etapa histórica de México y por ende de su educación, como un significado del momento histórico, alejado de su verdadera esencia que nada tiene que ver con una circunstancia, sino con un proyecto sostenible de mediano y largo plazo.
Desde los viejos oficios del Calmécac y Telpochcalli, hasta las teorías más avanzadas de pensadores del siglo XXI, se ha puesto de manifiesto que cada etapa histórica, debe tener un guía, un nombre, un personaje que impulse, que conduzca, que mande, que guie, sin importar el ¿por qué?, dándole más valor a la circunstancia que al fondo, poniendo de manifiesto a la figura más que al objetivo.
El plena segunda década del siglo XXI, no podemos caer en el laberinto de los “ismos”, nuestras valoraciones y acciones, deben de estar encaminadas a objetivos claros con dinámicas contundentes, que permitan alcanzar el bien colectivo en todas sus manifestaciones; nos alcanzan problemas, buscamos soluciones, pero también surge la necesidad de encontrar los ¿por qué? los ¿hacia dónde vamos? Los instrumentos se optimizan cuando la claridad del rumbo, nos hace buscar lo que necesitamos y no solo, tomar lo que encontremos.
La globalización, el calentamiento global, las contradicciones de las democracias, las complejidades del neoliberalismo, la disolución de las familias, la pérdida de valores, todos los males que surgen como una maldición apocalíptica no podrán combatirse, sino comenzamos por el principio, sino reconocemos que hemos tocado fondo, considero comenzar por algo básico: preguntarnos ¿por qué queremos mejorar?, es por simple necesidad de ir en contra de lo establecido o porque la ausencia de bienestar personal y social nos obliga a pensar en colectivo para cambiar.
Nuestros abuelos, nuestros padres, más aun nuestros bisabuelos y tatarabuelos, nos decían que “estudiar” era la base de nuestra vida, “nadie escarmienta en cabeza ajena”, reza el dicho popular, esta generación está comprendiendo que la única forma de ser productivos es con información, con capacitación constante, con el aprendizaje cotidiano, es ahí donde las herramientas del conocimiento, son necesarias en la nueva dinámica de la globalización actual.
Al retomar la idea de colectividad, es importante explorar las instituciones, planes y sociedades, es precisamente en ese momento cuando la complejidad social puede superar al “deber ser” de la educación, pero paradójicamente esa problemática puede superarse en la medida de la preparación de los que conducen o dirigen, es ahí cuando en carne propia somos presa de nuestras propias deficiencias o gozamos de nuestras mejores aptitudes.
En Oaxaca el nuevo Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO), cambia para mejorar, asestan los gobiernos Federal y Estatal un duro golpe al cacicazgo de la sección 22 de la CNTE, en el manejo administrativo de la educación pública en Oaxaca.
Con la idea de la colectividad como el sustento del desarrollo social podemos visualizar en esta acción, una parte fundamental para que los niveles educativos en Oaxaca puedan elevarse, logrando con esto beneficios de mediano y largo plazo.
Los ciudadanos no pueden tomar partido por grupos o facciones políticas al interior de los sindicatos o los gobiernos, lo que todos necesitamos es que las políticas públicas sean eficientes y puedan encaminarse los objetivos hacia el beneficio comunitario y no solo en la consolidación de prebendas para camarillas y grupos de poder.
Las grandes páginas de la historia escritas por guerreros, ideólogos, educadores, políticos y gobernantes, tienen el denominador común del cambio, las páginas actuales de la educación en Oaxaca deben de tener un denominador común: el rumbo.
En el ¿para qué? de esta nueva etapa, están los niños, las generaciones que construyen el hoy y el mañana, educar no solo es nobleza en cualquier circunstancia, sino obligación de los gobiernos y dirigentes, solo así la educación en el siglo XXI escribirá páginas brillantes como la de años pasados y siglos anteriores, el ¿para qué hacerlo? Es simple: lo necesitamos TODOS…