Por más que debo reconocer y reconozco la sabiduría de muchos de los señores profesores, no puedo dejar de creer que un Estado, cualquiera que él sea, que permite que subsista el contraste del absoluto desamparo con la sabiduría intensa o la riqueza extrema, es un Estado injusto, cruel y rematadamente bárbaro.
José Vasconcelos (1881-1959) **
Para el presidente Álvaro Obregón, la educación era el medio civilizador y pacificador que daría legitimidad a su gobierno, de ahí que su Secretario de Educación Pública, José Vasconcelos, se propuso educar a las masas por medio de ideas e imágenes plasmadas en los muros de edificios públicos -objetivos claros y concretos-, que han dejado huella no sólo educativa sino artistíca, trascendiendo en diferentes generaciones.
Hoy, existe un consenso entre todos los actores principales en nuestro país que el desarrollo de México, y sin duda el de cada uno de los que le habitamos, depende de la educación.
La educación es valorada por algunos especialistas como la solución a los problemas estructurales, la desigualdad, el bajo crecimiento económico, pobreza, marginación, incluso, la inseguridad es analizada bajo esa consideración.
La instrucción pública en nuestro país ha sido tradicionalmente una función social dominada por el estado, excluyendo en su mayoría, la participación ciudadana. Así lo fue en el siglo XIX -con la “educación positivista” de los gobiernos liberales-, y se repitió en el siglo XX con la “educación nacionalista” de los gobiernos revolucionarios.
Las reformas al artículo 3º. y 73 de la Constitución Federal, así como el actuar de los servidores públicos encargados de su implementación, han detonado no sólo la acción de la sociedad civil organizada sino también la de algunas organizaciones magisteriales en el país-podremos estar o no de acuerdo en las formas, pero han propuesto- para trabajar en la construcción de una alternativa.
La importancia de la educación en nuestro país es evidente por que todos estamos en interesados en ella: El Estado, las organizaciones civiles, magisteriales y el interés de la ciudadania, los jovenes, los niños, debe generar que una política históricamente gubernamental se transforme en una decisión pública, democrática e incluyente.
La planeación en el modelo estructural y su implementación no puede ignorar la composición pluricultural y social de nuestro país, sus profundas asimetrías económicas, y principalmente, los puntos de vista de quienes están al frente de un grupo de alumnos.
Tenemos la oportunidad de participar en un nuevo modelo educativo que sea producto del consenso social, que fortalezca nuestra cohesión cívica y humana, pero fundamentalmente que construya las bases de la armonía pública y la gobernabilidad democrática.
El diseño de una estrategia exitosa que asegure mayores y mejores niveles de educación es un reclamo social, pero es necesario que quienes la estructuren y promuevan, crean en ella, porque hacer campaña por una mejor educación: promover una reforma educativa; trabajar por una mejor educación pública y enviar a sus hijos a escuelas privadas o a estudiar en el extranjero, no es un mensaje dificil de entender.
No podemos asegurar que si mejora la educación en autómatico la situación que vive el país cambiará, pero si podemos afirmar que generará mejores condiciones para nuestras futuras generaciones
(*) El autor es egresado de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca (UABJO), el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y realiza estudios de Análisis Político en el Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE).
(**) Extracto del discurso emitido en la toma de protesta como Rector de la UNAM. Se puede consultar en file:///Users/masterramp/Downloads/1920_mexico_josevasconcelos%20(1).pdf
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