* “Marti, hace 50 años Dios bendijo nuestra unión para toda la vida, y Dios no se equivocó, porque nuestro amor ha madurado. Nuestro amor ha trascendido a cualquier circunstancia”, afirmó Edgardo.
* “Hoy aquí estamos sus hijos, sus nietos, sus yernos y nueras, subrayo Adriana. Aquí está la familia y las amistades que les han acompañado durante su vida y que hoy, celebran con ustedes por su felicidad”.
Muchos antivalores materialistas han podrido el alma, cerebro y corazón de los oaxaqueños del último medio siglo. Es un acelerado proceso de descomposición y degradación ético y moral.
Se perdieron los códigos de honor y el honor a la palabra empeñada, y a la lealtad como todo integral. Irónicamente, hasta los mafiosos privilegiaban el respeto al honor y a la lealtad plena.
El amor respetuoso a sí mismo, a la familia y a los demás, es la mayor fortaleza para enfrentar y vencer todas las adversidades morales y económicas personales, familiares, sociales y nacionales.
Sin cursilerías ni atentados a la vida, la libertad y dignidad humanas, el amor real y verdadero, acepta y perdona todo sin imponer condición alguna, trasciende en el tiempo y la historia.
Muchas cosas huelen y están podridas en Oaxaca, ciertamente, sin embargo, gracias a Dios y a millones de oaxaqueños de buena fe y de buena voluntad, no todo está perdido en Oaxaca.
Claro ejemplo de ello, no el único, es la familia formada hace 50 años por Edgardo Aguilar Morales y Martina Escobar Montero, y sus hijas Adriana y Gabriela, Edgardo, Ernesto y Carlos de Jesús.
Con motivo de sus Bodas de Oro, tras renovar sus votos matrimoniales en la Capilla del Señor del Rayo de la Catedral Metropolitana, Adriana dirigió unas palabras a sus padres en el festejo.
A nombre de sus hermanas y hermanos recordó que en algún momento, en el Istmo a finales de 1967 sus padres se conocieron y aunque ella dice, que al principio él no le cayó muy bien, se gustaron, y dos años después eligieron estar juntos, como todos los enamorados, “para toda la vida”.
Eso sucedió hace 50 años y su boda fue el feliz inicio de una historia llamada familia Aguilar Escobar. 50 años son una vida entera. “Son ustedes nuestro gran ejemplo porque han tenido la entereza, el amor, la paciencia, el cariño, la bondad, la humildad y la decisión para continuar unidos durante 50 años. Hoy, todos aquí, celebramos ese “sí” que los ha traído hasta este momento.
“Son ustedes la base de una familia sólida. Nosotros, sus hijos, somos testimonio de su amor, somos cinco vidas, porque Carlos de Jesús es el hermano que elegimos en el camino y que ustedes han educado y guiado en el amor, en la fe, el esfuerzo diario y en el trabajo. Ustedes nos han enseñado a encontrar la forma cómo sí se puede lograr lo que uno se proponga”.
“Martina y Edgardo, gracias por darnos una familia, gracias por siempre porque en la medida de sus posibilidades habernos dado lo mejor, qué suerte haberse encontrado, qué bendición que Dios les permita llegar así de bien a su 50 aniversario, gracias por no desistir”.
“Y es que nadie conoce mejor a Martina que Edgardo y nadie conoce mejor a Edgardo que Martina. Ustedes son socios, amigos, cómplices en la vida y aunque en algunos momentos pueden no estar de acuerdo en todo, eso también está bien, no todos tenemos que pensar igual que el otro, nuestros gustos e intereses son distintos y en eso consiste la vida, en encontrar puntos en común como los que les han mantenido unidos por tantos y tantos años”.
“Hoy aquí estamos sus hijos, sus nietos, sus yernos y nueras. Aquí está la familia y las amistades que los han acompañado durante su vida y que hoy, celebran con ustedes por su felicidad”.
“No hay explicaciones para el amor, tampoco hay una fórmula secreta que garantice que durará por siempre. Se unieron dos seres humanos vivaces, vibrantes, inteligentes, sensibles y bondadosos, que tuvieron la fortuna de encontrar en su pareja a otra persona de bien, y así ambos decidieron dar lo mejor que tenían de sí mismos, poner incluso su vida en manos del otro y que hoy, a pesar de todas las dificultades, a pesar de las veces que dijeron, no más, a pesar de lo que han pasado caminando juntos por la vida, hoy celebran la suerte y la dicha de su vida en común”.
Aquí están Martina y Edgardo, Edgardo y Martina, juntos, como aquel día en que se casaron, hace tan solo 50 años, y todos nos ponemos de pie, llenos de alegría, por poder compartir con ustedes, la fortuna de aquel encuentro, la dicha de su boda y la felicidad de ver hoy hacia atrás en el largo camino recorrido y el resultado de ese amor. ¡Felicidades papá y mamá, les amamos. Feliz 50 aniversario!
A nombre de la familia Aguilar Escobar, Edgardo agradeció la compañía de los invitados. Ustedes son personas muy especiales para nosotros.
“Hoy, la vida me permite estar junto a mi amada esposa Martina y con todos nuestros hijos, no cabe duda que soy un hombre afortunado por vivir esta etapa de mi matrimonio”.
“Marti, hace 50 años Dios bendijo nuestra unión para toda la vida, y Dios no se equivocó, porque nuestro amor ha madurado. Nuestro amor ha trascendido a cualquier circunstancia”.
“Nuestro amor no ha dejado de ser ni de estar, está más vivo y aquí entre nosotros. Marti, si regresara el tiempo, volvería a enamorarme de ti, esa guapa e inteligente mujer que conocí en Tehuantepec”:
Gracias por tanta felicidad y que Dios nos siga bendiciendo juntos. Amigas y amigos, gracias por contribuir con su cariño a nuestro matrimonio y que disfruten esta noche”.
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