Pues me fui a ver “Dune”. Y créanme, fue una experiencia emocionante a más no poder. Hace aproximadamente un año, cuando se lanzó el primer avance de la cinta que ahora es dirigida por el visionario cineasta canadiense Denis Villeneuve, opiné sobre la esperanza que teníamos muchos fanáticos de la novela en que al fin se le hiciera justicia a esta historia literaria original de Frank Herbert, publicada en 1965.
Y es que la versión cinematográfica que se lanzó en 1984 y que dirigió David Lynch, perdió su encanto al centrar el valor de la historia en los efectos especiales, naves espaciales y el protagonismo de los enormes gusanos del desierto, que en lo que realmente se enfoca la novela. La historia de 1984 no podemos negar que es asombrosa y visualmente cargada de elementos, pero es tediosa y pareciera que se apresura demasiado en la conclusión. Y se observa así, justamente porque Lynch fue presionado por el productor y el estudio para presentar una historia de dos horas y media cuando mucho. Y el resultado es el desastre que fue y que ha pasado a los estantes de los coleccionistas de películas y amantes del cine como un verdadero gusto culposo. Sí que lo es.
Guiado entonces por la curiosidad de lo que la nueva producción de esta cinta, ahora de la mano de Warner Bros., nos iba a presentar, me fui al cine a ser testigo de ella y créanme, quedé sorprendido en todo sentido. La nueva versión de “Dune” es sin duda un espectáculo visual portentoso, su fotografía, iluminación, diseño de vestuario, actuaciones y efectos especiales, están minuciosamente cuidados, no puede ser para menos teniendo a Villeneuve en la dirección; pero además, esta vez “Dune” no solo es una película de ciencia ficción sino que ahora sí, es la historia la importante, dejando los viajes espaciales, las naves, los enormes palacios y la atmósfera galáctica como el contexto del conflicto presentado sin que eso signifique que se descuidan esos elementos. Y se vuelve sin duda una pieza artística del cine, al notar que lo que estamos viendo en pantalla en verdad son sets construidos como en la época más clásica del cine, utilizando muy poco el croma verde o azul para insertar los efectos digitales. Sin duda, Denis Villenueve nos demuestra de nueva cuenta que es un maestro en la dirección.
La historia de Paul Atreides (Timothée Chalamet), es el eje fundamental de esta cinta, tal y como lo es en la novela, en donde el conflicto político-social que lo contextualiza deriva en que este personaje, tenga un trance interno y un examen de conciencia profundo, para tomar la decisión de continuar el camino al que su familia lo tiene destinado o convertirse en el héroe libertador pese a sus obligaciones como miembro de la realeza. Sin duda, la actuación de Chalamet es quizá la más emocional que le he visto al talentoso actor, y miren que superar su trabajo de “Llámame por tu nombre”, no es tarea fácil y esta vez, sin temor a equivocarme, lo logra.
Por eso, ahora sí “Dune” va mucho más allá de ser una película únicamente de ciencia ficción. Explora conflictos internos, lucha con el destino y emociones profundas de los héroes, logrando que la cinta, aunque se toma su tiempo para plantear a sus personajes y la historia misma, resulte al mismo tiempo reflexiva, emotiva y emocionante, que aderezada, además, con la monumental banda sonora del gran Hans Zimmer, logra en el público emociones nuevas dentro de una sala de cine, aunque seas un asistente recurrente. Créanme, “Dune” es una experiencia novedosa del séptimo arte.
Y para terminar de hacer aún más interesante a “Dune”, el elenco está lleno de súper estrellas: Timothée Chalamet; Rebecca Ferguson; Jason Momoa; Dave Bautista; Stellan Skarsgard; Oscar Isaac; Charlotte Rampling; Javier Bardem; Josh Brolin; David Dastmalchian y Zendaya. No se van a arrepentir de vivir la experiencia de “Dune”; y eso que esta es su primera parte.
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