“El maestro Rubén se caracterizó por ser asiduo a la lectura, amante de Oaxaca, y en cada una de sus acciones demostraba un cariño por lo bello, la historia de Oaxaca, y era una persona que sabiendo todo esto, no negaba sus conocimientos, los compartió con todos nosotros”, recordó otro conocedor de la cultura y tradición oaxaqueñas, Jorge Bueno Sánchez.
Al hablar sobre la incansable labor del cronista al registrar y difundir el acontecer la Verde Antequera, Bueno Sánchez, de profesión ingeniero y conocedor de la historia local, recordó al que considera integrante de una generación de oaxaqueños comprometidos con su cultura.
“Afortunadamente dejó un legado cultural como son sus libros, sus programas de televisión, de radio. En su vida fue un hombre completo, porque fue un excelente estudiante, hijo, esposo padre amoroso y amigo con todos, tenía la sensibilidad que a veces no tenemos, como llamarle a uno por teléfono el día de su cumpleaños y cantar la mañanitas. Eso lo hacía humilde y de doble valor, porque en el hombre la humildad lo engrandece”, agregó.
“Él mostró que la cultura del esfuerzo existe, se puede ser humilde de cuna pero se puede llegar a través de la cultura y la preparación profesional los escenarios a los que llegó: diputado local, rector de la universidad, director de su facultad”, refirió el entrevistado.
Sobre esta pérdida, que se suma a las de otros intelectuales encargados de recopilar, difundir y enaltecer la cultura oaxaqueña, como José María Bradomín y Luis Castañeda Guzmán, Bueno Sánchez opinó que “la generación que se fue y que nos dejó todo un acervo en el siglo XX eran nacidos a finales del siglo XIX y principios del XX, y esa generación se fue totalmente hace unos años”.
“Rubén era el mayor y con mucho cariño le decíamos ´El Maestro´. Por Rubén empezamos los oaxaqueños a entender la dimensión de nuestra historia. Hay mucha gente que están como él, que aprendimos de él, trabajando, pero con esa idea de generosidad, agradecido, con la idea de que hay que expresar las cosas, darlas a conocer infatigablemente a cincuenta, cien personas”.
“La crónica es la vida de los pueblos, es el sentir de cada pueblo de cómo vive su vida. La crónica que estaba haciendo Rubén desde hacen 15 años es una crónica diaria que la resumía en una semanal en una página entera en el periódico, y este constante estar diciendo, ‘la ciudad está tomada’, ‘está lastimada’, ‘está sitiada’, para mí que lo afectó en su forma de vivir una vida tranquila, de trabajo constante”, concluyó Bueno Sánchez.