Este viernes se cumplieron 106 años de que Porfirio Díaz Murió.
Como oaxaqueños de bien es nuestro deber cívico y compromiso con la patria chica seguir cambiando el sentido y la interpretación de esa historia que lo ha puesto en la vitrina de los villanos de México.
Hacerle justicia sería ponerle en los libros de texto como uno de los más valerosos y entregados soldados de la Patria y como uno de los mas prominentes constructores de un México adelantado a su época.
Krauze escribió algo muy cierto en su “Siglo de Caudillos”: “Los héroes están hechos de basura y bronce”, y coincido con él cuando advirtió que el único hombre que no tiene perdón en la historia de México fue Victoriano Huerta.
Nuestros niños y nuestros jóvenes deben conocer al alumno y bibliotecario de aquel glorioso Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca; al que con 26 años ya era capitán de infantería de la guardia nacional.
Al arrojado soldado de las tres guerras más importantes después de la Independencia: la Guerra Mexicano-estadounidense (1846-1848); la Guerra de la Reforma al lado de Juárez (1858-1860), y la guerra patriótica (1863-1867) contra Maximiliano I y los franceses.
En las escuelas se debe hablar del Jefe de la Brigada de la Sierra, de la División de operaciones del Estado de Oaxaca, y de quien recibió en 1860 una mención honorífica por el asalto y toma de la manzana inmediata al Convento de la Concepción en Oaxaca.
Niños y jóvenes deben saber que durante su gobierno la economía de México se estabilizó y el país tuvo un desarrollo económico sin precedentes: se invirtió capital extranjero en la explotación de los recursos mineros del país; la industria minera, la textil y otras experimentaron gran crecimiento; se construyeron vías férreas y líneas telegráficas; y el comercio exterior aumentó.
Y se debe honrar desde las escuelas al visionario que creó la Universidad Nacional y construyó el Palacio de Bellas Artes y tantos otros monumentos patrimonio histórico que hoy dan lustre México ante propios y extraños.
Porfirio Díaz fue un héroe y un estadista que ha tenido que cargar con el peso de su circunstancia.
¿Quién dice que no se puede ser Juarista y Porfirista a la vez?
Quienes nacimos en Oaxaca estamos obligados a vivir entre biografías, porque a diferencia de otros estados, aquí nuestra historia es, como decía Carlyle, la suma de las biografías de nuestros grandes hombres.
Debemos terminar por entender que no hay una sola historia, sino que dentro de la historia hay demasiadas historias y aún más formas de contarlas.
Si Francisco Bulnes empeñó la vida en tratar de empañar la imagen de Juárez, hoy hacen falta oaxaqueños que se entreguen a la tarea de dar el brillo que merece la figura de Díaz, el Soldado de la Patria y padre de la modernidad.
*Magistrado del Tribunal Superior de Justicia de Oaxaca