* El gran “titiritero” detrás del prefabricado conflicto en La Mixtequita, por razones político-electorales contra Salomón Jara y Alejandro Avilés, es Adelfo Regino Montes, al creer que sería el tercero en discordia por la pugna entre Salomón y Susana Harp.
* El fatal desenlace final en San Juan Mazatlán, sin exagerar, es el banderazo, del inicio del incendio del estado, mediante secuestro de grupos que circulen por las carreteras, con pretexto de demandar la entrega de participaciones municipales. No doy ideas.
El desenlace del prefabricado conflicto en La Mixtequita sienta un precedente sumamente negativo, al enviar pésimo mensaje a las agencias municipales en su reclamo de participaciones.
El mensaje a las agencias municipales es, si quieren conseguir la entrega de sus participaciones adeudas por sus municipios, secuestren a grupos de personas y conductores de vehículos.
Más pronto de lo que imaginamos veremos cundir secuestros en las agencias municipales de las diversas regiones del estado en conflicto con sus municipios por la demanda de participaciones.
Tanto o más preocupante que lo anterior es el grave vacío informativo en torno del prefabricado conflicto, adecuado, oportuno y permanente, lo que propició desinformación y confusión.
No menos preocupante es la evidente, pública y notoria ineficacia e ineficiencia en el trabajo de inteligencia y su manejo, para realizar el control de daños, inhibir y desactivar el conflicto.
Y ello ocurre, no obstante que el Gobierno del Estado cuenta con expertos nacionales en trabajo de inteligencia, civiles y militares, altamente cotizados, y equipos con tecnología de punta.
Reportes de esta índole revelan que el gran “titiritero” detrás del prefabricado conflicto por razones político-electorales contra Salomón Jara y Alejandro Avilés, es Adelfo Regino Montes.
El “comunista rociado con agua bendita” por su formación y complicidad con la Teología de la Liberación, no perdona que Salomón haya evitado que fuera candidato de Morena a Gobernador.
Ensoberbecido por estar en el gabinete ampliado de López Obrador, en sus “sueños de opio”, Adelfo estaba convencido que sería el tercero en discordia por la pugna entre Salomón y Susana.
De ahí que, en una genialmente perversa carambola de tres bandas, manipula a grupos radicales de la Sección XXII para empezar a “pasar la factura” por sus agravios a Salomón Jara Cruz.
Regino Montes aprovecha para “golpear” al candidato común del PRI-PRD, Alejandro Avilés por su cercanía y protección al presidente municipal de San Juan Mazatlán, Macario Eleuterio Jiménez.
Al mismo tiempo, fortalece su posición como interlocutor para, si se lo permiten, convertirse en “factótum” en los conflictos de municipios indígenas como ocurre en el Istmo y la Sierra Sur.
El indiólogo director general del Instituto Nacional de Pueblos Indígenas (INPI) es la mano negra que mece la cuna de la violencia política en los municipios y comunidades de la zona mixe.
Así lo ha hecho en la añeja “guerra por el agua” entre San Pedro y San Pablo Ayutla y sus vecinos de Tamazulápam del Espíritu Santo, con el mismo “modus operandi” de secuestro de personas.
De igual manera, lo ha hecho en municipios y comunidades de la Sierra Sur, como Santa Catarina Juquila y en Los Coatlanes, usando a organizaciones radicales vinculados a grupos armados.
Es el caso del profesor de la Sección XXII de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), Agustín Aparicio Coronel, instigador visible del secuestro de sus compañeros.
Guste o no, el marxólogo director general del Instituto Nacional de Pueblos Indígenas, Adelfo Regino Montes dobló al Gobierno del Estado en La Mixtequita, San Juan Mazatlán, Mixe.
Obligó a realizar la negociación en Matías Romero y obtuvo no sólo 12 millones de pesos de los Ramos 28 y 33, sino una ambulancia y una camioneta de lujo para el profesor Agustín Aparicio.
El fatal desenlace final es el banderazo, sin exagerar, del inicio del incendio del estado, mediante secuestros de grupos que circulen por las carreteras, con pretexto de exigir participaciones.
@efektoaguila