Si midiéramos en línea recta la distancia que existe entre la ciudad de Oaxaca de Juarez y la ciudad de Toluca de Lerdo, la cinta métrica nos daría un resultado exacto de 398.5 Km; y en millas 247.6. Si midiéramos la misma distancia en ruta el resultado sería de 522 Km; y en millas 324.3. El tiempo estimado de viaje es de 5 horas, 45 minutos y eso dependiendo de la hora de salida por aquello del tráfico en las ciudades.
El dato, respecto al gasto de gasolina en auto no lo tengo, con eso de que los litros en México no son litros, pues es un tanto difícil calcularle. Por lo que respecta al vuelo directo en avión este se realiza en 60 minutos de tiempo en el aire, más el de espera en el aeropuerto a la salida y a la llegada. En vuelo privado, en avión propio, en el de una amistad o en el de papá, podría ser menos debido a que la espera, papeleo en mostrador, etc., supongo es menor.
En auto, en autobús o en avión, no importa el medio de transporte, la distancia entre las dos ciudades es significativa en cuanto al mapa geográfico se refiere. Esta distancia, también es importante en otros sentidos digamos el político. En esta pauta las dos ciudades son capitales de sus respectivos estados, el de Oaxaca y el del Estado de México. Cada uno de los dos estados tiene sus propias leyes, sus propias reglas y normas, usos y costumbres.
Cada estado tiene características poblacionales difíciles de confundir, a menos que los propósitos personales o de grupo sean superiores a una realidad que, en ocasiones, se pretende transformar tal y como recientemente aconteció en Oaxaca cuando en una “encerrona” vergonzosa una minoría legislativa cambió la ley electoral pasando sobre la Constitución Federal y Local, a fin de favorecer a un precandidato nativo del Estado de México que pretendió ser candidato a gobernador de Oaxaca sin cumplir con el requisito mínimo de residencia de 5 años. A los legisladores a modo se les hizo fácil atropellar la ley y modificarla a 3 años solamente.
Esta historieta ha llegado a su fin, merced a las protestas generalizadas de partidos políticos, de comunidades y de figuras políticas claramente reconocidas en la academia, en el servicio público, en el financiero y comercial. De esta forma, se consensaron las opiniones en contra del comportamiento, a todas luces ilegal, de los legisladores en su intentona violatoria de las constituciones federal y local.
De manera que ante esto, más la acción de inconstitucionalidad presentada por MORENA ante las autoridades judiciales, la Suprema Corte de Justicia de la Nación analizó la situación tramada en Oaxaca, con clara dedicatoria política, por lo que el pasado lunes la SCJN emitió su fallo echando abajo la burda “reforma electoral” de unos cuantos; burda y ridícula como el memorable “secuestro” de un gobernador quien solo andaba de copas, pero que pretendió engañar a los medios, a la comunidad, y a si mismo que fue lo peor.
La dosis se intentó repetir, la del engaño ridículo pero, en el México de hoy, por más “lobbysmo” que se intente e insista en las antesalas de los ministros del Tribunal, o en las fotografías tomadas en compañía de ministros de la Corte en sus oficinas, a fin de proyectar influencia política, o de realizar recorridos turísticos semanales con las esposas disfrazadas con vestidos regionales comprados en Rodeo Drive para demostrar el nativismo, el ascendente, las raíces “guelaguetzianas”, ¿así se escribirá?, y de la Sandunga a nadie engañan.
La distancia que separa a los dos estados es de muchos kilómetros, son diferencia entre el quesillo doble crema y las riquísimas tortas de chorizo que se venden en los locales del centro de Toluca; pero más que eso; que la distancia geográfica y culinaria que separa a las dos entidades; es la mentira con la que se intentó engañar al pueblo oaxaqueño; eso es condenable y tramposo por lo que se registra para la posteridad tamaña diferencia.
Cobra importancia, en consecuencia, el fallo judicial del lunes pasado emitido por la Corte al haber sentado un precedente jurídico y político del que se debe aprender y tenerlo siempre presente, pues el respeto a las leyes constituye el basamento de toda democracia.
Si no se respetan las leyes se corre el riesgo de vivir en un estado selvático en el cual la ley del más fuerte, la del más salvaje, la del cacique serian las leyes supremas.
Debemos pues, estar alertas para proteger a Oaxaca de los intentos de asalto de las ambiciones absolutistas sean estas partidistas o de pandillas amparadas por los poderes fácticos. Hoy, la gente de Oaxaca, los partidos políticos, los medios de comunicación, pero, sobre todo, la intervención de la Suprema Corte de Justicia de la Nación se cubren de dignidad al haber rescatado la libertad del ciudadano en las leyes y no al ciudadano en contra de ellas.
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