Una prioridad para la comunidad internacional en la Agenda 2030 y en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, incluyen una meta específica: “La eliminación de todas las formas de violencia contra las mujeres y las niñas en las esferas pública y privada”.
Contrario a lo que algunos especialistas consideraron, a pesar de las medidas de confinamiento para evitar la propagación del COVID-19, la violencia en contra de la mujer ha empeorado en el continente, nuestro país es uno de los que registra un incremento considerable en violencia de género, muestra de ello es que el Sistema Nacional de Seguridad Pública reportó 164 feminicidios durante enero y febrero y 144 entre marzo y abril de este año.
A la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador le ha tocado enfrentar la falta de efectividad, atención y prioridad de otros sexenios, el incremento de feminicidios no es una consecuencia de hoy o de ayer, es la suma de la ignorancia e incapacidad histórica.
Hoy, podemos conocer un número más cercano a la realidad sobre las desapariciones o muertes gracias a las bases de datos de las instituciones públicas, las estructuras organizacionales y los responsables de la estrategia, algo que hace unas décadas era impensable, pero esto es insuficiente, no se ha podido establecer una política pública que nos otorgue una respuesta a esta problemática, diferentes medios o actores han promovido diversas campañas de prevención, sin un resultado tangible.
Todos los días observamos cómo crece el número de personas desaparecidas y el incremento de la violencia que se manifiesta de diversas formas, desde quitar la vida por dinero, por objetos de valor o simplemente por ser mujer.
Hemos tenido que salir a la calle para exigir justicia, lo tenemos que hacer con el rostro cubierto y no por una cuestión de salud sino para evitar represalias porque exponer las ideas y exigir justicia, parece ser un mayor delito que el cometido por quienes nos asesinan.
Seguramente las marchas, las pintas, los gritos, las mantas, los bloqueos de las calles o que cada vez tengamos mayor participación, les genera molestia a un número importante de servidores públicos que tienen aspiraciones políticas y esto exhibe su falta de capacidad para dar respuesta. A todos los ofendidos les ofrecemos una “disculpa” por esto, pero les recordamos que, por su incapacidad, nos están matando.