En este mundo hay niños y niñas. Aunque hay países que casi no tiene niños. Hay otros países donde el gobierno se compromete a pagar la educación del niño, siempre y cuando la familia tenga un hijo. Supongo que esos países han de ser bien tristes porque los adultos no están contagiados ni infectados de la risa de los niños.
Yo recuerdo que cuando era un niño, había tanto silencio en este entonces, que se podía escuchar el zumbido de la corriente eléctrica a través de los cables de luz que corrían de postre poste. Casi siempre las mañanas eran silenciosas, pero en las tardes se escuchaban por todos lados los gritos y las risas de los niños.
Los días más ruidosos, eran los del día del niño. Era común que cada año, los maestros, para festejarnos, nos llevaban al cine o al río para nadar un rato. Era cuando la transparencia del agua existía. Eso era toda una emoción. Cuando no había cine ni había río, nos festejaban en el patio de la escuela.
Ahí se hacían concursos de todo tipo. Por un lado estaba el concurso de trompo, por otro lado, el concurso del yoyo, de balero; otros más jugaban al bote botado. No faltaban las canicas, el beli, la rayuela y otros juegos que creo que de tanto olvido ya desaparecieron.
Hoy es el día de los niños en nuestro país. Y pese a los problemas que puedan tener en su casa, derrochan alegría. Ellos se las arreglan para olvidar los obstáculos y disfrutar, aunque sea por un momento, de la vida.
Ver a un niño y disfrutarlo, es aprender lo que es la felicidad. Ellos viven intensamente el momento, nunca se quedan en el pasado, y mucho menos se preocupan por su futuro, a menos, claro, que les digas que es la hora de dormir.
Los niños, sin saber que son artistas, pueden hacer grandes obras en las paredes de la casa con todo lo que encuentran. Ellos son capaces de cortar, pegar, esculpir, pintar. Además, están capacitados para creer en todo lo que ven y oyen.
El niño siempre dice lo que piensa. Si en ese momento está viendo un documental en la televisión, nos puede asegurar que ya conoce ese lugar o que ya ha viajado a esas estrellas.
Seguramente este Día del Niño, lo esperaban con mucha emoción. Es como cuando se le dice que pronto será su cumpleaños. Cuentan los días y diariamente preguntan que cuánto tiempo falta para que les llegue un año más de su vida.
Ellos pueden ver la misma película, 1000 veces si es posible, y las imágenes de sus libros favoritos, pueden verlas a cada rato, y a cada rato encontrar nuevas historias sobre las mismas imágenes.
Ellos casi no conocen la palabra discriminación, aceptan a todo mundo, bueno, casi a todo mundo, porque a sus hermanitos más pequeños no los quieren fácilmente. El insulto más grave que se le puede hacer un niño, es llamarlo “bebé”.
Si cada día intentáramos ser niños tan sólo unos minutos, si al menos nos atreviéramos a sonreír como sonreíamos a los nueve o diez años, veremos que nuestra cara puede suavizar su gesto.
Déjame decirte que los niños son el secreto mágico de un mundo mejor. Ahora, si los adultos cambiáramos nuestro corazón de piedra por uno de niño ¿Tienes idea cómo sería el mundo?
¡Felicidades a todos los niños!
Día del Niño: Horacio Corro Espinosa
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