Ayer fue el día mundial del libro y del derecho de autor. La celebración de este día se lleva a cabo desde 1996. Entre sus objetivos está el de fomentar la lectura, la industria editorial y la protección de la propiedad intelectual a través de la promoción del respeto a los derechos de autor.
Conozco mucha gente que asegura querer leer libro tras libro pero por falta de tiempo no lo hace. Hay otros se proponen hacerlo cada principio de año, pero a la semana les jala más la tele, que el sabroso olor a hojas de papel. Hay otros que me han preguntado con incredulidad que sí es posible leer a velocidades superiores a las mil palabras por minuto.
La verdad yo nunca respondo a esa pregunta, pero trato de que ellos mismos den respuesta a su pregunta con otra pregunta: ¿dime a qué velocidad piensas? Antes de responder a qué velocidad piensan, todos, sin excepción, abren bien grandes sus ojos porque descubren que piensa muy rápido.
Si pensáramos a la velocidad que hablamos, necesitaríamos de más horas o de más días para dar una respuesta salida de nuestros pensamientos.
Nuestros pensamientos son tan rápidos como la velocidad de la luz. ¿Entonces, si pensamos tan rápido, porqué leemos tan despacio? Ese es el punto.
Desde niños, cuando nos enseñaron a leer, nos enseñaron una serie de vicios que los hemos ido arrastrando a lo largo de nuestra vida. Quienes nos enseñaron a leer, nos enseñaron a reconocer las patitas de las letras. ¿Se acuerdan cuando el maestro paseaba su gis por debajo de las palabras? Leer las patitas de las letras hace mucho más difícil la lectura. Hagan la prueba, tapen de la mitad hacia arriba de la palabra y traten de reconocer las palabras sólo con las patitas. Desde luego que se puede, pero es difícil y tardado. Ahora tapen las patitas de las palabras y lean por arriba de ellas, o sea, las cabezas de las letras. Es mucho más fácil de reconocer cualquier palabra.
Si aún no crees que se puedan leer más de mil palabras por minuto, te preguntaré otra cosa. ¿Cuando conduces un auto, bicicleta o lo que sea, vas moviendo tu cabeza para todos lados para no chocar? ¿No, verdad?, porque cuando manejamos vemos el camino por golpes. Vemos, y nuestro cerebro se encarga de procesar todo lo que tenemos enfrente, no necesitamos hablarlo para decirle a nuestro cerebro qué es lo que estamos viendo. Así debe ser nuestra lectura: nuestros ojos deben informarle a nuestro cerebro los símbolos que tenemos enfrente.
El error de muchos, es que todos las palabras que vemos en el papel, primero se las informamos a nuestra boca y de ahí se la pasamos a nuestro cerebro. Eso retrasa mucho nuestra lectura. La lectura debe ser de los ojos al cerebro.
Esto que te voy a decir te va a sorprender porque lo has hecho varias veces pero no te has dado cuenta de ello. Busca en el directorio telefónico de la sección amarilla, por ejemplo… farmacia la salud. Seguramente vas a ubicarte en la letra f y de ahí, con tu dedo índice, vas a recorrer las columnas hasta encontrar la farmacia. ¿Te das cuenta? El dedo índice evitó que las palabras pasaran a tu boca por eso recorriste tan rápido las columnas y encontraste con facilidad lo que buscabas.
Entonces, te sugiero que comiences a leer con tu dedo sobre las líneas de los libros y aumentaras la velocidad de tu lectura. Cuando domines eso, serás capaz de leer un libro hasta en 3 horas. Este es sólo un ejercicio, hay muchos otros.
No te hablé de libros, pero espero que este comentario te sirva de motivación para comenzar a leer. No leas 20 minutos como dice el comercial, porque entonces vas a leer tiempo y vas a dejar de disfrutar sentimiento o la emoción que te puede provocar la lectura.
Día del libro y la lectura: Horacio Corro Espinosa
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