El Día Internacional de la Mujer conmemora el 8 de marzo la lucha de las mujeres por su inclusión total en la sociedad, su desarrollo integral en igualdad y equivalencia como seres humanos evolucionado por selección natural darwiniana, adaptándonos a las circunstancias cambiantes del ambiente, a la par, únicamente con diferencias biológicas reproductivas, de tal forma que en el Día Internacional de la Mujer, desde que la ONU declaró a 1975 Año Internacional de la Mujer e invitó al mundo a declarar, en función de sus tradiciones históricas y costumbres, al 8 de marzo como Día por los Derechos de la Mujer, cada año se realizan actividades, reclamos, exigencias, homenajes, conmemoraciones, memorias y, en especial marchas de reivindicación de derechos.
En México como en casi todo el mundo, excepto en países islámicos, habrá marchas, protestas y discursos por los derechos de la mujer en igualdad con los hombres, denunciando, culpando y cuestionando a casi todas las instituciones que de una forma u otra no respetan la igualdad de las mujeres, e incluso las rechazan con un muro y poco falta para que las mantengan lejos con un foso al estilo de castillos medioevales, como sucede en Palacio Nacional donde vive con lujo y boato el presidente, ajeno a las reivindicaciones que pretenden con justicia las mujeres, a quienes en su lista de protestas, exigencias y reclamos justos, olvidan la religión católica y evitan la Catedral Metropolitana o demás templos cristianos que son sede de las más infame y misógina actitud contra las mujeres, a quienes el catolicismo denigra, minimiza y condena desde sus orígenes, principalmente en la Biblia, un libro racista y misógino que dice la mujer fue creada por Dios de la costilla de un hombre únicamente para compañía, prohibiéndoles probar el fruto del árbol que les permitiría saber y conocer: “Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, (según le dijo una serpiente) y que era agradable a los ojos, y árbol codiciado para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto y comió…” por lo que, según el Genesis, se enojó Dios y sentenció contra Eva: “Multiplicare en gran medida los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreara de ti”, maldiciendo, por culpa de la mujer a la tierra y todo, sin que desde que se estableció el Dia Internacional de la Mujer se haya reclamado al Papa y sacerdotes cristianos y rabinos del mundo, corrijan su dogma obsoleto y misógino respecto de la minusvaloración de la mujer, quien, hoy sabemos científicamente, hombres y mujeres somos iguales en todos los aspectos emocionales e intelectuales. Somos antropoides erguidos, no almas caídas en pecado mortal ni culpa alguna por querer saber, de tal forma que si de reclamar se trata, también se debe condenar y exigir a la religión cristiana elimine su credo misógino y minusvaloración de la Mujer a quien mantiene excluida de sus ritos y oficios eclesiásticos y considera dogmáticamente inferior al hombre, porque así lo hizo Dios.