Los investigadores observaron con la ayuda de computadoras cómo 12 genes del mastuerzo colaboran en el funcionamiento del reloj interno de las plantas.
Descubrieron que una proteína, conocida como TOC1 y que antes se creía que hacía que las plantas se despertasen, reducía la actividad de los genes por la noche.
“Es un gran cambio en nuestro conocimiento”, dijo el profesor Andrew Millar, de la Universidad de Edimburgo.
Las plantas, los animales e incluso las bacterias experimentan lo que se conoce como ritmo circadiano, que son pequeños ajustes al cambio de la luz a lo largo del día y adaptaciones a los cambios de estaciones a lo largo del año.
“Al igual que los humanos, las plantas tienen ritmos biológicos”, explicó el profesor Millar. “Tener un reloj biológico es particularmente importante porque les permite prepararse para la luz del día y de noche almacenar suficiente energía para poder crecer”.
“Ahora comprendemos cómo funciona esa docena de genes y cómo actúan en momentos determinados del día”, añadió.
Otros genes
Millar dijo que los resultados permitirán avanzar en el conocimiento de la floración de otras plantas, en particular de cultivos como el trigo, la cebada y el arroz.
“Ahora comprendemos cómo todo encaja y cómo los mismos genes controlan los ritmos en todo tipo de plantas, desde las algas monocelulares hasta otras más complejas”, agregó.
Otro estudio realizado en Barcelona y sin conexión con el de la capital escocesa ha llegado a unas conclusiones semejantes.
“Ahora podemos extender el conocimiento adquirido sobre los procesos cíclicos a otros cultivos y plantas de interés agronómico”, valoró la profesora Paloma Más, del Centro de Investigación Agrigenómica.
Millar dijo que los nuevos datos ayudarán a los científicos a conocer mejor otros genes de las plantas.
“Ahora conocemos unos 12 genes, pero todavía nos gustaría saber más sobre los que controlan la fotosíntesis, el uso de nitrógeno, la apertura de los pétalos y la fragancia”.
Agencias