Delfina: te llevo dentro de mí: Raúl Castellanos

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El pasado fin de semana iniciaron las campañas en el Estado de México. Las candidatas y candidatos del PAN, PRI, Morena y PRD, desde el primer momento están echando todo el “chorizo a la parrilla”; saben que un triunfo en el feudo del Grupo Atlacomulco (en el caso de los tres primeros partidos citados) los colocaría en la antesala de la “Silla de Krauze”, versión Peña FIL de Guadalajara. Aunque, por diversas razones, ninguno sea garantía de darle al país estabilidad política y sobre todo gobernabilidad democrática. En cuanto al PRD, las apuestas al día de hoy no le conceden posibilidad alguna y el “País que Queremos”, el movimiento que encabeza el Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas no está participando como tal en las elecciones locales en curso.

Vista la película de los inicios, las dos y los dos se hicieron acompañar en el arranque por sus dirigencias o cuadros más distinguidos. A la señora del PAN la acompañaron Santiago Creel y Xóchitl Gálvez; con Del Mazo Maza estuvo el discípulo de Luis Videgaray, el mismo que le dedicó su tesis al amigo del yerno consentido de Donald, considerándolo fuente de inspiración, guía moral e intelectual, algo así como los reverenciales conceptos que el hoy senador Roberto Gil tuvo para describir lo que significaba en su vida Felipe Calderón.

En el escenario donde se presentó Delfina Gómez no podía faltar Andrés Manuel, quien cual “rock star” se dejó querer y apapachar, incluso estuvo presente el recién converso, que no aspira a nada, salvo conservar las jugosas dietas y comisiones del Senado, el distinguido poblano, Miguel Barbosa; y a Juan Zepeda lo acompañó Alejandra Barrales, a quien cuentan se le acercaron a ofrecerle unos lotecitos en la zona de VIP de Valle de Bravo, que por supuesto rechazó. Faltaba más, hasta en la izquierda hay clases sociales.

En cuanto al discurso, como de costumbre todos andan en los lugares comunes. Combatir la inseguridad, acabar con la corrupción, mejorar el empleo, atender a los adultos mayores. Con matices, pero en el fondo todos plantean lo mismo, nada nuevo en el marco propositivo. Donde están poniendo el acento es en tundirse con singular entusiasmo. Si se tratara de un concurso de argumentos en contra del adversario sería muy complicado obtener un ganador.

A del Mazo Maza, además de endilgarle todos los vicios del PRI, incluyendo los de los Duarte, Borge y demás (como si los de enfrente no cantaran con el mismo entusiasmo las mismas baladas), lo señalan por ser “carita” –sin aclarar de qué- lo cual es una apreciación muy subjetiva. En gustos se rompen géneros. El más grave cuestionamiento consiste en ser pariente de Peña Nieto, como si a los parientes se les escogiera; en todo caso habría que realizarle no una prueba de ADN, sino un test de apreciación política –olfato le dicen- para que no le vaya a suceder lo que a su papi, que cuando el destape de Carlos Salinas, dio como ganador a Sergio García Ramírez, armando un desmadre de pronóstico reservado.

De Vázquez Mota ya está dicho todo. Sus limitaciones estructurales fueron ampliamente mostradas en la campaña de 2012. En versión de Juan Zepeda, para ella el Estado de México, es un Estado “dormitorio”, al que sólo llega a pernoctar. Además tiene “millones de razones” en contra, dicho –por don Juan- en clara alusión a los varios miles de millones que recibió en su “fundación” por parte del gobierno federal para “apoyar” a los migrantes –de Marte, dicen las malas lenguas-.

En cuanto a la Maestra Delfina Gómez, recién llegada a las ligas mayores de la política, en comparación con sus adversarios; dos señalamientos se le formulan: el haber participado como delegada en los procesos de selección de candidatos que llevaron a los Abarca a la Presidencia Municipal de Iguala y estar navegando en la cresta de la ola en que los vientos a estribor han colocado a López Obrador.

Como se advertirá, hasta aquí, podríamos decir que el proceso estaba caminando como debe ser todo proceso electoral en el que se juega el poder real, hasta que antier, al Comandante de la “Band of Brothers” se le ocurrió, o mejor dicho, mostrando nuevamente su verdadero rostro facho, lanzar un tuit de alto contenido misógino, intolerante, estólido; muy con el sello fascista que caracteriza a la derecha: “¿Delfina es nombre propio? ¿O así le dicen por cómo la trata quien la nombro y es su jefe?”.

Las respuestas surgieron de inmediato. Gerardo Esquivel escribió “Bajeza, clasismo y misoginia”; José Merino sentenció “uno de los tuits, más penosos que he visto en nuestra política…qué pequeñez”; mi conciencia crítica tuiteó “Así opera el calderonismo, Con crítica hiriente y minimizando a quienes evidencian sus atrocidades”; otro más, lapidario y contundente “la mofa hiriente como argumento. Calderón de cuerpo entero”.

Por la noche Calderón volvió a la carga: “Ya serenense #pejechairos, están leyendo muchas encuestas. Están nerviosos y agresivos, más que de costumbre” escribió. Le respondieron “@Felipe Calderón.Ya andas pedo otra vez. Acuerdate de lo que pasa cuando mezclas.las cubas con la política”. Gael García tuiteo “@Felipe Calderón Esa patanería de persona tan corta e insegura borra de inmediato el horizonte noble de ser un estadista. Qué lástima presidente”.

Por mi parte, por supuesto suscribo todas las réplicas a Calderón, su decir lo considero deleznable, cobarde, artero; pero tengo un argumento más. Mi abuela Delfina Castellanos Ríos nació a finales de 1880 en Ixtepeji, un pueblo enclavado en una cañada de la Sierra Juárez. Se casó con Taurino Castellanos Ramírez, nacido y criado en San Pablo Guelatao; tuvieron dos hijos Luz María y Raúl; luego emigraron a la ciudad de Oaxaca para darles educación. Con el paso de los años, Taurino y su hijo Raúl establecieron la fábrica de jabón “La Soledad” en el barrio de la Merced.

A ella, a mi abuelita Delfina, la recuerdo atendiendo siempre sus deberes. Cocinaba en un bracero; a mí me encantaba llegar a comer con mis abuelos guajes, chapulines y disfrutar sus moles, en especial el verde, el amarillo y el negro que cada año en muertos preparaba, cumpliendo con todo el ritual; para luego por las noches del primero y el dos –de noviembre- contarnos a mis hermanos y a mis primos, bajo la luz de un quinqué, historias de las almas en pena. La evoco con sus trenzas bien peinadas, su mandil y sus manos curtidas por el trabajo, siempre sabia en sus consejos; nunca la escuché reñir ni quejarse de enfermedad alguna hasta que partió serenamente.

Por eso y por mucho más, sólo me resta decir: abuela Delfina Te llevo dentro de mí.

¿Alguien puede asegurar que esto ya está decidido?..

RAÚL CASTELLANOS HERNÁNDEZ / @rcastellanosh