“JOSÉ MIGUEL PÉREZ GARCÍA…UN SANTO DE CARNE Y HUESO”; en la vorágine de violencia en que lamentablemente se encuentran atrapadas nuestras sociedades ayer leí un mensaje que me pareció un oasis en el desierto, una destello de luz en la obscuridad, decía –el mensaje- “y el milagro se dio, cientos de personas nos encontramos en la Ciudad de los Niños y Niñas Oaxaca, en Trinidad de Viguera, en su “Gran Feria Anual del Niño 2016”, el encuentro comenzó a las ocho de la mañana con una misa en memoria de sus fundadores y en especial se recordaron las palabras del artífice de esta obra humana “La Ciudad de los Niños es un monumento a la generosidad del pueblo de Oaxaca”; ya en la suma de recuerdos vino a mi memoria el padre José Miguel Pérez García, un sacerdote de la hermosa provincia mexicana –mi adorada Oaxaca- que allá por los cincuenta del siglo pasado, el 6 de febrero de 1958 para ser precisos, fundó “La Ciudad de los Niños” que ahora ya es también de las niñas, la cual a pesar de su partida sigue cobijando a niños y niñas desamparados, dirigida por el padre Francisco Baruc Soriano, uno de sus discípulos; ordenado sacerdote en su natal Ejutla de Crespo, llegó como auxiliar del padre Santa Cruz -que ya rebasaba los setenta de aquellos- a la iglesia de la Merced, ubicada en el barrio del mismo nombre, de inmediato se sintió su presencia, nos convocó a los chavos, formó el grupo de los “niños Tarsicios” –en honor del santo idem- que teníamos la obligación –moral- de acudir a misa de ocho los domingos, aprehender a acolitar, a rezar el rosario y cantar el “tantun nervun sacramentum”, barrer la sacristía, el corredor, recoger las limosnas y participar en los festivales en honor del Arzobispo –de los cuales me confieso orgullosamente haber formado parte-; también le gustaba el basquet y el fútbol, un día jugando una cascarita en el atrio le pegó tan fuerte al balón que reventó el cristal de la puerta de la capilla de la Virgen del Rosario, ese día fue el único que recuerdo haberlo visto preocupado; de eterna sonrisa y dando paso a la vocación que ya traía, echó a andar el que sería su proyecto de vida, proteger a niños abandonados, fue así como convocó a los “notables” del barrio, no a los ricos, menos a los políticos, les tenia pavor, sino a los que tenían el reconocimiento de la gente por su trabajo, sencillez, bonhomía, fueron doce –el padre decía que en cualquier parte del mundo había doce apóstoles-, Antonio Martínez Soto–tintorero-, Enrique Juárez –piñatero y también mago- el “Fumanchu oaxaqueño se hacía llamar, Juanito Zorroza y Juan Rojas –abarroteros-, Juventino Cruz –comerciante de huaraches y pieles-, Efren González –marmolero-, Cupertino Méndez –zapatero- Raúl Castellanos –jabonero-, Antoñito Cortez –boticario-, Mundito Morales –sastre-, Enrique León –tintorero- y Natividad Cruz –mecánico-; todos ellos formaron un comité y se lanzaron a reunir fondos, organizaron “la tonelada de plata”, “el kilómetro de plata” y una heredera del casco de una hacienda se los donó, Viguera, donde se construyó el primer dormitorio para 50 niños que como la puerta de Alcalá “ahí está”; en el 2005 Fox le entregó al padre Miguel, el Premio Nacional de Derechos Humanos, la última vez que nos vimos me invitó a comer a Viguera, los niños jugaban, llegué cuando estaba dando misa en la capilla, luego nos fuímos al comedor, ya teníamos el pelo color de niebla, me invitó un mezcalito –se tomaba solo uno en ocasiones especiales- de Ejutla, por supuesto, además de mi confesor –afortunadamente mis pecados han sido veniales y todos confesables- siempre fue mi amigo, mi gran amigo, ahí estaba colgada la primera foto de los primeros niños que llegaron, con todo el comité y yo de colado, me platicó con gran serenidad que pronto partiría, no mucho tiempo después la ruleta de la vida giró; sin embargo de algo estoy cierto, si los santos existen…deben ser como el padre José Miguel…¿alguien puede asegurar que esto ya está decidido?….
RAÚL CASTELLANOS / @rcperseguido