“El pueblo no es capaz de tener opiniones de largo alcance en materias intrincadas de política, pero en aquellas cuestiones que puede comprender, como valorar a un político, es más prudente y tiene un juicio más sólido que el de un gobernante”.
Palabras más, palabras menos de este juicio un tanto cínico del Genio Florentino, pero que está cargado de razón, de lógica y de pensamiento liberal; y aunque suene extraño, Maquiavelo, se pronunció a favor de la libertad general al proponer medidas encaminadas hacia el bien público y a la libertad de discusión, con objeto de que se pudiera oír, en todas las cuestiones, a las partes, antes de adoptar una decisión.
Maquiavelo creía que el pueblo debe ser independiente y fuerte. Tenía una elevada opinión de la virtud y el juicio de un pueblo honesto en contraste con el gobernante.
Lo anterior viene al caso, debido a las dos señales enviadas por el presidente electo que han causado incertidumbre y desconfianza en los mercados financieros del país. En el exterior las bolsas van a la alza, pero en México la bolsa se fue a la baja y el precio del dólar se disparó por arriba de los veinte pesos.
La primera señal fue el engañoso “estira y afloja” utilizado contra los empresarios, que invirtieron miles de millones de pesos, más tiempo de construcción del NAICM, su confianza y certeza en contratos pactados con el gobierno mexicano para construir el tercer aeropuerto más grande y moderno del mundo, el cual tiene un avance de construcción del 30%, más un gasto de inversión de 40 mil millones de pesos.
Pero, sucedió lo inaudito, el gobierno electo “agandalló” a los empresarios mediante un ejercicio manipulado “para conocer la opinión del pueblo”. Ejercicio que fue una pantomima mal diseñada y peor operada, al no reunir los requisitos necesarios para ser creíble, válida y tomada en cuenta por la nación integrada por 125 millones de personas y un padrón electoral conformado por 85.953.712 millones de electores.
De los 125 millones de personas y de los 85.953,712 millones que figuran en el padrón electoral, poco más del “millón de personas opinaron”. Más claro, 124 millones personas no opinaron y 84. 400.712 millones de ciudadanos tampoco lo hicieron.
A esto, el pueblo lo llama “agandalle” o “chicanada”, que en esta ocasión se operó en perjuicio de las mayorías, de los empresarios y de 146 mil trabajadores que perderán sus empleos. Sin embargo, la construcción del NAICM continuará hasta el último día del gobierno de Enrique Peña Nieto y la cancelación del mismo se abonará a la cuenta de gobierno de Andrés López el 1 de diciembre.
De esta forma, el presidente electo, “que no es florero”, ya tiene a quien culpar en caso de que su decisión falle, toda vez que argumentaría que solo acató la voluntad del pueblo. “Amor y Paz”.
La segunda decisión que provocó la ira de la opinión pública fue la invitación general que el gobierno electo hizo incluyendo al presidente de facto o usurpador, Nicolás Maduro, quien el 3 de agosto del 2017 llamó “cobarde” al presidente de México.
El Dictador dijo: “que sentía vergüenza del mandatario mexicano, al que tachó de “cobarde” y crítico por comportarse como un “empleado maltratado” del inquilino de la Casa Blanca”.
Fue el canciller Luis Videgaray el que salió al paso a los insultos: “Cobarde” es quien usa el poder del Estado para desmantelar la democracia y arremeter contra su propio pueblo”.
Recordemos que el Derecho Internacional considera que un gobierno usurpador debe ser considerado de facto, que se asemeja a un gobierno legítimo y que, en ocasiones, tiene más fuerza y más autoridad que el de jure. Sus características principales son: que se mantiene así mismo, que ha expulsado a las autoridades legítimamente constituidas del asiento de su poder y de las oficinas publicas tal y como sucedió con la fiscal Luisa Ortega Diaz y con el Parlamento, que fue desalojado de la sede legislativa por la Guardia Nacional al servicio del dictador. En tanto, los líderes opositores, Leopoldo López y Antonio José Ledezma continúan arrestados.
Así las cosas, el gobierno electo abre las puertas al dictador Nicolás Maduro. Daniel Ortega está por confirmar, aunque como están las cosas de violentas en Nicaragua, posiblemente el embajador lo represente.