De Yolanda Vargas Dulché y los refritos de Televisa

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Ayer se abrió para el público en el Museo de Arte Popular en el Centro Histórico de la Ciudad de México la exposición “Yolanda Vargas Dulché: Contadora de Historias”.

El evento propició el anuncio por parte de José Bastón, el presidente de Contenidos de Televisa, del interés de la televisora en  realizar una serie basada en el personaje protagónico de la historiera “Memín Pinguín”, un personaje de color que creó la señora Vargas Dulché en 1943 y que cuenta la historia de un niño soñador y travieso capaz de meterse en cualquier enrredo.

Al respecto, el hijo de la escritora, Manelick de la Parra, comentó que no hay nada en concreto.

Y es que como dice el dicho la mula no era arisca, sino que la hicieron, y vaya usted a saber si ahora que acaban de anunciar con bombo y platillo que la cantante y ex presidiaria Gloria Trevi va a protagonizar su primera telenovela, no le vaya a extrañar que con tal de ganar rating, los televisos quieran hacer de Memín Pinguín un negrito de golfo de México, tipo el Tomás de “La Cosa”, que hacía Héctor Suárez.

Eso si haría que Doña Yolanda se revolcara en su tumba, porque aunque ya no estaba físicamente con nosotros todavía cuando José Alberto Castro, se encargó de adaptar el clásico “Rubí”, en 2004, con Bárbara Mori como protagonista. Tan se respetó la esencia de la historia que prácticamente lo único diferente fue un final parecido a “Cuna de lobos”.

El meollo de todo este asunto, es que pareciera que, al menos en lo que se refiere a telenovelas mexicanas, bien podría aplicarse el dicho a de “todo tiempo pasado fue mejor”, si consideramos que de los seis títulos de telenovela que de lunes a viernes nos receta el Canal de las Estrellas, en realidad sólo hay una historia original de un escritor mexicano, Manuel Canseco Noriega, que no es otra que el refrito de una telenovela de 1964, “Corona de lágrimas”, irónicamente protagonizada, por el nieto de la señora Dulché en la vida real, Mane de la Parra.

El resto son puros refritos ya sea de originales venezolanos (“La mujer del vendaval”); colombianos (“Qué bonito amor”); 0 argentinos (“Amores verdaderos”). Así que lejos quedaron los tiempos en que historias de Yolanda Vargas Dulché, nos hablaban de una identidad de historias mexicanas, independientemente si, además de ser de una indígena llamada María Isabel; una gitana llamada Yesenia; o una japonesa, como protagonista en “El Pecado de Oyuki”, por mencionar unos títulos. Con este panorama más que festejar dan ganas de llorar.

Vanguardia