* No se trata sólo de cambiar leyes o procesos, lo sustancial es reformar las instituciones, la conducta de sus servidores, sus costumbres y actitudes, y lograr una transformación de la vida, no sólo de los códigos, afirma Eduardo Pinacho, titular del Poder Judicial.
* Acepta que subsisten vicios, malas prácticas, corrupción y deficiencias. Están empeñados en ajustar, rediseñar, corregir y transformar, despojarse de aquellos que con sus actos y decisiones deshonran a esa institución y defraudan a la sociedad que les dio poder y confianza.
El sistema de justicia no sólo constituye una estructura especializada del Estado, sino un factor de estabilidad social, por lo que es prioritario seguir empeñados en una profunda revisión de la función jurisdiccional en sí misma, pero también de sus titulares.
No se trata sólo de cambiar leyes o procesos, lo verdaderamente sustancial es reformar las instituciones, la conducta de quienes las personifican como sus servidores, sus costumbres y actitudes, y lograr una transformación de la vida, no sólo de los códigos.
De poco sirven las mejores leyes, con hombres viles encargados de aplicarlas. Esa es la verdadera reforma, sentencia el presidente del Tribunal Superior de Justicia, Eduardo Pinacho, al rendir su Segundo Informe de Labores ante el Pleno de Magistrados, el Gobernador Alejandro Murat y la Presidenta de la Mesa Directiva del Congreso del Estado, Mariana Benítez.
No oculta que subsisten vicios, malas prácticas, corrupción y deficiencias, y están empeñados en ajustar, rediseñar, corregir y transformar, despojarse de aquellos que con sus actos y decisiones deshonran a esa institución y defraudan a la sociedad que les confirió poder y confianza. No hay peor injusticia que la cometida por los encargados de impartirla.
Reconoce el esfuerzo, la conducta honesta, el talento profesional, la rectitud en el ejercicio de su función, de una gran mayoría de mujeres y hombres, magistradas y magistrados, juezas y jueces, sectarias y secretarios, en general, de servidores públicos que con su cotidiana actuación, legitiman el ejercicio de la función judicial.
Agradece el apoyo, colaboración y amistad del Gobernador Alejandro Murat, y el trabajo solidario del Poder Legislativo, porque permitió lograr las reformas legales y constitucionales indispensables para llevar a cabo la reestructuración interna del Poder Judicial, así como la reforma laboral.
El gobernador reconoció el trabajo que esta casa de justicia hace “con la ley en la mano, con absoluta libertad, con imparcialidad y con altura de miras” y expresó que los logros compartidos este día por el Magistrado Presidente, hablan del compromiso irrenunciable con Oaxaca, donde la aplicación del derecho es la base de la gobernanza y del bienestar social.
Aseveró que hoy Oaxaca tiene un Tribunal de vanguardia que custodia los derechos del pueblo de Oaxaca, con una mirada incluyente, con pluralismo jurídico, con perspectiva de género, de infancia y adolescencia; y con mecanismos de control constitucional local, toda vez que es el único Tribunal en el país que cuenta con una Sala de Justicia Indígena, y uno de los pocos con una Sala Constitucional; un rasgo -dijo que es congruente con un estado como el nuestro: el más diverso de México, donde la jurisdicción indígena es omnipresente.
Ante una nueva realidad impuesta por la pandemia de la COVID-19 es el momento de reinventarse, construir nuevas formas de pensamiento y diseñar estrategias para desplegar una actuación diferente, ante circunstancias emergentes.
La formación y profesionalización permanente de los operadores jurídicos constituyen el mejor mecanismo para la racionalidad de la vida política, la humanización de la justicia y el respeto de los derechos humanos que privilegia el Poder Judicial.
La síntesis y concreción de las líneas maestras sobre las que trabaja el Poder Judicial de Oaxaca, subraya, son: Humanización de la justicia, modernización y Derechos Humanos. “Tenemos muy claros los objetivos, y evidencias empíricas demuestran que vamos en la ruta correcta”.
La cultura de respeto a los principios o valores supremos del sistema de convivencia y organización, depende de la educación recibida en los distintos ámbitos de la vida social, pero en el juzgador se perfila con la conciencia y la sensibilidad que nace de una formación profesional humanística y no solo científica.
Al emitir un juicio o tomar una decisión, el juzgador no solo aplica su ciencia, sino también su conciencia, que imprime un sentimiento de justicia a su decisión, puntualiza el presidente del Consejo de la Judicatura.
“Una sociedad civilizada, dijo, empieza por la humanización de sí misma, cuando en ella impera una cultura de respeto a la dignidad de la persona y los derechos humanos. Una sociedad civilizada es una sociedad ordenada, en la que imperan los valores superiores del ordenamiento jurídico”.
No apostar a la educación significa alinearse, incluso pasivamente del lado de la ignorancia, con lo que ello trae aparejado: Discriminación, corrupción, oscurantismo, pobreza física y espiritual, pero sobre todo, para los juzgadores, alentar, inadvertidamente, el caldo de cultivo donde prevalece la antítesis del Derecho: La deshumanización y la injusticia.
Al reconocer que, la injusticia hunde profundas raíces en la ignorancia y la impreparación, Pinacho Sánchez sostuvo que esa premisa la toman como un dogma.
Conscientes que las Universidades y Facultades de Derecho son formadoras de abogados, pero no de jueces, están siendo particularmente cuidadosos en la implementación de un programa del más alto nivel académico, con el propósito de producir juzgadores con una depurada técnica jurídica pero, ante todo y sobre todo, humanística.
De ahí la trascendencia de los programas académicos desarrollados en materia penal, civil, familiar, mercantil y laboral, y la Maestría en Derecho Judicial puesta en marcha con la Universidad de Perugia, Italia, en la que participarán como docentes, jurisconsultos europeos y mexicanos con los que formarán generaciones de jueces para Oaxaca, México y América Latina.
Destaca la formación de los juzgadores oaxaqueños con visión transversal de los derechos humanos, enfoque de género, igualdad, pluralismo jurídico, integración y globalización jurídicas, que en el ámbito del Estado constitucional y democrático de Derecho, constituyen los principales paradigmas de justicia y de legitimidad política.
Admite que en los dos últimos años han tenido aciertos, pero también tropiezos; han superado deficiencias, pero han surgido nuevos desafíos.
La pandemia visibilizó su rezago tecnológico porque el sistema de justicia civil, familiar y un tanto mercantil, poco, o casi nada, había capitalizado los avances de la tecnología, pues los procedimientos judiciales se continúan tramitando como hace medio siglo.
alfredo_daguilar@hotmail.com
director@revista-mujeres.com
@efektoaguila