Al abrazar se segrega oxitocina (hormona relacionada al placer), se libera serotonina y dopamina (encargadas del buen humor), lo que genera una agradable sensación de armonía y plenitud, una dosis cargada de bienestar para el cuerpo y el alma.
Ello reduce el estrés, la presión arterial y el ritmo cardíaco, mejora el flujo sanguíneo, favorece al sistema inmunológico, estimula la hormona del crecimiento en los niños, disminuye las probabilidades de padecer demencia, aporta sensaciones de seguridad, energía y fortaleza.
Por lo cual, los Servicios de Salud de Oaxaca (SSO) recomiendan realizar esta sencillo acto sin moderación para el bienestar psicológico, emocional y corporal tanto de los infantes como de los adultos, ya que acrecienta la alegría y la salud de los individuos.
Abrazar es esencialmente efectivo para el desarrollo tanto físico como emocional de los bebés y de los niños. De hecho, parte de los beneficios de la lactancia materna tienen que ver con el contacto íntimo y profundo que se establece entre la madre y el menor durante el amamantamiento.
Este contacto físico contribuye a mejorar las relaciones de pareja y familiares, combate el insomnio, reducir la tensión y aumenta la autoestima, estimula del desarrollo y supervivencia de las neuronas, pudiendo prevenir y reducir enfermedades. Algunos estudios han demostrado que los abrazos no sólo mejoran la calidad de vida, sino incluso favorecen la longevidad, estimula los sentidos y ayudan a controlar el apetito.
Las personas que no reciben abrazos con frecuencia desarrollan un ritmo cardiaco de 10 latidos por minuto en comparación con los que experimentan esta expresión todos los días. Asimismo, la falta de este afecto puede desencadenar hábitos negativos como comer de manera abundante y descontrolada, fumar o consumir alcohol en exceso.
Rodear y estrechar con los brazos a una persona proporciona beneficios de forma integral al ser humano, este acto tan sencillo debe convertirse en una práctica habitual para comenzar todos los días.