Cuatro empleados salen de la oficina del diputado priista Alfredo del Mazo con los brazos retacados de regalos: un florero, una taza, un café de Coatepec, un vino Proventus, un libro sobre Hidalgo, un cuadro, otras dos botellas en una bolsa, una caja de madera, más cajas selladas, un arcón navideño, una bolsa de Carolina Herrera, otra de El Palacio de Hierro.
El elevador es una tienda departamental de temporada desde el segundo piso hasta el estacionamiento. Cuchichean los empleados, ríen con las cajas resbalándose de las manos.
“Van a decir que se rayan los diputados”, dice uno perdiéndose entre las camionetas en el estacionamiento.
La Navidad llegó a la Cámara de Diputados, llegaron los regalos, el vino, los chocolates, los arcones, las botellas, y los empleados se afanan en acarrearlos de las oficinas a los vehículos.
Por lo que se ve, se han portado bien los legisladores. En recompensa, cada uno recibe, además de su aguinaldo (unos 46 mil pesos por cuatro meses de trabajo), montones de regalos.
Si bien la Secretaría de la Función Pública prohibió desde 2013 recibir regalos mayores a 10 salarios mínimos -unos 700 pesos-, en la oficina de la presidenta de la Comisión de Comunicaciones, la también priista Ivonne Ortega, hay, por ejemplo, tres canastas, dos bolsas de cartón y bolsitas amontonadas en el piso y encima de los escritorios.
Pero lo más grande es una canasta con vinos, quesos y jaleas. En La Europea, una con similar número de botellas cuesta más de 6 mil pesos. Tan sólo el mezcal Marca Negra, uno entre 14 licores, cuesta 779 pesos.
A un lado está una caja más grande. Es de Femsa, la embotelladora de Coca Cola. “Una navidad más contando historias juntos”, dice el letrero en el cartón.
En su recuento de regalos, a la salida del salón de plenos, la ex Gobernadora yucateca ni las menciona.
“Recibí una cosa preciosa que es un árbol de herrería que hizo un artesano de Puebla. Realmente es algo muy bonito que está adornando la oficina”, señala.
Menciona también unas gallinas de galleta que le mandó una diputada y una trenza de nuez que ya se comieron.
Abajo, en el estacionamiento, esperando el elevador, están tres empleados con botellas de vino. Una para César Camacho, otra para Enrique Jackson y una más para Jorge Carlos Ramírez Marín.
“Un diputado de media tabla recibe más de 100 regalos en esta temporada”, dice un ex jefe encargado de prensa de un partido de media tabla. Pero la Navidad no es egoísta.
“Yo te voy a decir que es una costumbre mexicana, o no sé si sea mundial, la de intercambiar regalos”, señala Rocío Nahle, coordinadora de la bancada de Morena. Incluso ella recibió las manzanas.
En San Lázaro se habló la semana pasada de las manzanas de César Duarte: 500 cajas con 125 “delisanas” cada una, transportadas en un tráiler. Fue un regalo del Gobernador priista de Chihuahua para cada diputado.
“Buenísimas”, dice Laura Esquivel, de Morena.
La legisladora Eva Florinda Cruz, del PRD, las guardó para su familia, igual que una caja de carnes frías que mandó un empresario.
Manuel Espino, de Movimiento Ciudadano, dijo que pensó regresarlas y decirle al Gobernador denunciado por fraude fiscal que regalos así ya no corresponden a estos tiempos. Pero como son perecederas, las repartió entre sus empleados.
El ex panista recuerda que una vez un empresario –que según dice no conocía– le mandó una canasta con 10 botellas de champaña. “Y no de la más económica”. Por su puesto, asegura, las regresó.
“No está claro dónde acaba el gesto de Navidad y dónde comienza la intención de cooptar a un legislador”, señala.
Pero ese es una tema para el que no hay respuesta en el portafolio de carnes finas que le llegó a un diputado de izquierda, ni en los empleados que arrastran un carrito con regalos que el perredista Fidel Calderón trajo del Morelia, ni en la miel de abeja que el priista José Luis Toledo trasladó desde Quintana Roo, ni en las botellas de vino que el Secretario del Trabajo, Alfonso Navarrete Prida, envió para los diputados.
En la entrada a las oficinas del PRI, a la espera de ser repartidas, hay cinco cajas de tarros de mermelada. Un regalo del gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, y de su esposa.
“Hay un desperdicio de los recursos públicos”, dice Jorge Álvarez Maynez, de Movimiento Ciudadano, quien dice que regresó a Duarte sus manzanas: “A los corruptos hay que señalarlos”, dice al teléfono.
Si esto ocurre a la vista de todos, es posible que haya otros regalos que no se ven: cuentas bancarias, vacaciones pagadas, concede el diputado. Aunque a él también lo alcanzó la ola benefactora.
Hay una caja negra con un moño dorado en su oficina, una botella en papel estrasa y otra caja en el suelo.
En la recepción de la bancada del PAN hay bolsas rojas y paquetes; en un sofá de la priista Dora Elena Real hay cinco botellas, una bolsa, un paquete, un libro, una canasta de pan y hasta la última película de Ana Serradilla.
Entrevistada en el salón de plenos, la diputada indica que apenas ha recibido unas galletitas navideñas.
“Detallitos”, dice.
Todas las oficinas de los priista son amplias, pero los regalos se desbordan. Incluso algunos llegan a la sala de prensa.
Al final del día, Alfredo del Mazo manda decir mediante su encargado de comunicación que todos esos regalos del inicio no son suyos, que los demás diputados usan su oficina como bodega.
Y hay otros más que no entienden.
Yericó Abramo Masso, diputado que en 2011, siendo Alcalde de Saltillo propuso bautizar un distribuidor vial con el nombre de Humberto Moreira, acusado del endeudamiento millonario de Coahuila, dice que este año sólo ha regalado galletas.
– ¿Y a usted qué le han regalado?
– Galletas.
– ¿Y las manzanas de Duarte?
– No lo he checado.
– ¿Está de acuerdo con recibir regalos?
– No entiendo tu pregunta.
Palmea el brazo: “Gracias, hermano”, dice y se va.
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