Cuatro soldados estadounidenses murieron este sábado en el sur de Afganistán al estallar una bomba casera, arma de predilección de los insurgentes, anunció la OTAN, cuando el número de militares extranjeros caídos en la guerra afgana se acerca a 2.000.
La Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF) de la OTAN indicó que estos cuatro militares perdieron la vida en un ataque con un artefacto de fabricación artesanal, el arma utilizada con más frecuencia por los rebeldes talibanes.
Una portavoz de esta fuerza indicó que los cuatro muertos eran estadounidenses. El incidente se produjo en el sur de Afganistán, según un comunicado de la ISAF.
Con estas nuevas víctimas, ascienden a 396 los soldados extranjeros muertos en lo que va del año en Afganistán, según un recuento de la AFP basado en el sitio web independiente icasualties.org. Según el mismo sitio web, 1.964 militares extranjeros -1.204 de ellos estadounidenses- han muerto desde la invasión de Afganistán, en 2001, por una coalición internacional liderada por Estados Unidos.
Las bombas caseras son la principal causa de la muerte de soldados extranjeros, de acuerdo con la jerarquía militar, según la cual el número de víctimas de estos artefactos aumenta a medida que los guerrilleros talibanes se adaptan al aumento de los efectivos de las fuerzas internacionales.
Estados Unidos y la OTAN tendrán casi 150.000 tropas en Afganistán cuando hayan terminado de desplegarse los 30.000 efectivos adicionales enviados en conformidad con la orden del presidente norteamericano Barack Obama, en su mayoría en los bastiones insurgentes de Kandahar y Helmand (sur). Obama afirmó que quiere comenzar a retirar a las fuerzas estadounidenses hacia mediados del año próximo y Gran Bretaña, que tiene el segundo contingente de combate más importante en el país, quiere partir en un plazo de cinco años.
Durante una conferencia realizada esta semana en Kabul, los donantes internacionales apoyaron un plan para que las fuerzas afganas asuman las responsabilidades en materia de seguridad hacia finales de 2014 y puedan irse las tropas de combate extranjeras.
El ejército y la policía afganos están siendo entrenados por sus colegas extranjeros y se planea que lleguen a un total de 300.000 efectivos hacia finales de este año.
Hamid Karzai hizo esta promesa en su discurso inaugural en noviembre del año pasado, cuando comenzó su segundo período como presidente de Afganistán, después de ganar unas elecciones empañadas por fraudes masivos, fundamentalmente en su favor.
Su promesa de que las fuerzas de seguridad afganas serán suficientemente competentes para garantizar solas la seguridad del país pese a la insurrección de los talibanes fue recibida con cierto escepticismo.
El jefe del Estado Mayor conjunto de Estados Unidos, el almirante Michael Mullen, manifestó el viernes su preocupación por los refugios que tienen en Pakistán grupos extremistas acusados de lanzar ataques contra blancos afganos. Al hablar con periodistas en Nueva Delhi durante una gira por la región, Mullen describió a la red Haqani, que aparentemente está basada en el distrito tribal paquistaní de Waziristán del Norte, como “la red más mortífera” a la que se enfrenta la coalición dirigida por Estados Unidos en Afganistán.
AFP