No me imaginé que el mes de febrero fuera el preferido por los enamorados para casarse. En mi familia, por ejemplo, se casaron dos, el mismo día 14, en diferentes ciudades.
Platiqué con algunas parejas que se casarían por estos días y se les veía bastante felices. Lo curioso es que cuando he platicado sólo con el novio, todos ellos coinciden en algo: la lana. Desde luego que platicar con un enamorado a unas cuantas horas de su boda es bien sabroso, mientras no salga a relucir el billete.
Cuando se habla de los gastos, todos dicen lo mismo: que nunca se imaginaron lo caro que sale casarse. Por económica que sea la boda, siempre le van a meter mucha lana.
Antes de la fiesta, por lo general, los parientes y amigos asedian a los novios con la intención de que le impriman a la fecha señalada un toque de distinción, pero no piensan en el elevado presupuesto que ello demanda.
Las parejas sensatas se preguntan si es indispensable organizar una fiesta de boda que requiera la inversión de tanto dinero; si se justifica derrochar miles y miles de pesos en ceremonia de etiqueta y extravagante luna de miel.
A los que le encanta la pachanga siempre dirán que son tradiciones o que es la ilusión de sus padres o porque “quiero que todos se entren que salgo de blanco de mi casa”, y un sin fin de pretextos para hacer la fiestota.
Si hacemos cuentas sin números, claro, se tiene que considerar el traje de la novia que va a ser usado unas cuantas horas, y luego, si la novia es de esas chocantes y apretadas que quiere su vestido de la mejor boutique de la ciudad o del país o de esos lugares llamados de altísima costura, va costar un ojo y la mitad del otro.
Y si hablamos de las invitaciones, las hay de modelos prefabricados sobre las cuales sólo se les imprime el texto de información para la fiesta, que son las más baratas, hasta las muy elaboradas que te cuesta mucho más caras, pero satisfaces el capricho. Luego viene el tipo de papel sobre el cual vas a imprimir. A veces el papel es mucho más caro que el diseño de la invitación.
Pero espérenme tantito, déjenme hablarles de las iglesias: En este concepto se pueden evitar gastos mayores si escogen un templo sencillo y sacrifican la vanidad y algunos lujos que ofrecen las iglesias de mucha pompa. Dicen que casarse en la catedral, por ejemplo, y aquí entre nos, trae muy mala suerte, porque casi todos, si no es que todos lo que se han casado ahí terminan mal. Bueno, eso me han dicho.
Hay parejas que aseguran que durante meses, esperaron un lugar libre para casarse en la iglesia de Santo Domingo, en la ciudad de Oaxaca, pero nunca tuvieron suerte, a sabiendas de lo caro que es ese sitio. El importe por los servicios de la iglesia varía desde lo sencillo con flores y sin música, hasta con flores y coro completo.
Y luego, falta todavía hablar de lo más importante: la fiesta, la gorra, pues. A donde irá mucha gente que ni siquiera conoce a los novios ni los novios a los que hacen acto de presencia. Muchos de esos solo van a consumir y a criticar además de que nunca quedarán satisfechos. Luego, todavía hay más, pagar la música, las botellas, el pastel, videos, fotos, sillas, mesas, adornitos, recuerditos, refrescos, meseros, alquiler del salón, pista iluminada, sonido o conjunto musical… En fin pues, todo sea por una efímera pachanga en el mes de febrero.
¿Cuánto cuesta casarse en febrero?: Horacio Corro Espinosa
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