La negligencia de las autoridades, la falta de una cultura de prevención y una alerta tardía, dejaron una estela de desolación en dos asentamientos humanos, San Sebastián Abasolo y el fraccionamiento de Santa Cruz Amilpas en este último, el saldo fue mil casas inundadas y un sin número de afectados, que tuvieron que abandonar sus viviendas de manera abrupta poco o nada pudieron hacer por rescatar sus pertenencias, apenas lograron ponerse a salvo.
La pesadilla, era previsible, la onda tropical número 13, aunado con los remantes de la número 12, presagiaban intensa lluvias en todo el Estado, sobre todo en los Valles Centrales, aún así las unidades municipales de protección civil no actuaron con celeridad, menos las corporaciones estatales.
Fue así que la madrugada de este viernes, la gran cantidad de agua vertida por los cerros hacia el río salado sorprendió a los pobladores de San Sebastián Abasolo y algunas comunidades cercanas al lecho de ese afluente perteneciente a Tlacolula de Matamoros, dejando 200 damnificados.
Fue a las 03:00 horas de este viernes, cuando varios pobladores tuvieron un amargo despertar, el río se estaba desbordando, sin una llamada de emergencia oportuna, se dieron cuenta que el nivel del agua había alcanzado más de 30 centímetros dentro de algunas casas y aumentaba, para las 05:00 horas el nivel llegó al metro de altura, empezaba el éxodo de pobladores.
Desesperados, cerca de 200 pobladores de al menos 90 viviendas, tuvieron que abandonar a toda prisa sus casas, muchos no tuvieron tiempo de sacar ni sus pertenencias, pocos fueron los que rescataron algo de valor, la fuerza del agua fue implacable, para las 08:00 horas el albergue en el palacio municipal de esa población era insuficiente para tanta gente, afortunadamente no hubo víctimas fatales.
Era cosa de horas, para que comunidades río abajo sufrieran el embate de la gran avenida de agua, por cierto atípica, el primer aviso fue a las 09:00 horas cuando varias alcantarillas del fraccionamiento de Santa Cruz Amilpas, empezaran a brotar aguas negras, para esa hora los campos aledaños estaban anegados, todo porque el río salado y la Venta se habían unido y desbordado, las llamadas de auxilio se multiplicaban presagiando una desgracia.
En tanto el Comité de Protección Civil, conformado por todas las corporaciones de emergencia estatales incluyendo el ejército, sesionaba a puerta cerrada para implementar las primeras acciones, fue hasta las 11:30 horas que llegaron al mencionado fraccionamiento, tras una breve reunión el director del Instituto Estatal de Protección Civil, Carlos Alberto Ramos Aragón, decretó una evacuación masiva e inmediata.
Era tarde, la barda del fraccionamiento presentaba ya fisuras y el agua empezaba a llenar las calles, de nada sirvieron decenas de camiones con arena, los sacos con tierra en las puertas de las viviendas no sirvieron de nada, a los 15 minutos la barda perimetral de la zona sur, se rompió dejando entrar miles de litros de agua.
Fue como una escena apocalíptica, vecinos en sus autos sacaban a niños, ancianos y mujeres, no hubo un control cada quien luchaba para ponerse a salvo, las camionetas con personas, con sus documentos en mano buscaban la parte alta en la entrada del fraccionamiento, no hubo coordinación, tras el bloqueo en el Crucero de 5 señores Avenida Ferrocarril era una vía de salida, fue un pandemónium.
Nadie, nadie pudo dar información, la gente como poseída corría por todos lados para ponerse a salvo, los conductores de camiones urbanos aún pretendían entrar al fraccionamiento sin sabe la magnitud del problema, nadie puso orden, la gente con la cara angustiada y celular en mano preguntaba qué hacer en este caso.
En un momento dado familiares de residentes del fraccionamiento se peleaban por ingresar a sacar a sus parientes, no se podía, las unidades de Bomberos, Protección Civil, ambulancias, Ejército y Policía también querían entrar, era todo un caos que evidenció la falta de coordinación de los responsables de la seguridad de los oaxaqueños, nadie podía salir o entrar y el agua anegando las viviendas.
Para las 17:00 horas el primer reporte era desolador, mil viviendas bajo el agua, 300 de ellas con más de un metro de altura, muchas personas en los segundos terceros pisos de varios edificios que no salieron a tiempo, pero a salvo por el momento…
No hubo un mando de control, no hubo una alerta temprana, las corporaciones heroicas hicieron lo que pudieron, a los mandos se les olvidó el manual de desastres que tanto pregonó la Dirección de Protección Civil Estatal, ni los propios pobladores sabían a dónde dirigirse… fue como el Ataque a Pearl Harbor, el aviso llegó tarde, a pesar que en el caso de Oaxaca se sabía que podía haber inundaciones… ahora falta el recuento de los daños.