¿Cuál es el fin de la política?: Moisés MOLINA

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Con mi más solidario abrazo a Emilio Mendoza Kaplan y

A Fredy Alcántara en momentos difíciles. Serenidad y resignación.

Hay vida después de la vida.

¿Cuál es el objeto de la política? Preguntaba, entre otras cosas, a mis alumnos en sus evaluaciones. Era importante para mí, la seguridad de una respuesta categórica; no es resolver conflictos, es gestionarlos; intentar resolverlos. Así la política como actividad se nos revela un arte. Aristóteles la definía como el arte de lo posible y su concepto permanece renovadamente vigente en todas las épocas y en todos los lugares.

El político tiene que ser entonces por definición un artista. Un ser humano extraordinario con pasión, ingenio y creatividad; con alto sentido de la ética, fundamento de la belleza de sus productos desde el barro de las relaciones humanas.

El político, hace tiempo que dejó de hacer arte, hace mucho que no hace más política. No gestiona conflictos para alcanzar ese fin último que no es el abaratado bien común puesto en boca de todos, sino la cohesión social. El hombre metido a político tuerce sus fines y en la cúspide de todos coloca el triunfo electoral, el poder por el poder mismo. Ha subordinado la política a sus fines egoístas porque descubrió, en complicidad de quienes le regalan su voto, que es una línea recta entre la vida gris y el respeto y hasta la admiración, sin mencionar la prosperidad económica.

La política se ha convertido en la distancia más corta entre la vida ordinaria y el reconocimiento social; entre el desconocimiento y el prestigio. Devino en artilugio publicitario de egos siempre insatisfechos. Por ello, una vez que el poder se experimenta difícilmente se renuncia. Seduce, crea dependencia, enferma. Hay que conservarlo y hay que arrebatarlo cuando se necesita más. No hay medida en su dosis, ni consideración en los medios para obtenerlo y acrecentarlo.

El político ya no es el que hace política, es el que tiene poder. No importa, para su categorización, para qué pueda utilizar el poder, solo debe tenerlo y el fin estará cumplido; será querido, buscado, referido, admirado. No importa que no lo sea por todos, ni siquiera que lo sea por unos cuantos; unos pocos son más que suficientes. Una sola persona que le cante al oído cuanto quiera escuchar es justificación suficiente para seguir en la brega, para seguir subordinando el poder a la ganancia de más poder.

La política se vuelve pasatiempo y después vocación, pero siempre en función de la satisfacción del ego. Hay que ostentar un cargo, tener un membrete, pretexto para tarjetas de presentación y para ser centro de conversaciones. La política es vanidad y frivolidad.

Si echamos la mirada atrás nos harán falta manos para contar políticos sin la más mínima idea de lo que la política implica; sin noción alguna, por más primitiva que pudiera ser, de su esencia, ya no digo de su ciencia. Por ello nos acostumbramos al desencanto, a la desilusión, a la apatía y a la resignación.

Basta un golpe de suerte, una feliz circunstancia, una coyuntura para que empresarios, fayuqueros, pésimos estudiantes, delincuentes, edecanes, juniors y hasta artistas amanezcan políticos. Nosotros, en reiteradas ocasiones, con nuestro voto los legitimamos, avalamos la súbita conversión. Ellos necesitan ser elogiados y nosotros necesitamos a quien elogiar. Nuestras frustraciones, rabietas y hasta maldiciones son ocasionales, les seguimos premiando, les autorizamos a permanecer en su locura, en su embriaguez.

Somos cautivos de los partidos políticos, los mismos partidos lo son. Los más pequeños reducen su función a carroñeros. Siempre terminan robando votos a otros partidos y no ganando votos propios.

¿Qué papel jugarán Nueva Alianza, Unidad Popular y Partido Social Demócrata en 2013 en Oaxaca? Claramente su prioridad es mantener sus cuentas bancarias llenas de dinero público y para ello necesitan conservar su registro y consiguientemente votos. Prácticamente inexistentes en el quehacer político buscan, desde ya, candidatos prestados o conversos y por ello veremos inevitablemente a priístas, panistas y perredistas llevando votos a partidos que no son los de ellos; como candidatos y como activistas.

La de 2013 será claramente una elección de personalidades donde los grandes ganadores y perdedores serán cuantitativamente los partidos grandes. ¿A cuál de los grandes partidos restarán votos esos partidos ya no tan “morralla”? El más afectado, si no se opera con tacto e inteligencia, será nuevamente el PRI.

Y es que en medio de la desunión y de su crisis interna, el PRI continúa con la mayor votación, solo por debajo de las antiprogramáticas coaliciones, pero de nada le vale si sigue perdiendo la mayoría de los distritos locales y las presidencias municipales más importantes. El enemigo a vencer para la coalición del gobernador sigue siendo el PRI; y el enemigo a vencer para el PRI es el propio PRI.

De su nueva dirigencia estatal, se espera muy poco. Todos le apuestan a la continuidad de las mismas prácticas de cuando el PRI era gobierno. Por el bien de nuestra democracia y de nuestro sistema político, esperemos que nos sorprendan gratamente. Oaxaca no tiene gobierno y no lo tendrá mientras no tenga una verdadera oposición desde el congreso y desde los ayuntamientos.

Twitter: @MoisesMolina